Se mudó de casa y a los pocos meses, comenzó a enfermarse; desconocía que su nuevo hogar era tóxico
Caroline Bowman se mudó a un nuevo hogar con el fin de seguir estudiando; sin embargo, debió suspender sus planes porque comenzó a experimentar todo tipo de síntomas
Caroline Bowman alquiló una casa en Windsor, en las afueras de Sidney, Australia, con el fin de estar cerca de la universidad y retomar sus estudios en servicios jurídicos. Sin embargo, al poco tiempo se enfermó y debió posponer sus planes. Años más tarde, descubrió que lo que estaba perjudicando su salud era la propiedad.
En 2015, cuando la mujer se mudó, el inmueble de 3 dormitorios estaba recién pintado y parecía muy bien cuidado. “Se podía oler la pintura fresca. Parecía que también habían puesto una alfombra nueva”, indicó Bowman al portal Nine News, por lo que todo parecía estar en orden.
Hasta ahí todo parecía un sueño, pero la mujer comenzó a enfermarse con frecuencia y terminó luchando contra múltiples enfermedades crónicas. Hasta que la diagnosticaron con síndrome de respuesta inflamatoria crónica (CIRS), una controvertida patología con algunas similitudes con la enfermedad de Lyme, que se cree que se produce por la exposición al moho.
Bowman no entendía de dónde podía venir su cuadro, hasta que pudo relacionar su mudanza con el deterioro de su salud. Hasta los 33 años, momento en que se instaló en aquella vivienda, ella era una persona sana. Entonces, se cuestionó: ¿Podría ser su hogar el responsable de su enfermedad?
“Estaba bien cuando me mudé, pero a las pocas semanas me sentía muy mal. Tenía todas esas infecciones, sinusitis e infecciones en el pecho, por las que debía volver al médico”, recordó.
Y agregó: “Me diagnosticaron asma. Perdí el apetito y bajé unos 15 kilos. Tenía un dolor muy profundo y no podía hacer nada”.
En una oportunidad, Bowman consultó al médico por un fuerte dolor en el oído y, según reveló, el especialista le tomó una muestra y “había moho de aspergillus” dentro del conducto.
Meses después de la mudanza, comenzó a ver que el techo del baño se cubría de moho. “Pronto, todo el techo estaba cubierto, era horrible”, afirmó.
“En un momento dado, estaba limpiando la pared y me di cuenta de que se tambaleaba un poco cuando la frotaba. La pinché y se hizo un agujero. Estaba creciendo dentro de las paredes. Estaban negras”, contó.
Pero tras todas estas señales, Bowman reconoció que todavía no relacionaba su enfermedad con el CIRS. Indicó que los médicos se apuraron a recetarle antibióticos para sus infecciones, pero luego la remitieron a un psicólogo que quiso tratar sus síntomas con antidepresivos. “No obstante, estaba segura de que algo iba mal físicamente, y finalmente le mostré a una de las doctoras una foto del moho en el baño”, recordó la mujer.
La fotografía horrorizó a la especialista, quien le consultó: “¿Es ese el baño de la casa en la que vives?”, pero también trajo luz sobre lo que estaba causando sus síntomas.
Sin embargo, no le fue fácil a la damnificada conseguir que el organismo estatal Housing NSW se tomara en serio su problema.
Por eso, en 2017, Bowman se mudó con su madre. Pagó por una evaluación del moho que mostró los extensos problemas en la propiedad. Finalmente, la casa se vendió en 2019 y sus nuevos dueños hicieron importantes reformas.
Pero la pesadilla para Bowman continúa: “Me quitó mi vida”, aseguró la mujer sobre esta vivienda, que ocultaba a su peor enemigo tras las paredes. Su recuperación del CIRS fue lenta, señaló. “Noté una mejora desde que me mudé. Definitivamente me siento mejor que antes, pero todavía hay un largo camino por recorrer”, contó.
Además de sus problemas respiratorios, la mujer padece confusión mental, fibromialgia, una enfermedad asociada a la fatiga y pérdida de la memoria.
Bowman continúa su tratamiento con un médico especialista en CIRS, pero reveló que le recetaron una medicación muy caro y que no tenía descuentos.
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