Carnes rojas y procesadas, ligadas al aumento de enfermedades crónicas

Un reciente análisis publicado en la revista BMJ Global Health, demostró las secuelas de salud relacionadas con el aumento global en el comercio de carne roja y procesada en los últimos 30 años ¿El resultado? Un alarmante incremento en enfermedades crónicas y degenerativas

Carne roja

De acuerdo con los investigadores, el alto consumo de carnes rojas se relacionó con ciertos tipos de cáncer, diabetes, obesidad, afecciones cardíacas y más.  Crédito: Shutterstock

La tendencia actual de nutrición nos invita a seguir una alimentación basada en plantas, es una de las mejores estrategias para prevenir enfermedades crónicas, vivir más y proteger al medio ambiente. Además, en los últimos años mucho se ha dicho sobre el consumo de carnes rojas y procesadas. Recientemente un análisis publicado en la revista BMJ Global Health demostró que el aumento global en el comercio de carne roja y procesada en los últimos 30 años está vinculado a un fuerte aumento en la mala salud relacionada con la dieta. De acuerdo con los expertos que participaron en el trabajo de investigación, el alto consumo en la carne roja y procesada está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, en particular cáncer de intestino, diabetes y enfermedad de las arterias coronarias.

Según los investigadores, las normas de salud deben integrarse con las políticas agrícolas y comerciales entre las naciones importadoras y exportadoras como una cuestión de urgencia, para evitar mayores costos personales y sociales. Lo cierto es que existen varios factores que han hecho que el comercio mundial de carne roja y procesada aumente exponencialmente con el objetivo de satisfacer la demanda: la urbanización continua y el crecimiento de los ingresos. Esta tendencia tiene implicaciones para el medio ambiente por el impacto que tiene en el uso del suelo y la pérdida de biodiversidad.

Además, a esto debemos de sumar el impacto en la salud. La sociedad moderna actual sigue un estilo de vida deficiente y en muchas ocasiones carente del óptimo consumo de frutas, verduras y otros importantes nutrientes provenientes de los vegetales. De la mano, se ha dado un excesivo consumo en carne roja y procesada, que en muchas ocasiones se relaciona con los alimentos ultraprocesados y las comidas rápidas. De tal modo que no es ningún secreto decir, que son hábitos que aumentan el riesgo de enfermedades crónicas como ciertos tipos de cáncer, todo tipo de alteraciones cardiovasculares, diabetes y obesidad. Solo por mencionar algunas.

¿En qué consistió el estudio?

Los investigadores querían averiguar qué impacto podría tener el comercio de carne roja y procesada en las tendencias de las enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta y qué países podrían ser particularmente vulnerables. De tal modo que se basaron en datos sobre la producción y el comercio de carne de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de 1993 a 2018 para 154 países, centrándose en 14 productos de carne roja derivados de la carne de res, cerdo, cordero y cabra, y seis procesados ​​principalmente de carne de res y cerdo, sobre todo enfocándose en productos en conserva, ahumados, salados, curados o con productos químicos.

Luego calcularon las proporciones de muertes y años de vida vividos con discapacidad (AVAD) atribuibles a la dieta como resultado del cáncer de intestino, la diabetes tipo 2 y la cardiopatía coronaria entre las personas de 25 años o más en cada país.

Como dato al margen vale la pena mencionar que en el análisis consideraron que el comercio mundial de carne roja y procesada aumentó en más del 148%: lo equivalente a 10 toneladas métricas en 1993-5 a casi 25 toneladas métricas en 2016-18. Además, aunque el número de países exportadores netos entre 1993-1995 se redujo a 33, y a 26 entre el 2016-2018; los países importadores netos aumentaron de 121 a 128.

Los países desarrollados de Europa representaron la mitad de las exportaciones totales de carne roja y procesada en 1993–95 y 2016–2018. Pero los países en desarrollo de América del Sur, como Brasil, Argentina y Paraguay representaron casi el 10% en 2016-18, frente al 5% en 1993-5. Los países en desarrollo también aumentaron sus importaciones de carne en un 342,5%, de 2 toneladas métricas en 1993-95 a casi 9 toneladas métricas en 2016-18. Los países desarrollados duplicaron la suya de 8 toneladas métricas a 16.

Por lo tanto: las tasas de mortalidad atribuible a la dieta asociadas con el comercio mundial de carne aumentaron en tres cuartas partes de los 154 países entre 1993-95 y 2016-18. En todo el mundo, los investigadores calcularon que los aumentos en el consumo de carne roja y procesada, alineados con los aumentos en el comercio, representaron 10.898 muertes atribuibles en 2016-18, un aumento de casi el 75% en las cifras de 1993-95.

Lo cierto es que los números son alarmantes y aún queda mucha investigación por realizar, sobre todo para entender lo que ha pasado en los últimos 4 años. Finalmente no es ninguna novedad que el excesivo consumo de carne roja y procesada se ha relacionado hacer varias décadas con un alto contenido en grasas saturadas y en el caso de los procesados con aditivos, conservadores y mucho sodio.

Es por ello que la actual recomendación nos invita a seguir un esquema de alimentación inspirado en la dieta mediterránea que se caracteriza por un equilibrado consumo de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, semillas, frutos secos, pescados grasos y mariscos, y lácteos con moderación. Además, nos invita al consumo de carne roja de manera ocasional y nunca como el platillo principal. También se trata más allá de una “dieta” de un estilo de vida que persigue vivir de manera más consciente, que se inspira en el disfrute de la vida, la actividad física, el tiempo con la familia y el goce de la naturaleza.

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