Una iniciativa que transforma en profesionales a internos de prisiones de Nueva York está en riesgo ante recortes de fondos

Mayoría demócrata del Concejo Municipal se enfrenta al alcalde Eric Adams por los anuncios de recortes educativos, que incluyen programas de formación académica a la población penitenciaria

El puertorriqueño Giovannie Hernández estuvo 11 años tras las rejas. Hoy es un testimonio poderoso de la redención que logra la educación.

El puertorriqueño Giovannie Hernández estuvo 11 años tras las rejas. Hoy es un testimonio poderoso de la redención que logra la educación. Crédito: Fernando Martínez | Impremedia

Desde su oficina en un rascacielos del Bajo Manhattan, el puertorriqueño Giovannie Hernández recuerda los 11 años y seis meses que estuvo en prisión, por un grave error que cometió cuando tenía apenas 16 años. Vivió la pesadilla del confinamiento solitario. También la desesperación, de confrontar una realidad, en donde en ningún momento aparecía la palabra “futuro”. 

Uno de esos días de sombra, llegó a sus manos la posibilidad de que en el interior de un centro penal, podría recibir clases y complementar un grado universitario. Allí, se encendió una chispa que edificó a un profesional que se graduó tras las rejas. Al salir en libertad, tenía en su poder una herramienta para integrarse a una sociedad que es dura, muy dura, con los encarcelados.

Giovannie es uno de los egresados de la Iniciativa Prison Bard (BPI), la cual desde 2001 ha instalado aulas universitarias dentro de prisiones estatales, para abrir la asequibilidad académica a una población que como ninguna otra, es excluida de cualquier programa educativo. 

Estos alumnos reciben la misma instrucción y rigurosidad académica de Bard College, una escuela privada de artes liberales en Hudson, Nueva York.

Pero como han denunciado algunos bloques del Concejo Municipal, en lo inmediato este programa está “amenazado” de recibir recortes del presupuesto de la Ciudad de Nueva York, en el año fiscal 2025. Un tema que en este momento está en plena discusión.

“Abramos más aulas”

Hoy Giovannie, quien creció en El Bronx, trabaja en una firma que colabora con funcionarios gubernamentales, legisladores y agencias reguladoras para analizar políticas que tengan impacto local, estatal y federal. Y, precisamente, le ha tocado estar del lado de quienes defienden que los fondos para financiar proyectos educativos en las cárceles, no sean recortados. 

Hoy en día, BPI opera en siete instalaciones correccionales e inscribe a más de 400 estudiantes encarcelados en programas de tiempo completo que culminan con títulos de Bard College. 

“Cuando sales de prisión tienes a casi todo el mundo en contra. Debes sobrevivir con retos de salud mental, de vivienda y trabajo. Estudiar me permitió transformarme. A tener pensamiento crítico. A conocer de arte, de literatura, de historia. Esa es una oportunidad que se merecen muchas más personas para poder regresar a las calles transformados”, asevera quien obtuvo una licenciatura asociada de Arte y Literatura del Bard College, mientras estaba recluido en la prisión de Eastern al norte de Nueva York.

Una vez inscritos, los estudiantes de BPI se embarcan en un riguroso curso de estudios que coincide con la amplitud e intensidad de la experiencia de aprendizaje de Bard College. 

Esta iniciativa apoya a los estudiantes durante su inscripción para identificar formas en que un título en artes liberales puede trasladarse a su vida a largo plazo. Más aun, cuando les toca superar la dureza de los barrotes de una cárcel, para luego sobrevivir a los estigmas sociales que enfrentan quienes han estado privados de libertad.

“Lo más interesante de este programa, es que cuando estás en el aula, los profesores jamás te tratan como un prisionero. Su comunicación es con un estudiante. Con alguien a quien hay que exigirle rendimiento y responsabilidad. Fue una experiencia que salvó mi vida. Que más bien debe expandirse, no reducirse”, remarcó el boricua.

Giovannie Hernández era apenas un adolescente cuando conoció la prisión, pero en ese espacio recibió la oportunidad de obtener un título universitario que transformó su existencia. (Foto: F: Martínez)

Un pupitre que evita la reincidencia

Para los exalumnos de BPI, la preparación para su reinserción social, comienza dentro de la prisión con su decisión de postularse a la universidad y se desarrolla a través de años de asesoramiento y participación académica intensiva. 

Al salir de prisión, los exalumnos se unen a una extensa red de aliados y, lo más importante, compañeros graduados que brindan apoyo fundamental para navegar la vida, después de la liberación y construir futuros personalmente significativos.

Esta iniciativa no solo ofrece una carrera universitaria, sino todo un sistema de conexiones para lograr insertarse en el mundo laboral y tener acceso a planes de vivienda y de salud mental.

La tasa de reincidencia de los estudiantes de BPI que obtienen un título es del 8.7%, pero la de los estudiantes que obtienen un título BA cae al 3.1%. Estas tendencias contrastan marcadamente con la tasa de reincidencia nacional que supera el 60%, con base a datos oficiales compartidos por esta institución el pasado mes de abril.

