“Me registré en una app de citas por despecho y terminé donándole un riñón a un desconocido”
Decepcionada al descubrir que su novio no era lo que esperaba, se registró en una app de citas buscando sanar su corazón sin pensar que sanaría a otra persona de una forma completamente inesperada
Liz Armstrong es una mujer que en un abrir y cerrar de ojos descubrió que su relación que consideraba perfecta no lo era tanto cuando descubrió a su novio, justo un par de días antes de que realizaran una escapada romántica, revisar un sitio porno en donde se ofrecía sexo casual.
Esto hizo que tomara la decisión de terminar su relación; sin embargo, en venganza, decidió abrir un perfil en esa página web para así poder seguir de cerca sus acciones. Cansada de lo que veía y el tipo de mensajes que recibía, Liz decidió que mejor usaría el sitio web como si fuera una aplicación de citas, así lo escribió en su participación para el Huffington Post.
Fue entonces cuando la contactó un profesor de latín, quien en un principio le preguntó sobre sus géneros literarios y autores favoritos, los cual hizo que le llamara su atención. Así que intercambiaron correos electrónicos y semanas después se conocieron, iniciando así una buena relación con esta persona llamada Paul.
Luego de un par de salidas, Paul le confesó a Liz que sufría de una enfermedad hereditaria que le había dañado los riñones y que ahora solo le funcionaba uno, el cual le había donado su padre. El hombre le indicó que podía quedarle poco tiempo de vida y que además, no quería someterse al tratamiento de diálisis.
La confesión impactó tanto a la mujer que decidió desistir en su intento por entablar una relación amorosa con Paul y prefirió que fueran amigos; pero las semanas pasaron y el contacto entre ellos se diluyó.
Un día, Armstrong recibió un correo de Paul, el cual lo había enviado a varios contactos, y que decía lo siguiente: La mayoría de ustedes ya saben que mi riñón trasplantado lleva un tiempo perdiendo fuelle. Mis médicos piensan que dentro de un año o así necesitaré otro trasplante o hacer diálisis. Yo preferiría evitar la diálisis. Pueden surgir complicaciones, y aunque vaya bien, es una muy mala experiencia. Un riñón donado por una persona viva funciona mejor que un riñón de un cadáver. Por eso, mis médicos me han pedido que encuentre un donante“.
Liz hizo caso omiso al mail de Paul pues en ese momento, era parte del Ejército de Estados Unidos y por lo tanto, no era muy viable que ella pudiera convertirse en donadora.
Muchos meses después, Liz y Paul se reencontraron; fueron a ver una obra de teatro y ahí ella se enteró que él se encontraba mal pues había iniciado con las diálisis. Esto la motivó a enviar un correo al coordinador del trasplante, indicándole que quería inscribirse a su lista de posibles donadores.
Luego de varios meses de exámenes médicos y trámites, Armstrong recibió la noticia de que su órgano era compatible con Paul y por ende, se llevó a cabo el trasplante, el cual fue todo un éxito.
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