Un programa en NYC ayuda a familias hispanas a superar los miedos y las culpas por tener hijos que forman parte del colectivo LGBTQ

Este mes la Gran Manzana celebra en grande la diversidad sexual, pero todavía en este momento centenares de niños, adolescentes y jóvenes abordan con dolor su identidad sexual y expresión de género

El líder del Centro de Bienestar Oasis Latino LGBTS, el puertorriqueño Gustavo Morales remarca la importancia que las familias busquen asesoría en un tema que casi nadie sabe abordar.

El líder del Centro de Bienestar Oasis Latino LGBTS, el puertorriqueño Gustavo Morales remarca la importancia que las familias busquen asesoría en un tema que casi nadie sabe abordar. Crédito: Fernando Martínez | Impremedia

¡Dios hizo hombre y mujer! Gritó el trabajador de la construcción salvadoreño Miguel González, de 50 años, residente de Elmhurst, a su hijo estudiante de secundaria, cuando empezó a intuir que estaba entusiasmado por asistir a algunas de las actividades programadas este año por el Orgullo LGBTQ en la Avenida Roosevelt, en Queens, sólo para acompañar a uno de sus compañeros de clase.

“Mi padre me dice que está dudando si esta es la ciudad en donde quiere levantar a su familia, porque considera que estamos rodeados de perversiones, alejadas de los mandatos de Dios”, contó ‘Manuel’ el hijo menor del inmigrante centroamericano.

En realidad “Manuel”, de 16 años, se asume como heterosexual, pero cuenta que a pesar de la influencia que ha recibido de sus padres y sus abuelos, que casi lo programaron desde niño para rechazar “casi con odio” a los gays, su experiencia en las aulas y en la ciudad, lo ha llevado a tener otros “sentimientos”.

“Yo tengo mi novia. Me gustan las mujeres. Pero le tengo mucho cariño y respeto a un par de amigos gays del vecindario y de la escuela que crecieron conmigo. Pero mi familia no permite, ni que se asomen a mi casa. Y me han exigido que me distancie”, contó el joven hispano que nació en Queens.

Para este estudiante, su “problema” familiar no pasa de ser una anécdota, porque a la par describe que lo que ha escuchado de sus amigos, también de ascendencia hispana, ha sido realmente “infernal”.

“Mis dos amigos gays, llevan una vida terrible. Sus padres los amenazan con echarlos a la calle si no cambian. A un amigo gay, el papá no le habla. Y la mamá no lo apoya. Y yo los entiendo, porque si fuese mi caso, ya me hubiese tenido que ir de mi casa. Porque mi familia me rechazaría”, acentuó “Manuel”.

El testimonio de “Manuel” no es un hecho aislado.

Que Nueva York sea la cuna de los derechos civiles de las comunidades LGBTQ y que además se celebre con todas sus letras el orgullo de la sexodiversidad, durante todo un mes, eso no significa que en este mismo momento un niño, un adolescente o un joven no esté sufriendo de manera desesperada la forma cómo compartir con su familia, sus inquietudes sobre su propia identidad sexual o expresión de género, en algún vecindario de la Gran Manzana, tal como en cualquier país latinoamericano. 

Más aceptación y menos culpa

Desde el año 2019, precisamente ante esa encrucijada que viven miles de familias hispanas, ante una realidad que casi nadie sabe abordar, especialmente cuando se tiene el peso cultural de siglos de discriminación, surgió en Nueva York un programa de apoyo dirigido a ayudar a comunidades hispanas a transitar este camino.

Se trata de la iniciativa “El amor hace la familia” ideado por el Centro de Bienestar Oasis Latino LGBTS en Manhattan, un espacio en donde se habla español y está liderado por el puertorriqueño Gustavo Morales quien desde su experiencia personal, sabe de lo que habla. 

Este isleño, como hombre gay vivió el tránsito espinoso y casi siempre doloroso de “salir del clóset” en un sistema familiar caribeño, que en general no comprendía exactamente lo que le pasaba.

Ahora más allá de las herramientas que le dieron sus estudios en psicología cognitiva, tiene la capacidad de ponerse en todos los lados del tablero que significa ayudar a grupos de madres, padres y abuelos hispanos, a caminar por una ruta de más aceptación y menos culpa.

