Esclavitud sexual y fronteras porosas, mala combinación
Leonardo, junto con sus hermanos y coacusados, Melisa y Marcos —ambos arrestados previamente en Queens, Nueva York—, operaron al menos desde 1997 un esquema en el que usaron “falsas promesas de amor para traficar sexualmente a decenas de mujeres”
El 7 de enero pasado, fue extraditado de México a los Estados Unidos Leonardo Jiménez Rodríguez, quien enfrenta en el distrito este de esta ciudad, una acusación de 6 cargos que incluyen conspiración de tráfico sexual, prostitución interestatal, contrabando de extranjeros y otros delitos.
Oriundo de San Miguel Tenancingo, Tlaxcala, Leonardo, junto con sus hermanos y coacusados, Melisa y Marcos —ambos arrestados previamente en Queens, Nueva York—, operaron al menos desde 1997 un esquema en el que usaron “falsas promesas de amor para traficar sexualmente a decenas de mujeres” a la Gran Manzana, según dijo hace unos días el fiscal general de Brooklyn, Breon Peace.
En lo que va del siglo se han abierto acusaciones contra proxenetas oriundos de Tlaxcala en al menos 13 estados de la Unión Americana. Sin demeritar a las que han iniciado algún proceso en contra de este tipo de criminales, ninguna otra corte del país se acerca al esfuerzo emprendido desde la Corte Federal del distrito este de Nueva York, (EDNY) donde han perseguido por consigna a las familias dedicadas a diseminar esta receta que conjuga terror, injusticia, corrupción y flagrantes violaciones a la ley.
En ocho acusaciones del EDNY—la primera aparecida en el 2004 y la más reciente en el 2021—, se presenta a 42 mexicanos, 30 de ellos ya sentenciados incluso 6 de ellos liberados tras haber cumplido su condena. Y hasta el día de ayer, 4 permanecían en calidad de prófugos de la justicia y los 8 restantes, ya detenidos, viven distintas partes de su proceso, en algunos casos esperando condena y en otros buscando un acuerdo de culpabilidad. Son 28 los que aún están presos y aunque tan sólo 10 de ellos duermen en el Centro de Detección Metropolitana de Brooklyn.
La peor de las cifras es aquella en la que al menos 100 mujeres han sido obligadas a trabajar como esclavas sexuales en esquemas donde se les obliga a brindar un promedio de 20 servicios diarios, cuyas utilidades van a parar a los traficantes que dan la mitad a los choferes que trasladan a las mujeres a los servicios.
El drama de la explotación sexual de mujeres vulnerables que acceden al galanteo de uno que primero les declara su amor y luego las explotará, se suma a otros dos que suceden el México. El primero es la desaparición de más de mil 300 niñas y adolescentes entre los 10 y los 19 años durante el 2022, un 20% más en comparación con el periodo anterior, según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación.
Y el segundo son los encuentros (detenciones y expulsiones) mensuales entre los agentes de la Patrulla Fronteriza y migrantes que intentan cruzar a los Estados Unidos que alcanzaron en noviembre del 2022 el pico histórico de más de 200 mil, según datos mensuales disponibles de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
Niñas raptadas, fronteras porosas y el gran mercado para el sexo neoyorquino. Una terrible combinación para una crisis de derechos humanos que no se ve por donde pueda culminar.
* Juan Alberto Vázquez es corresponsal de Milenio (México) y autor del libro “NXIVM: La secta que sedujo al poder en México”. Twitter @juansinatra