Un nuevo capítulo en la política latina: la candidatura a la Alcaldía de Jessica Ramos

Como neoyorquina de ascendencia colombiana, Jessica Ramos representa la evolución demográfica de la comunidad latina de Nueva York

La senadora estatal Jessica Ramos declara su candidatura a la Alcaldía de NY.

La senadora estatal Jessica Ramos declara su candidatura a la Alcaldía de NY. Crédito: Hans Pennink | AP

Hace cincuenta y cinco años, Herman Badillo se subió al podio del Overseas Press Club en West 45th Street y anunció su candidatura a la alcaldía de la ciudad de Nueva York. Badillo, un pionero puertorriqueño, encarnó un momento de surgimiento político latino en la ciudad, marcando un importante paso adelante para la representación en un panorama político que a menudo marginaba voces como la de Badillo. Hoy, medio siglo después, Nueva York es testigo de otro momento de potencial histórico cuando la senadora estatal Jessica Ramos declara su candidatura para el mismo cargo. Su candidatura refleja un nuevo capítulo en la historia de la política latina en Nueva York, uno que, aunque diverso y expansivo, sigue profundamente conectado con el legado de líderes puertorriqueños pioneros como Badillo.

Como neoyorquina de ascendencia colombiana, Ramos representa la evolución demográfica de la comunidad latina de Nueva York, que se ha expandido mucho más allá de sus raíces puertorriqueñas. Hoy en día, los dominicanos constituyen el grupo latino más grande de la ciudad, seguidos de cerca por los puertorriqueños, y los mexicanos, ecuatorianos y colombianos completan las siguientes comunidades más grandes. La candidatura de Ramos habla de esta diversidad y del dinamismo que aporta. La comunidad latina de Nueva York, que ya no está dominada por un grupo, es tan multifacética como la ciudad misma, y la campaña de Ramos haría bien en reflejar y movilizar a este vibrante electorado.

Sin embargo, el ascenso de Ramos no ha estado exento de algunos tropiezos, especialmente entre los latinos. Se ganó el desdén de muchos líderes latinos por su papel en ayudar a torpedear el nombramiento del Boricua Héctor LaSalle, quien habría sido el primer juez jefe latino en el estado de Nueva York. Su oposición a la nominación de LaSalle, en gran medida arraigada en preocupaciones progresistas sobre su historial judicial, condujo a una reacción más amplia de algunos en el establecimiento político latino que vieron su nombramiento como una oportunidad histórica. Si esto dificultará o no su capacidad para consolidar el voto latino sigue siendo uno de sus desafíos clave y requerirá un cuidado considerable.

¿Puede Ramos lanzar una campaña creíble y competitiva en un entorno político complejo y saturado? Dos factores clave sugieren que sí puede.

Primero, su candidatura tiene el potencial de inspirar y movilizar a los latinos de toda la ciudad, un grupo cuya participación nunca ha reflejado su fuerza numérica. Los latinos constituyen casi un tercio de la población de Nueva York, sin embargo, su poder de voto en las elecciones de toda la ciudad ha promediado entre el 15 y el 18 por ciento del voto total. Para Ramos, la oportunidad reside en aprovechar esta fuerza electoral subutilizada. Si se hace bien, su campaña podría provocar un aumento en la participación latina.

En segundo lugar, Ramos trae consigo una fuerte base de apoyo de los sindicatos, un elemento crucial en el panorama político de la ciudad de Nueva York. Como presidenta del Comité Laboral del Senado, Ramos ha defendido los derechos de los trabajadores, desde protecciones salariales hasta mejores estándares laborales, ganándose el respeto y el apoyo de los sindicatos y los votantes de la clase trabajadora en toda la ciudad. Esto le permite construir las amplias coaliciones necesarias para competir en una carrera en toda la ciudad. El atractivo de Ramos para los sindicatos la alinea con las fuerzas progresistas tradicionales. Pero enfrentará una dura competencia de candidatos como Scott Stringer, quien también ha construido vínculos profundos con electores similares.

Para tener éxito, Ramos no solo debe aprovechar estas fortalezas, sino también ampliar su coalición. Necesita atraer no solo a los latinos que pueden votar pero que típicamente no lo hacen, sino también a los progresistas blancos, votantes Afro-Americanos y comunidades asiáticas, todo mientras mantiene su apoyo laboral. Esta no es una tarea pequeña.

La candidatura de Ramos no es sólo un momento histórico para los latinos en la ciudad de Nueva York: es un recordatorio del panorama político en constante cambio de la ciudad. Así como la campaña de Badillo hace cincuenta y cinco años marcó el comienzo de una nueva era para los puertorriqueños en Nueva York, la candidatura de Ramos señala el ascenso de una nueva generación de líderes latinos. Gane o no, su campaña tiene el potencial de despertar al gigante dormido que ha sido durante mucho tiempo la población votante latina.

(*) Eli Valentin es analista político y comentarista para Univisión NY.

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