“¡Ya no soy la misma!: Mujeres de la Gran Manzana con más riesgos de perder sus trabajos por el misterioso ‘COVID prolongado’

28% de las mujeres de la ciudad de Nueva York, con una “probable infección pasada por COVID-19”, informan síntomas a largo plazo relacionado con el virus, en comparación con el 21% de los hombres

La dominicana Teresa Castillo, como miles de sobrevivientes de COVID-19, asegura que no ha recuperado el olfato.

La dominicana Teresa Castillo, como miles de sobrevivientes de COVID-19, asegura que no ha recuperado el olfato. Crédito: Fernando Martínez | Impremedia

Nada ha sido igual para la dominicana Teresa Castillo, residente del Alto Manhattan, desde que en marzo de 2020 estuvo en cama con síntomas muy graves de la COVID-19. Aunque superó la enfermedad, luego de 30 meses, sigue teniendo algunas secuelas que está segura están asociadas con esa infección viral. 

“Todavía no he recuperado del todo el olfato. Y vivo con un zumbido y molestias en el oído izquierdo”, cuenta la isleña con la certeza que enfrenta, aunque sin mayores complicaciones, lo que la ciencia todavía está tratando de entender y hasta ahora es un gran rompecabezas: La COVID prolongada. 

Teresa al igual de miles de neoyorquinos que sobrevivieron a la pandemia, sienten que hay síntomas en su cuerpo y en sus emociones que no desaparecen. Un caso, entre miles, que forma parte de un tema muy complejo que la Ciudad de Nueva York está tratando de entender, cuando incluso el país declaró el fin de la pandemia. 

De acuerdo con algunas aproximaciones, la población femenina que vive en la Gran Manzana está en un rango más alto de reportes de secuelas prolongadas por coronavirus. 

Algunos datos ya compartidos, aunque no publicados ampliamente, muestran que el 28% de las mujeres de la ciudad de Nueva York, con una “probable infección pasada por COVID-19”, informaron al menos un síntoma a largo plazo relacionado con el virus, en comparación con el 21% de los hombres. 

Estas cifras fueron comentadas por la Dra Celia Quinn, Sudcomisionada de Control de Enfermedad del Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York (DOHMH) derivadas de la Encuesta de Salud Comunitaria 2021. 

“En general, hasta el 30%” de los adultos de la ciudad, con un caso anterior de COVID-19, pueden experimentar algún tipo de COVID prolongado”, especificó Quinn la semana pasada, ante la Comisión de Mujeres y Equidad de Género del Concejo Municipal, una instancia que empezó a buscar vías para que todos los servicios médicos puedan tener un patrón de acción claro, ante estas patologías, que en algunos casos, pueden deshabilitar a los pacientes para trabajar.

El periódico The New York Times cita otros estudios que revelan “que alrededor del 60 por ciento de los pacientes con COVID prolongado en el país son mujeres”, asociando esta desproporción a factores genéticos. 

Además, se aprecia en varias investigaciones, que como la pandemia ha tenido un efecto significativo en las comunidades latinas y afroamericanas, es “bastante posible que también presenten un número elevado de casos de covid persistente”. 

 Mujeres con la mayor carga

Por ahora, la conclusión es que las mujeres, son más propensas que los hombres, a enfrentar síntomas debilitantes a largo plazo, que las alejan de la fuerza laboral. 

Tal es el caso de Teresa Rodríguez, una dominicana de 50 años que además de haberse contagiado del virus y haber tenido síntomas muy leves, tuvo que enfrentar los días el dolor de la muerte de su madre, quien sucumbió a complicaciones de la infección en mayo de 2020. Hasta ahora le ha resultado imposible incorporarse totalmente a su trabajo como asistente docente. Subraya que “no se puede concentrar en nada”. 

“En mi casa todos nos enfermamos. Obviamente hay un duelo. Pero ya han pasado casi dos años y yo he quedado con unos ataques de ansiedad que no se explican. Mi doctor me ha dicho que se trata del dolor del duelo. Pero yo siento que hay algo más. Se me mezcla con dolores en el pecho, con una angustia que no es normal. Yo siempre he sido muy positiva”, relata Teresa. 

Con base a lo reportado hasta ahora por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las personas que se infectaron con el coronavirus, así hayan tenido una enfermedad leve o moderada, al igual que las que no tienen ninguna afección médica subyacente, pueden presentar algunos síntomas como fatiga, dificultades para respirar, ritmo cardiaco errático, dolores de cabeza, mareos, depresión, así como problemas de memoria y concentración. 

El Concejo Municipal escucha testimonios de mujeres afectadas por síntomas prolongados del coronavirus. (Foto: F. Martínez) Crédito: Fernando Martínez | Impremedia

“Los síntomas solo en la cabeza”

Estos cuadros de COVID prolongados o persistentes, están poniendo sobre la mesa otros desafíos para la Ciudad, como lo indica la concejal Tiffany Cabán, presidente del Comité de Mujeres y Equidad de Género, quien analiza cómo se puede extender a toda la comunidad médica, información valiosa que permita abordar de manera adecuada estos casos. 