“En las reuniones hay siempre una constante. Las madres y padres siempre asumen un sentimiento de culpa. Casi siempre interpretan que el hecho de tener un hijo, una hija o un hije, gay o trans, tiene que ver con algo que ellos hicieron muy mal. Nuestro primer reto es trabajar en lo posible la aceptación”, destacó Morales.

El activista observa que en las reuniones realizadas el segundo sábado de cada mes, en los progenitores es muy frecuente que prive miedo a la violencia, la burla y las humillaciones derivadas de formar parte del colectivo LGBTQ.

“Siempre navegan, y es comprensible, entre el dolor y el miedo. Para nosotros como equipo dedicado a la salud de los hispanos, tratamos en lo posible, compartir herramientas, dar soporte. Y sobre todo escuchar, porque cada persona es un universo único”, remarcó.

Ese miedo pareciera ser válido, tomando en cuenta que de acuerdo a las organizaciones que defienden los derechos de la comunidad LGBTQ en la Gran Manzana, y específicamente que Queens, aumentaron los crímenes de odio.

Desde el 1 enero hasta el 30 de junio del año pasado, se reportaron 317 incidentes de crímenes de odio y de los cuales se realizaron 120 arrestos. De esos casos, 26 fueron contra transgéneros, 2 contra personas de de género no conforme, 12 contra grupos mixtos LGBTQ, 114 contra hombres gays y 12 contra lesbianas.

El programa “El amor hace la familia” surgió meses previos a la pandemia. De ser una experiencia presencial abrió la posibilidad de realizar reuniones de apoyo a través de plataformas digitales, lo cual permitió un alcance inesperado en otros países.

“Lo que empezaron como unas reuniones pequeñas para familias hispanas neoyorquinas, trascendió a otros países por medio de Zoom, lo cual nos dió un foco más amplio de cómo hacer más eficiente a este programa y entender culturalmente las perspectivas de más personas. Ha sido muy interesante”, agregó el activista.

Esta iniciativa se realiza en asociación y con la asesoría de PFLAG, capítulo Nueva York, una organización nacional fundada en 1972, compuesta por padres y madres, familias, amigos y aliados que se unen con personas que son lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer (LGBTQ), para promover la igualdad y la educación.

“Mi hijo es trans”

Una maestra de una escuela de El Bronx, de origen panameño, que prefirió reservar su identidad, dijo a El Diario que su único hijo varón decidió a los 16 años “convertirse” en mujer.

“Fue sorpresivo. Ni siquiera me pude haber imaginado que no iba a ser heterosexual. Yo trabajo con adolescentes y tenía ideas sobre el tema. Soy sincera. No me siento culpable. Pero sí tengo la certeza que las chicas trans, aquí en la capital del mundo y en todos lados, tienen un boleto ganado para que todo se le haga más difícil. No creo que nadie se levante un día y tome una decisión: !ahora soy mujer! Eso es un proceso individual más complicado”, compartió la educadora.

En el amplio arcoiris del colectivo LGBTQ, la comunidad ‘trans’ se planta frente a desafíos más complicados, porque podrían estar definidos por decisiones radicales de cambio de nombre, los códigos del vestuario y hasta terapias hormonales, que difícilmente un individuo y una familia pueda enfrentar saludablemente, sino están asesorados profesionalmente.

“Ser transgénero no significa lo mismo para cada persona que lo experimenta. Hay muchas formas de vivir esta transición. En estos casos específicos, los familiares suelen expresar más preocupaciones y dolor, pero también la necesidad de acompañar a sus hijos en ese proceso con la información adecuada. Obviamente, en este sentido, los miedos son mucho mayores, y las culpas también.”, subrayó Gustavo Morales de Oasis Latino LGBTS.

La interrogante central que gravita alrededor de los familiares de niños, adolescentes y jóvenes que muestran inquietudes por “transicionar” a otro género, distinto al que se le fue asignado al nacer es: ¿Fue por mi crianza?

En la guía titulada ‘Nuestros seres queridos trans’, publicada por PFLAG, muestra su postura avalada por la comunidad científica. En letras mayúsculas, se le dice a los padres: “!Usted no tiene la culpa! Nadie sabe por qué una persona es transgénero, pero sí sabemos que no hay evidencia que sugiera que la crianza de los hijos o las experiencias en la infancia estén relacionadas de alguna manera con ser una persona transgénero o género expansivo. No hay culpa alguna, ya que no hay nada malo con su ser querido“.

