3 consejos para evitar que los desacuerdos en una discusión acaben en una pelea
Los desacuerdos y las discusiones son parte del día a día, pero podemos intentar evitar que se conviertan en algo más serio

Las discusiones son parte de la vida diaria. Crédito: Getty Images
Estar en desacuerdo es una parte ineludible del ser humano. No todos somos iguales.
Pero mientras que un pequeño desacuerdo puede seguir siendo amistoso, sobre todo, a través de un mensaje de texto o de internet donde podemos editar nuestras respuestas, una discusión cara a cara sobre un tema delicado puede convertirse en una forma más antagónica de discusión.
Es posible que lo haya experimentado durante las fiestas navideñas, en las que muchos de nosotros pasamos más tiempo de lo habitual en contacto directo con nuestros familiares. Esto a veces puede hacer que afloren tensiones latentes.
Una discusión puede empezar por muchos motivos, desde la política hasta el comportamiento del otro, algo con lo que cualquiera que pase mucho tiempo en las redes sociales estará familiarizado.
Pero cuanto más fuerte es la opinión, más intensa y compleja puede llegar a ser una discusión.
Entonces, ¿qué se puede hacer para evitar que una discusión menor se convierta en una pelea mayor, ya sea en internet o cara a cara? Como experta en interacciones sociales, creo que prestar atención a lo que dice la otra persona -y cómo lo dice- es crucial, junto con aprender a evitar responder de formas que podrían estallarte en la cara.
Recuerda que los desacuerdos son parte normal de la vida y de las relaciones. Pero aquí tienes tres consejos clave para evitar que se conviertan en algo más serio.
1. Gestiona la escalada
Si no estás de acuerdo con alguien, mantén la conversación de forma productiva evitando utilizar insultos directos. Además, procura evitar acciones que puedan poner a la otra persona en una posición más confrontativa, como acusaciones, quejas o burlas.
Tendemos a poner mucho énfasis en el contenido de una discusión, y también en nuestras suposiciones sobre lo que la otra persona “piensa realmente”.
¿De qué se trata la discusión? ¿Se trata sólo de un malentendido, o es una cuestión de personalidad, en la que una de las partes es parcial o tiene algún motivo oculto?

Nos importa mucho si la persona cree realmente lo que dice. Los estudios sugieren que a menudo nos molesta que la gente haga de “abogado del diablo” fuera de ciertos contextos.
Pero no es posible conocer realmente las intenciones del otro, así que conviene evitar pensar lo peor de la persona con la que discutimos.
De lo contrario, podrías hablarles injustamente como si estuvieran siendo manipuladores, injustos, perjudiciales o desconsiderados.
2. Mantén la mente abierta
A veces, lo que alguien ha dicho puede sonar (y sentar) bastante mal. Cuando esto ocurra, ten en cuenta dos cosas.
En primer lugar, nada de lo que decimos tiene un único significado. A menudo hay múltiples interpretaciones, y no siempre puedes fiarte de la primera que te venga a la cabeza cuando estás en el fragor del momento.
Durante una discusión, merece la pena frenar y pensar en todas las interpretaciones posibles. Considera la posibilidad de pedir un momento para pensar o tomar una taza de té que los distraiga a ambos de una escalada de tensión.
En segundo lugar, si lo que dice la persona sigue sonando negativo, por muy comprensivo que intentes ser, pídele que te explique más. Puede que no sea fácil, pero la gente suele revelar lo que quería decir si tiene que dar más explicaciones.
Ayudarles a sentir que se les escucha con atención puede desactivar una posible escalada.

3. Céntrate
Hay otra cara de la moneda: elegir cuidadosamente lo que dices y tener en cuenta la imagen que darás de ti mismo. Cualquiera puede verse envuelto en una discusión y decir algo de lo que se arrepienta, incluso tú.
Algo que hay que equilibrar con cuidado es “lo meta”, es decir, hacer una pausa para hablar de la discusión que estás teniendo y de la forma en que la estás teniendo.
Esto puede ser productivo si, por ejemplo, pides que la conversación se centre en algo concreto. Sin embargo, puede interpretarse fácilmente como una crítica implícita a la otra persona.
Si decides hablar de la discusión que estáis teniendo, puede que tengas que incluir una disculpa o hablar en un tono más bajo para evitar que la otra persona piense que vas a acusarla de alguna manera de discutir “erróneamente”.
Es un reto, así que no te sientas mal si no te sale bien la primera vez que intentas esta técnica.
¿Tenemos los mismos valores?
La gente no discute por discutir. Una de las principales razones para discutir es posicionarnos frente a los demás. ¿Estamos del mismo lado y tenemos los mismos valores?
Las discusiones también están ligadas a la identidad. Las discusiones más polémicas generan sentimientos fuertes. Somos conscientes de que nos pueden juzgar por nuestras opiniones, y los demás supondrán que nosotros podemos juzgarles a su vez.
El juicio mutuo puede intensificarse fácilmente, no solo durante una discusión, sino en la relación en su conjunto, provocando una ruptura temporal o incluso la pérdida de la amistad. Las personas que quieren evitarlo suelen pensar que la solución es dejar a un lado los sentimientos y “centrarse en los hechos”.
Pero negar una respuesta emocional puede ser como negar el propio compromiso con una causa valiosa. Reconocer que alguien se siente así es un paso importante para saber sobre qué cosas puedes hacerle cambiar de opinión y qué cosas es mejor dejar de lado, al menos por ahora.
*Jessica Robles es profesora de Psicología Social en la Universidad de Loughborough.
Este artículo fue publicado en The Conversation. Puedes leer su versión original aquí.
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