Las dos letras que la RAE sacó del abecedario y la historia detrás de la decisión
La decisión fue tomada hace varios años debido a que ambas letras son consideradas ahora como sonidos

La RAE tomó la decisión de sacar algunas letras del abecedario en 2010, generando mucha polémica entre los hablantes de este idioma. Crédito: Shutterstock
La Real Academia Española (RAE), encargada de regular el idioma español, es conocida por hacer ajustes periódicos en las reglas que rigen la lengua. Una de sus decisiones más controvertidas en la última década fue la eliminación de las letras “ch” y “ll” del abecedario en 2010. Esta medida generó una gran cantidad de preguntas entre los hablantes, muchos de los cuales aún se preguntan por qué se tomó esta decisión.
Antes de ese año, el abecedario español contaba con 29 letras, incluyendo las letras “ch” y “ll”. Sin embargo, la RAE decidió que era momento de revisar la lista de letras y ajustarla para reflejar de manera más precisa la realidad fonética del idioma. Como resultado, el abecedario se redujo a 27 letras, las mismas que se utilizan hoy en día.
Este cambio no significa que los sonidos representados por “ch” y “ll” hayan desaparecido del idioma. En realidad, estos sonidos siguen existiendo y siendo fundamentales en la lengua española. Lo que cambió fue su estatus como letras individuales en el abecedario. La RAE determinó que estos signos eran dígrafos y no letras por sí mismas.

¿Qué es un dígrafo y por qué es relevante?
Un dígrafo es una secuencia de dos letras que juntas representan un solo sonido o fonema. En el caso del español, los dígrafos más comunes son “ch”, “ll” y “rr”. Aunque se utilizan dos letras para escribirlos, su pronunciación corresponde a un único sonido. Por ejemplo, “ch” se pronuncia como el sonido /ch/ en la palabra “chico”, y “ll” como /ll/ o /y/ en “calle”.
La decisión de la RAE de clasificar “ch” y “ll” como dígrafos en lugar de letras tiene que ver con la necesidad de simplificar y alinear el abecedario con la realidad fonética. Esta modificación no elimina los dígrafos del idioma; solo los reubica en una categoría más apropiada para su función lingüística.
El anuncio de la RAE en 2010 fue recibido con una mezcla de sorpresa y confusión. Para muchos hablantes, especialmente aquellos acostumbrados a ver “ch” y “ll” listadas como letras, este cambio parecía innecesario. Sin embargo, la RAE se mantuvo firme en su decisión, argumentando que el cambio haría más coherente la enseñanza del español y la clasificación alfabética de palabras.
Uno de los aspectos más polémicos fue la eliminación de estas letras en los diccionarios. Anteriormente, los diccionarios españoles listaban las palabras que comenzaban con “ch” y “ll” en secciones separadas. Con la eliminación de estas letras, las palabras que comienzan con “ch” ahora se encuentran bajo la “c” y las que comienzan con “ll” bajo la “l”. Esta reorganización generó críticas, pero con el tiempo, los hablantes se adaptaron a la nueva forma de buscar palabras.
Es interesante resaltar que el dígrafo “rr” nunca fue considerado una letra en el abecedario español, a pesar de que, como “ch” y “ll”, representa un sonido específico (/rr/). Desde un principio, “rr” ha sido tratado como una combinación de dos letras “r”, por lo que no fue objeto de la misma revisión en 2010.

La evolución del idioma español
La decisión de la RAE refleja la naturaleza evolutiva del lenguaje. El español, como todos los idiomas, cambia con el tiempo. Las modificaciones que realiza la RAE buscan mantener la coherencia y funcionalidad del idioma para sus millones de hablantes en todo el mundo. Aunque algunas decisiones puedan ser inicialmente polémicas, el objetivo es siempre el mismo: preservar y adaptar la lengua a las necesidades de quienes la hablan.
Por ello, la eliminación de “ch” y “ll” del abecedario español fue un paso hacia una mayor simplicidad y precisión en la representación de los sonidos del idioma. Estas combinaciones siguen siendo importantes en la escritura y pronunciación, pero ahora se entienden mejor dentro del contexto de los dígrafos, alineando el abecedario con la realidad fonética del español moderno.
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