Descubren restos de un bosque de megaflora de 22 millones de años en el Canal de Panamá

Conoce los secretos de un antiguo bosque de manglares encontrado en Panamá, que revela un ecosistema de 22 millones de años con árboles colosales

Ilustración de un bosque de manglares en la isla de Barro Colorado en el Canal de Panamá.

Ilustración de un bosque de manglares en la isla de Barro Colorado en el Canal de Panamá. Crédito: Imagen creada por El Diario NY con Dall-e | Impremedia

Los científicos han desenterrado los restos fosilizados de un antiguo bosque de manglares en la isla de Barro Colorado, en el Canal de Panamá, en un descubrimiento notable que revela las capas del tiempo.

Este importante hallazgo, que data de hace más de 22 millones de años, ofrece una visión poco común del pasado ecológico de la Tierra y de los cambios dinámicos que ha experimentado nuestro planeta.

La reciente expedición del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y publicado en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, condujo a la identificación de 121 especímenes de madera fosilizada pertenecientes a la especie extinta Sonneratioxylon barrocoloradoensis.

Estos restos pintan una imagen vívida de un próspero bosque de manglares que una vez dominó la costa del centro de Panamá.

Al analizar el tamaño y la estructura de esta “megaflora”, los investigadores estiman que estos colosales árboles alcanzaron alturas de hasta 131 pies, superando con creces la estatura de los manglares modernos.

Un final cataclísmico: El Lahar que preservó la historia

El estudio de estos árboles antiguos ha arrojado luz sobre su repentina desaparición durante el Mioceno temprano. La colisión de placas tectónicas provocó erupciones volcánicas y la liberación de un lahar, un destructivo flujo de lodo que enterró el bosque bajo un manto de material volcánico.

Este evento, junto con la falta de oxígeno y las altas concentraciones de sílice, preservó notablemente la madera durante millones de años, ofreciendo a los científicos una ventana bien conservada a este mundo antiguo.

Estos restos pintan una imagen de un próspero bosque de manglares que una vez dominó la costa del centro de Panamá. (Imagen creada por Impremedia con Dall-e)
Estos restos pintan una imagen de un próspero bosque de manglares que una vez dominó la costa del centro de Panamá. (Imagen creada por Impremedia con Dall-e)

Irónicamente, la construcción del Canal de Panamá, un esfuerzo masivo realizado por el hombre, condujo al descubrimiento accidental de estos restos prehistóricos. Si bien estos proyectos a menudo borran artefactos históricos y ecológicos, la remoción de sedimentos para la expansión del canal desenterró estos fósiles y otros, brindando información invaluable sobre la historia geológica y ecológica de la Tierra.

Este hallazgo resalta la importancia de equilibrar el desarrollo con la preservación del pasado de nuestro planeta.

El descubrimiento de la especie Sonneratioxylon barrocoloradoensis ofrece una mirada sin precedentes a un período en el que los continentes de la Tierra eran dramáticamente diferentes y Panamá servía como una estrecha península volcánica que conectaba América del Norte y del Sur.

El bosque de manglares fosilizados no solo revela la existencia de un exuberante ecosistema tropical, sino que también cuenta la historia del paisaje en constante cambio del planeta, moldeado por movimientos tectónicos y cambios climáticos.

La presencia de estos árboles centenarios en lo que ahora es una isla artificial, creada durante la construcción del Canal de Panamá, subraya las formas inesperadas en que la actividad humana puede descubrir tesoros históricos.

A medida que los científicos continúan estudiando estos extraordinarios especímenes, esperan descubrir más secretos sobre los climas, la biodiversidad y los procesos ecológicos pasados ​​de la Tierra.

Este hallazgo no solo enriquece nuestra comprensión de la era del Mioceno, sino que también proporciona datos esenciales que pueden informar los esfuerzos y estrategias de conservación actuales para proteger los bosques de manglares que quedan en nuestro planeta, que continúan desempeñando un papel vital en los ecosistemas costeros de todo el mundo.

A medida que continuamos explorando y entendiendo estos restos del pasado, obtenemos conocimientos valiosos que pueden guiar nuestra gestión del planeta para las generaciones futuras.

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