Nick Kyrgios destroza sus raquetas y su sueño de ganar el US Open

El ruso Karen Khachanov sorprendió a Kyrgios en un igualado partido que pudo caer de cualquier lado

Nick Kyrgios destroza una raqueta al final del partido.

Nick Kyrgios destroza una raqueta al final de su partido contra Khachanov. Crédito: Dino García | Impremedia

QUEENS, NY – Otra sorpresa en el US Open. El ruso Karen Khachanov, 26 años, dejó en el camino a uno de los favoritos, el australiano Nick Kyrgios, 27, que es el jugador que más partidos ha ganado en los últimos tres meses.

Pero los favoritos duran poco este año en Nueva York. Primero cayó el número 1 del mundo, Daniil Medvedev –a manos del propio Kyrgios–, después Rafael Nadal. Ahora el australiano, la eterna promesa, que se encontraba en el mejor momento de su carrera.

Pero Khachanov, verdugo en la ronda anterior de Pablo Carreño Busta, jugó un partido muy serio. Sacó de forma excelente, con 30 aces y 60% de primeros saques y, sobre todo, tuvo la cabeza más fría en los momentos claves. Supo aprovechar 4 de las 8 bolas de break que le cedió Kyrgios, también muy consistente con su servicio durante casi todo el partido (31 aces y 72% de primeros).

“Estoy destrozado, mentalmente devastado. Sólo me importan los Grand Slams. Soy incapaz de pensar en otro torneo ahora”

Nick Kyrgios
Karen Khachanov jugó un partido sin fisuras, concentrado de principio a fin. / Foto: Dino García, El DIARIO NY

Era el tercer partido entre Kyrgios y Khachanov, con una victoria previa para cada uno. Y no pudo estar más igualado: 7-5, 4-6, 7-5, 6-7(3) y 6-4 en 3 horas y 39 minutos. Cualquier pudo ganar cada uno de los cinco sets.

“He tenido que jugar bien y pelear casi 4 horas Es la única forma de ganar a Nick”, dijo Khachanov aún sobre la pista al final del partido, justo después de que Kyrgios se fuera al vestuario tras romper dos raquetas contra el suelo.

“Estuve enfocado del principio al final. Estoy muy orgulloso de mí mismo esta noche”, añadió el de Moscú.

Khachanov se enfrentará en la semifinal al noruego Casper Ruud, 23 años, que aspira a convertirse en número 1 del mundo si alcanza la final y Carlos Alcaraz no gana el torneo. Ruud avanzó en su partido del mediodía del martes ante el italiano Matteo Berrettini. Serán sus segundos cuartos de final en un “grande” después de haber alcanzado la final de Roland Garros este año, que perdió ante Rafael Nadal.

Khachanov y y Ruud sólo se han visto las caras una vez antes, en el Masters 1000 de Roma de 2020, sobre polvo de ladrillo, con victoria del noruego en tres sets, que volverá a ser favorito el viernes.

“No tengo nada que perder. Sólo quiero prepararme para el siguiente partido y espero que sea uno bueno”, dijo Khachanov sobre su rival el viernes en la que será su primera semifinal de un “grande”.

Volaban los aces

Los siete primeros juegos se jugaron en 18 minutos. Los puntos volaban, siempre del lado de quien estuviera sacando. Hasta que con 6-5 en contra y sacando, Kyrgios cometió una doble falta y dos errores no forzados para ceder la única bola de break del set. Khachanov aprovechó el resquicio y con un preciso globo se llevó el set. Un 7-5 con 9 aces de cada lado en tan solo 35 minutos.

Entonces el australiano tuvo que ser asistido por el médico por un dolor en la rodilla tras decirle a su equipo que le dolía incluso al caminar.

Arrancó el segundo set con poca movilidad –que luego recuperó– y un revés más débil de lo habitual, pero aún así logró un break en el tercer juego que supo consolidar y defender con su saque hasta llevarse el parcial.

Un solo punto de break, como en el primer set para Khachanov, era suficiente para ganar el set entre estos dos poderosos sacadores.

Entre media Kyrgios golpeó una bola entre las piernas, por diversión, cuando iba abajo 0-40 al resto en el séptimo juego. Ganó ese punto entre los aplausos del público, pero de todos modos perdió el juego.

Poco después haría una genial dejada a botepronto. El que fuera número 1 del mundo junior sabe cómo entretener al público. Y con el techo del Arthur Ashe cerrado, lo que genera un ruidoso efecto eco, cada golpe brillante de Kyrgios, claramente favorito del público, se volvía ensordecedor.

También pidió el apoyo del público cuando con 4-4 en el tercer set se generó dos bolas de break. Pero desaprovechó las dos y lanzó la raqueta contra el suelo con furia. Esta vez sí pareció desconcentrarse un tanto, porque en el siguiente juego cedió rápidamente un 15-40. Pero se recompuso, de nuevo, con una serie de excelentes servicios para igualar a 5-5.

Khachanov no falló en los momentos clave

Entones se repitió la situación del primer set. Con 5-5, Khachanov mantuvo su saque para 6-5. Entonces Kyrgios, quizá presionado por la situación extrema, falló con su saque como no lo había hecho en todo el set (81% de primeros servicios, su mejor set de la noche) y dejó escapar una manga que tuvo muy cerca. De nuevo 7-5 para el ruso.

Y con 2-2 en el cuarto, sucedió a la inversa, casi igual que en el segundo set. Fue Khachanov quien cedió su saque para que Kyrgios tomara ventaja. Pero esta vez el australiano no supo consolidar el break por culpa de varios errores no forzados.

Entonces se llegó, otra vez, al 5-6 con Kyrgios obligado a mantener su saque para forzar el tie-break. Esta vez, a diferencia del primer y tercer set, no dudó y forzó el desempate, que ganó con mucha paciencia en intercambios largos.

Kyrgios arrancó el set definitivo demasiado relajado, quizá por la facilidad con la que había ganado el tie-break. En el primer juego, con su saque, golpeó una bola bajo las piernas y dos boteprontos para los que podía haberse colocado mejor. Prácticamente sin darse cuenta había cedido un break. Sería su tumba.

Con 1-2, el australiano tuvo su oportunidad de devolver el break. Pero se la jugó con un intento de dejada desde el fondo de la pista que se quedó en la red. El resto del set fue intenso, con bolas de break para ambos, pero ambos supieron mantener su servicio hasta el final. Una bola de Khachanov en la red que cayó del lado de Kyrgios fue el último clavo en el ataúd, que en parte se fabricó el mismo, del australiano.

El primer Grand Slam del chico malo del tenis mundial tendrá que esperar.

Foto: Dino García, EL DIARIO NY

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