Simone Biles: por qué renunciar a algo puede ser bueno para la salud
La gimnasta estadounidense se retiró de los Juegos Olímpicos de Tokio el martes, llamando la atención sobre el agotamiento emocional, un problema que va mucho más allá de los atletas de alto nivel que viven bajo presión
“No somos solo atletas. Somos personas al fin y al cabo, y a veces hay que dar un paso atrás”, dijo la gimnasta estadounidense Simone Biles este martes al abandonar la arena de los Juegos Olímpicos de Tokio.
Este miércoles, Biles también renunció a competir en la primera final individual de gimnasia artística en Tokyo 2020, que se disputa el jueves.
Aún no ha confirmado si participará los próximos días en las otras finales a las que se clasificó en Tokio: de salto y barras asimétricas (el domingo 1 de agosto), solitario (el lunes 2) y viga de equilibrio (el martes 30).
A pesar de que no todo el mundo tiene la visibilidad de Biles o vive bajo la presión a la que están sometidos los atletas en la competición más importante del mundo, el gesto de la deportista puede servir de lección y reflexión para todos, según especialistas en salud mental entrevistados por BBC News Brasil.
“Hoy se habla más de salud mental en los deportes, la música, la educación… y el hecho de que se discuta desmitifica el tema”, dice la psiquiatra clínica Lívia Castelo Branco.
“Hay artistas que optan por mantenerse alejados de las redes sociales, o atletas que han decidido no participar en los Juegos Olímpicos. Cuando se trata de un problema físico, la gente puede hablar con más naturalidad, por ejemplo, si hubo un desgarro en el ligamento de la rodilla y el atleta está fuera de la competición”.
En cambio, dice la doctora, “la salud mental, por mucho que estemos hablando de ella, es más difícil de medir y abordar”.
“Un acto de gran valentía”
“Algunas personas verán el darse por vencido como falta de voluntad o cobardía, pero en realidad es un acto de gran valentía exponer la dificultad, la debilidad y la salud mental al público”, añade Castelo Branco.
La psicóloga Valeska Bassan, del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de São Paulo, Brasil, también destaca el “coraje” de Simone Biles al reconocer y exponer sus límites, y sugiere que la decisión puede haber estado motivada por factores relacionados con el estrés, pero también por el autoconocimiento.
“Necesitamos aprender que podemos renunciar. La gente se programa, se prepara, tiene un enfoque; pero en algún momento ese enfoque puede ser diferente”, destaca la psicóloga.
“Es preguntarse: ¿por qué tengo que pasar por todo esto? Y, sobre todo, ¿por quién?”, dice Bassan, destacando las presiones externas a las que está sometida Biles, y también todos nosotros.
“En nuestro día a día, vemos muchas situaciones como esta relacionadas con el trabajo. Por ejemplo, una persona que estudió una carrera universitaria o ejerce una profesión para cumplir con las expectativas de la familia. O en las relaciones, ya que se nos impuso socialmente que casarnos es para toda la vida”.
“Al intentar estar a la altura de las expectativas de los demás, pensamos desistir es un fracaso porque decepcionaríamos a más personas”.
La propia Simone Biles señaló la presión externa que está experimentando.
“Creo que la salud mental es más importante en los deportes en este momento. Tenemos que proteger nuestras mentes y nuestros cuerpos, y no solamente salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”, dijo la atleta, que ha sido cuatro veces medalla de oro en los Juegos Olímpicos.
Atención a las señales
La atleta renunció a seguir la competencia el martes luego de anotar el puntaje más bajo en el salto olímpico.
“Después de la actuación que hice, simplemente no quería continuar”, dijo.
“Ya no confío tanto en mí misma. Quizás esté envejeciendo”.
“No quería salir y hacer algo estúpido y lastimarme. Siento que muchos atletas que han hablado al respecto [sobre la salud mental] realmente han ayudado”.
Para la psiquiatra Lívia Castelo Branco, lo que manifestó Biles no parece ser una decisión impulsiva, sino un problema de salud mental que venía arrastrando. Algo que todos, atletas o no, podemos observar con señales. Y, con suerte, buscar ayuda en un entorno acogedor, como un equipo técnico que nos escuche.
En el trabajo, podemos percibir que sufrimos agotamiento emocional si, por ejemplo, nos ausentamos con frecuencia o baja la productividad.
Valeska Bassan también menciona alteraciones en el sueño y en los hábitos alimenticios, pensamientos repetitivos, burnout (estar “quemado” por el trabajo), sensación de incapacidad o estímulo para realizar actividades conocidas, y el propio sufrimiento.
Ignorar todo esto no solo no resuelve el problema, sino que puede agravar nuestras actividades profesionales y sociales, entre otras cosas.
“Nuestra salud física y mental está interconectada. El cuerpo es el portavoz de la psique: cuando no nos estamos dando cuenta o no prestamos atención a la salud mental, el cuerpo encuentra la manera de detenerse y avisar”, explica la psicóloga.
Los síntomas citados por los especialistas no necesariamente representan una patología, como la depresión o la ansiedad, pero pueden serlo. Por eso se recomienda la asistencia profesional.
Castelo Branco dice que, en la mayoría de los casos, el apoyo psicológico es suficiente, pero a veces puede ser necesaria la intervención con medicamentos, bajo supervisión médica. Por la presión diaria a la que están sometidos los atletas de élite, la psiquiatra dice que se espera que cuenten con apoyo psicológico a largo plazo.
Bassan reconoce que la realidad de muchas personas no permite, por ejemplo, dejar un trabajo estresante o acceder a ayuda profesional. Incluso en estos casos, la reflexión es importante.
“Si pensamos en el trabajo, es más difícil renunciar sin apoyo (económico). Pero hay algunas situaciones en las que vale la pena reflexionar: por ejemplo, tengo este trabajo que me genera ingresos, pero compromete mi bienestar. ¿Será que dentro de mis posibilidades puedo ajustar mis condiciones financieras para encontrar más satisfacción en un nuevo trabajo?”
“La resiliencia tiene un límite“.
La psicóloga dice que buscar atención profesional es siempre lo más adecuado, pero también conversar con seres queridos, practicar ejercicio y hacer actividades placenteras puede aliviar el sufrimiento.
“Si te comprendes, te observas y te respetas, ya es un gran paso”, añade Bassan.
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