La inmigrante ecuatoriana, Sisi Quishpe, con 20 años en Nueva York, también celebra la diversidad: abraza con amor a su hija que es parte del colectivo LGBTQ.

“Yo solo quiero que mi hija sea feliz”

En la esquina contraria de esta situación, se encuentra la madre inmigrante ecuatoriana Sisi Quishpe, quien apenas tuvo la certeza que su hija estudiante de preparatoria se asumió como lesbiana, no dudó en abrazarla de inmediato y apoyarla.

“Yo tengo cuatro hijos. Y solo quiero que ellos sean felices como ellos decidan, siempre y cuando sean personas trabajadoras y de bien. Si esa es su decisión, yo la apoyo con todo mi amor. No deja de ser mi hija por eso”, dijo la ama de casa que llegó a Nueva York hace 20 años.

Para la familia Quishpe que reside en Long Island, esta realidad no fue el motor de luchas internas, ni dudas. Tampoco necesitaron la búsqueda se asesorías para abordar esta “noticia”.

“Todo lo que nos pasa son designios de Dios, así de simple. Estamos llamados a amar y proteger a nuestros hijos”, remató Sisi.

El factor religioso

Uno de los aspectos que más tiene influencia en los hispanos inmigrantes, particularmente quienes llegaron al país siendo adultos, son las estructuras religiosas en donde se define el amor y la pareja hombre – mujer como parte del “plan de Dios”. En algunas oportunidades, todo lo que sale de ese patrón heteronormativo, entra en un aro de dudas y ansiedad. También en algunas iglesias es etiquetado como una ofensa y un pecado.

“Mi papá repite lo que le dice el pastor de su iglesia. Dice que todo esto son posesiones del demonio. Cuando alguien asoma que forma parte del colectivo gay o trans, lo ponen en oración para que cambie”, relata “Manuel” un estudiante de secundaria que reside en Queens.

Para el grupo de apoyo de Oasis Latino LGBTS, la visión religiosa de cada familia, termina siendo uno de los aspectos que casi siempre se ponen sobre la mesa en las reuniones.

El líder del programa “El amor hace la familia”, Gustavo Morales, cuenta que en muchos casos surge una situación muy difícil de manejar, porque algunos se sienten que van a un paredón en donde deben escoger entre su iglesia y el amor de su pariente.

“Es muy difícil de manejar este tema tan sensible, pero en esencia usamos una estrategia de mucho respeto, entendiendo que las religiones son sistemas con individuos. Y no todos piensan igual. Por ello en estos casos extremos, los conectamos con líderes religiosos, dentro de su propia estructura de fe, para que los ayuden a manejar la aceptación y seguir teniendo su vida de fe”, concluyó.

La familia Quishpe de Long Island abraza sin condiciones a su hija estudiante de secundaria (en el centro) que se declaró con mucho orgullo parte del colectivo LGBTQ. (Foto: F. Martínez)

¿Cómo acceder al programa El Amor hace la Familia?

  • El grupo se reúne cada segundo sábado del mes a las 10:00 a.m. Se habla español, inglés y ‘spanglish’. Familiares e individuos que vivan fuera del país son bienvenidos, pero todos requieren previamente una inscripción para recibir el enlace de acceso a las reuniones.
  • Busque información detallada en: https://www.oasiscenter.nyc/elamorhacelafamilia
  • Llame a Oasis Latino en Chelsea al: (917) 438-0698  ó Latino Commission (212) 584-9325.
  • La organización PFLAG también tiene programas de asesoría en varias ciudades del país e información en línea que puede ser muy valiosa. Consulte: pflag.org

Entendiendo las siglas LGBTQ

En la Guía virtual para padres publicada por PFLAG se aclaran algunos términos que suelen ser muy confusos para las comunidades hispanas:

  • LGBTQ es una sigla que incluye al colectivo de personas que se identifican como lesbianas, gays, bisexuales, transgénero o queer. A veces se escribe como LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero), GLBT (gay, lesbiana, bi y transgénero). 
  • La adición de la Q es una versión más reciente que incluye el término queer que reconoce identidades más fluidas. 
  • La Q también puede significar ‘preguntándose’, refiriéndose a aquellos que todavía están explorando su propia sexualidad y / o género.
  • Ocasionalmente, el acrónimo también se escribe como LGBTA para incluir a las personas que son asexuales.

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