Descubre cómo los anticonceptivos hormonales impactan en tu salud mental
Más del 85% de las mujeres de todo el mundo los han usado en un momento dado. ¿Pero cómo afecta este método anticonceptivo al ánimo y las emociones?
Millones de mujeres en todo el mundo en algún momento utilizan anticonceptivos hormonales.
Aunque se toman principalmente como método anticonceptivo, muchas personas también usan anticonceptivos hormonales para controlar una variedad de síntomas relacionados con la menstruación, desde calambres y acné hasta cambios de humor.
Sin embargo, para hasta un 10% de las mujeres, los anticonceptivos hormonales pueden aumentar el riesgo de depresión. Las hormonas, incluidas el estrógeno y la progesterona, son cruciales para la salud del cerebro. Entonces, ¿cómo afecta a la salud mental la modificación de los niveles hormonales con anticonceptivos hormonales?
Soy una investigadora que estudia la neurociencia del estrés y los procesos relacionados con las emociones. También estudio las diferencias sexuales en la vulnerabilidad y la resiliencia a los trastornos de salud mental.
Y entender cómo los anticonceptivos hormonales afectan el estado de ánimo, puede ayudar a los investigadores a predecir quién experimentará efectos positivos o negativos.
¿Cómo funcionan los anticonceptivos hormonales?
En Estados Unidos y otros países occidentales, la forma más común de anticonceptivo hormonal es “la píldora”, una combinación de un estrógeno sintético y una progesterona sintética, dos hormonas implicadas en la regulación del ciclo menstrual, la ovulación y el embarazo.
El estrógeno coordina la liberación programada de otras hormonas y la progesterona mantiene el embarazo.
Esto puede parecer contradictorio: ¿por qué las hormonas naturales necesarias para el embarazo también previenen el embarazo? ¿Y por qué tomar una hormona reduce los niveles de esa misma hormona?
Los ciclos hormonales están estrictamente controlados por las propias hormonas. Cuando los niveles de progesterona aumentan, se activan procesos en las células que detienen la producción de más progesterona. A esto se le llama ciclo de retroalimentación negativa.
El estrógeno y la progesterona de la píldora diaria, u otras formas comunes de anticonceptivos como implantes o anillos vaginales, hacen que el cuerpo disminuya la producción de esas hormonas, reduciéndolas a niveles observados fuera de la ventana fértil del ciclo.
Esto altera el ciclo hormonal cuidadosamente orquestado, que es necesario para la ovulación, la menstruación y el embarazo.
Efectos en el cerebro de los anticonceptivos hormonales
Los anticonceptivos hormonales afectan algo más que los ovarios y el útero.
El cerebro, específicamente un área llamada hipotálamo, controla la sincronización de los niveles de hormonas ováricas. Aunque se les llama “hormonas ováricas”, los receptores de estrógeno y progesterona también están presentes en todo el cerebro.
El estrógeno y la progesterona tienen amplios efectos sobre las neuronas y los procesos celulares que no tienen nada que ver con la reproducción. Por ejemplo, el estrógeno desempeña un papel en los procesos que controlan la formación de la memoria y protege el cerebro contra daños. La progesterona ayuda a regular las emociones.
Al cambiar los niveles de estas hormonas en el cerebro y el cuerpo, los anticonceptivos hormonales pueden modular el estado de ánimo, para bien o para mal.
Interacción con el estrés
El estrógeno y la progesterona también regulan la respuesta al estrés: la reacción de “lucha o huida” del cuerpo ante desafíos físicos o psicológicos.
La principal hormona implicada en la respuesta al estrés (el cortisol en humanos y la corticosterona en roedores, abreviadas como CORT) es una hormona metabólica, lo que significa que el aumento de los niveles sanguíneos de estas hormonas durante condiciones estresantes provoca una mayor movilización de energía de las reservas de grasa.
La interacción entre los sistemas de estrés y las hormonas reproductivas es un vínculo crucial entre el estado de ánimo y los anticonceptivos hormonales, ya que la regulación de la energía es extremadamente importante durante el embarazo.
Entonces, ¿qué sucede con la respuesta al estrés de una persona cuando toma anticonceptivos hormonales?
Cuando se exponen a un factor estresante leve –como poner un brazo en agua fría, por ejemplo, o al levantarse para dar un discurso público-, las mujeres que usan anticonceptivos hormonales muestran un aumento menor en CORT que las personas que no los utilizan.
Los investigadores observaron el mismo efecto en ratas y ratones: cuando se trataron diariamente con una combinación de hormonas que imitan la píldora, las ratas y ratones hembra también mostraron una supresión de la respuesta al estrés.
Vínculo con la depresión
¿Aumentan los anticonceptivos hormonales el riesgo de depresión? La respuesta corta es que varía de persona a persona. Pero para la mayoría de la gente, probablemente no.
Es importante señalar que ni el aumento ni la disminución de las respuestas al estrés están directamente relacionados con el riesgo o la resiliencia contra la depresión.
Pero el estrés está estrechamente relacionado con el estado de ánimo y el estrés crónico aumenta sustancialmente el riesgo de depresión.
Al modificar las respuestas al estrés, los anticonceptivos hormonales cambian el riesgo de depresión después del estrés, lo que genera “protección” contra la depresión para muchas personas y “mayor riesgo” para una minoría de personas.
Más de 9 de cada 10 personas que usan anticonceptivos hormonales no experimentarán disminución del estado de ánimo ni síntomas de depresión, y muchas experimentarán una mejora del estado de ánimo.
Pero los investigadores aún no saben quién experimentará un mayor riesgo. Los factores genéticos y la exposición previa al estrés aumentan el riesgo de depresión, y parece que factores similares contribuyen a los cambios de humor relacionados con la anticoncepción hormonal.
Actualmente, los anticonceptivos hormonales suelen recetarse mediante prueba y error: si un tipo causa efectos secundarios en una paciente, otro con una dosis, método de administración o formulación diferente podría ser mejor.
Pero el proceso de “probar y ver” es ineficiente y frustrante, y muchas personas se dan por vencidas en lugar de cambiar a una opción diferente.
Identificar los factores específicos que aumentan el riesgo de depresión y comunicar mejor los beneficios de la anticoncepción hormonal más allá de los anticonceptivos puede ayudar a las pacientes a tomar decisiones de atención médica más informadas.
*Natalie C. Tronson es profesora asociada de psicología, Universidad de Michigan, en Estados Unidos.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí si quieres leer la versión original.
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