Parece que Meghan Markle y su príncipe no son del todo felices: los duques de Sussex continúan su lucha contra los paparazzi en L.A.

Algunos creen que a Meghan sí le gusta la atención mediática, pero no a Harry...

Meghan Markle.

Meghan Markle. Crédito: Getty Images

La decisión de los duques de Sussex de abandonar la monarquía británica en busca de la independencia financiera y la privacidad que tanto deseaban para su familia no ha salido precisamente como ellos esperaban. Si bien es cierto que han podido poner en marcha una fundación llamada Archewell en honor a su hijo Archie y ha firmado acuerdos de colaboración con Netflix o Spotify, el acoso mediático no se ha reducido en absoluto.

Sin ir más lejos, el pasado verano el matrimonio demandó a un paparazzi que fotografió a su pequeño en su propia vivienda y también ha denunciado en varias ocasiones la presencia de drones sobrevolando la propiedad. En su lucha por proteger su intimidad, el príncipe Enrique ha encontrado un aliado inesperado en el famoso actor Orlando Bloom, uno de sus vecinos en la exclusiva urbanización de Santa Bárbara donde reside.

Ambos han acordado informarse de la presencia de fotógrafos en la zona a la espera de captar una imagen suya, a poder ser acompañados de sus retoños -Orlando tiene una niña pequeña con la cantante Katy Perry y otro hijo más mayor con su ex Miranda Kerr-, que se vendería más tarde por una cifra millonaria.

“Hace dos días Orlando Bloom me envió un mensaje porque está justo al final de la calle y nos mantenemos en contacto debido a los paparazzi”, ha explicado Enrique en el podcast ‘Armchair Expert’ de Dax Shepard.

“Me envió una fotografía que su equipo de seguridad consiguió de un tipo con el pelo largo que llevaba puesta una gorra y auriculares, y que estaba tumbado con una cámara enorme en la parte trasera de una camioneta con las ventanas tintadas. Había una mujer al volante que hizo el signo de la paz como una distracción y él estaba acostado en la parte trasera de esta camioneta tomando fotografías de ellos con su hija. ¿Cómo puede ser normal algo así, cómo puede ser aceptable?”.

Pese a que ese tipo de incidentes siguen produciéndose a menudo, Enrique considera que tomó la decisión acertada renunciando a su rol institucional y abandonando Reino Unido porque en el fondo ha experimentado una mejora notable en su calidad de vida.

“Desde que vivo aquí, puedo levantar la cabeza y me siento diferente. Noto los hombros más relajados, y Meghan también; puedes caminar sintiéndote un poco más libre. Puedo llevar a Archie en la parte trasera de mi bicicleta. Nunca había tenido la oportunidad de hacerlo”, ha añadido.


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