“Hemos escuchado testimonios de mujeres que sus médicos le dicen que todos los síntomas están en su cabeza y no toman en serio la posibilidad de que pueden estar deshabilitadas para trabajar”, subrayó Cabán. 

En este momento, el Concejo está tratando de analizar cómo generar protecciones a largo plazo a las mujeres, quienes por el cruce de algunos datos científicos, tienen el doble de probabilidades que los hombres de experimentar afecciones prolongadas y enfrentar síntomas debilitantes a largo plazo que las expulsan de la fuerza laboral. 

 Lo que asoma la legisladora Cabán, lo confirma la isleña Teresa Rodríguez: “le insisto a mi médico que no es normal cómo me siento. Y él insiste que solo ponga de mi parte, que todo es la mente”. 

La historia de Teresa es mucho más común de lo que se piensa, pues como describen varias investigaciones científicas, cuando los pacientes presentan síntomas persistentes acuden a sus médicos y las pruebas de rutina como radiografías de tórax, tomografías y análisis de sangre, no siempre identifican problemas fisiológicos. 

A la colombiana Sara Martínez, de 55 años, residente de Queens, le pasa casi lo mismo.

“Yo trabajo en un restaurante en la cocina. Sabes que eso es un trabajo que pasas horas parada. Levantas peso. Necesitas mucha agilidad. Desde que me contagié, siento que no soy la misma. Es duro, muy duro describirlo, porque ni tu médico te entiende. Dicen que es stress. Hay ratos en que me quedo como paralizada, como nublada. Pero toca seguir adelante”, relató la inmigrante.

Una “fotografía” amplia y precisa de cómo la población femenina trabajadora de la Gran Manzana ha sido afectada en su vida laboral, por las diferentes consecuencias prolongadas de esta infección viral, está muy lejos de captarse. Pero por testimonios que empezaron a recogerse en el Concejo Municipal, se podría estar al frente de una “profunda herida”, dejada por la pandemia.

“Mi jefe me dijo que si yo no podía más, me iba a recortar horas. Que me veía cansada“, fue la sentencia que recibió Martínez a principios de año.

La Ciudad cuenta con centros especiales

La buena noticia para los neoyorquinos, es que aunque no hay un criterio muy claro en la comunidad científica de cómo abordar y diagnosticar estos cuadros, la Ciudad de Nueva York instaló tres centros especializados en hospitales públicos, para hacer seguimiento a estos pacientes.

La Corporación de Hospitales Públicos (NYC Health + Hospitals) ofrece un programa llamado AfterCare en donde las personas que presumen que pueden estar experimentando un COVID prolongado, pueden tener acceso a servicios especiales.

Estos servicios incluyen tres clínicas públicas llamadas ‘Centros de Excelencia COVID-19’ las cuales son unidades al alta generación ubicadas Tremont en El Bronx, Jackson Heights en Queens y Brooklyn. Los tres centros brindan atención de seguimiento a corto y largo plazo para quienes se recuperan de COVID-19. 

Estas unidades incluyen servicios integrales de salud mental y salas de examen con tecnología especial.

“Hemos completado más de 20,000 visitas a los tres Centros de Excelencia”, detalló el Dr Ted Long, director ejecutivo del programa Test & Treat.

Sin embargo, más allá de las clínicas y el programa AfterCare, existe la certeza que los impactos en salud mental, seguirán siendo demoledores para miles de afectados por este virus.

Síntomas de COVID prolongado más comunes: 

De acuerdo con los CDC las personas que experimentan condiciones posteriores a la COVID informan con mayor frecuencia: 

  • Cansancio o fatiga que interfiere con la vida diaria 
  • Fiebre 
  • Síntomas respiratorios y cardíacos. 
  • Dificultad para respirar  
  • Tos 
  • Dolor de pecho 
  • Latidos rápidos o fuertes del corazón (también conocido como palpitaciones del corazón) 
  • Síntomas neurológicos 
  • Dificultad para pensar o concentrarse (a veces denominada “niebla mental”) 
  • Dolor de cabeza 
  • Problemas para dormir 
  • Mareos al ponerse de pie (aturdimiento) 
  • Cambio en el olfato o el gusto 
  • Depresión o ansiedad 
  • Diarrea 
  • Dolor articular o muscular 
  • Sarpullido 
  • Cambios en los ciclos menstruales 

¿Cuándo y quienes? 

Aunque todavía no existe una fotografía exacta de la COVID prolongada, las CDC maneja a la fecha algunas aproximaciones: 

  • 13,3% presenta un mes o más después de la infección algunos síntomas. 
  • 2,5 % a los tres meses o más, según algunas encuestas. 
  • Más del 30% a los 6 meses, entre los pacientes que fueron hospitalizados

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