Esta semana, el Concejo Municipal pidió restauraciones y mayores inversiones en programas como BPI, que de acuerdo con un comunicado “ayudarían a reducir la reincidencia, responder a los desafíos de salud mental y proporcionar más estabilidad a los neoyorquinos más vulnerables”.

Se confirmó que varios programas enfrentan recortes o “financiamiento inadecuado”, que quedaron fuera del Presupuesto Ejecutivo del Alcalde Eric Adams para el año fiscal 2025.

Durante años, la Oficina de Justicia Penal de la Alcaldía ha gestionado programas de alternativas al encarcelamiento, libertad supervisada y reingreso para facilitar la reinserción a la población penitenciaria, pero la queja puesta en relieve en los últimos días, es que como parte del Programa del Alcalde para Eliminar la Brecha , muchos de estos programas sufrieron un recorte de casi $28 millones y solo fueron restablecidos parcialmente en el Presupuesto Ejecutivo.

En el medio de esta diatriba, la concejal dominicana, Carmen de La Rosa confirmó a El Diario que “echar tijera” a las redes de seguridad social, en general, son perjudiciales para todos los neoyorquinos. 

“Nuestra población que ha dejado cárceles y prisiones, es una de las más vulnerables, con menos acceso a ingresos estables, servicios de asistencia y discriminación de vivienda. Debemos luchar por combatir las tasas de reincidencia. A partir de ahora, se propone un recorte de exactamente $27.8 millones a la Oficina de Justicia Penal y se recortarán $8 millones para programas de reingreso, poniendo en peligro la efectividad de los programas de reincidencia”, remató la legisladora quien representa al Alto Manhattan.

De La Rosa sostiene que más bien con los ingresos adicionales que se proyectan en las arcas de la Ciudad, los recortes propuestos son innecesarios.

Un estudio divulgado por Bard College encontró que por cada dólar que un estado invierte en la universidad en prisión, ahorra entre cuatro y cinco dólares en términos de costos de encarcelamiento.

Además de reducir la reincidencia, se ha descubierto que brindar oportunidades universitarias en prisión genera sólidos resultados laborales, desarrolla habilidades demandadas por los empleadores, hace que las prisiones sean más seguras y fortalece las vías para una reinserción exitosa.

“No permitiremos recortes”

Por su parte, la líder de la mayoría demócrata de la cámara municipal, Amanda Farías remarcó que “por el bien de la ciudad de Nueva York”, no permitirán recortes en estas iniciativas a favor de la población penitenciaria.

“La Ciudad debería realizar inversiones para fortalecer estos programas, porque sabemos que funcionan y son esenciales para fomentar comunidades seguras. Recortar estas iniciativas es ignorar las causas fundamentales del comportamiento criminal y arriesgar la seguridad de los vecinos. Se trata de una garantía para que no gastemos demasiado, en mantener en prisión a personas que no necesitan estar allí”, remató Farías.

“Es un presupuesto racional”

En el forcejeo de las discusiones del Proyecto de Presupuesto del año fiscal 2025 de la Ciudad de Nueva York, el cual asciende a $111,6 mil millones, presentado por el alcalde Eric Adams, en efecto se confirma que caen en el foso de menos fondos, no solo estos programas de educación universitaria carcelaria, sino la educación inicial 3-K y pre-K y el sistema de bibliotecas.

Uno de los aspectos más impactantes, es que la mayoría de las bibliotecas en los cinco condados, sólo abrirán cinco días a la semana.

La propuesta de recortes del mandatario municipal, será deliberada entre su oficina y el Concejo Municipal, antes de que acuerden un presupuesto final antes del 1 de julio.

“Hemos hecho un presupuesto que abarca muchas más inversiones racionales, en todas las áreas para los neoyorquinos más vulnerables, pues las perspectivas financieras de la ciudad de Nueva York están mejorando. Ninguna municipalidad del país apoya de manera tan estructurada a las estrategias de reinserción social de la población carcelaria. Lo seguiremos haciendo, luego de victorias en el presupuesto estatal, mejores ganancias de Wall Street y un regreso a las cifras de turismo anteriores a la pandemia”, reaccionó un portavoz municipal al ser consultado por este capítulo específico de las disminuciones presupuestarias.

Un auxilio del Congreso

Pero mientras hay vientos de recortes a esta iniciativa en la ciudad de Nueva York, Bard Prison Initiative, confirmó que recibirá $4,5 millones en fondos directos del Congreso para ayudar a profundizar el trabajo universitario en 7 prisiones del estado de Nueva York, así como sus programas de reingreso y exalumnos en todo el estado.

La financiación fue asegurada por el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer (D-NY), y contó con el apoyo de la senadora Kirsten Gillibrand (D-NY) y el representante Ritchie Torres (NY-15).

“La Iniciativa de Prisión Bard ha liderado a la nación en la configuración de la forma en que pensamos la educación superior para las personas encarceladas y su papel en cambiar el impacto del encarcelamiento para mejor, dentro y fuera del sistema penitenciario”, ponderó Leon Botstein, presidente del Bard College.

Datos:

  • 8.7% es la tasa de reincidencia de los estudiantes de BPI que obtienen un título.
  • 60% es el promedio de personas liberadas del sistema de justicia penal que vuelven a cometer delitos.

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