Río Grande: se acerca el fin a la batalla por el agua, cada vez más escasa, entre Nuevo México y Texas
El Río Grande abastece de agua potable a unos 6 millones de personas y ayuda a regar millones de hectáreas de tierras de cultivo en Estados Unidos y México
La sequía en el Río Grande es la más intensa que ha azotado esta región en los últimos 40 años. Crédito: AP
El año pasado, la Corte Suprema de Estados Unidos obligó a los estados occidentales y al gobierno federal a sentarse nuevamente a negociar, para resolver una larga disputa sobre la gestión del agua del Río Grande, uno de los ríos más largos de América del Norte y, finalmente la disputa que se tornó álgida entre los gobiernos de Nuevo México, Texas y Colorado, se estaría acercando a una solución.
Los gobiernos de los tres estados anunciaron el viernes nuevas propuestas de acuerdo para frenar el bombeo de agua subterránea a lo largo del río en su cauce sobre Nuevo México para garantizar que el río llegue de manera confiable a Texas.
Los funcionarios de Nuevo México dicen que los acuerdos permiten que las decisiones de conservación de agua se tomen a nivel local y, al mismo tiempo, evitan un escenario catastrófico de pagos de miles de millones de dólares por el déficit de agua.
Debido a la sequía y la escasez de agua, los agricultores del sur de Nuevo México han tenido que recurrir cada vez más a la extracción de agua subterránea a medida que las condiciones más cálidas y secas redujeron el caudal y el almacenamiento de los ríos.
Este bombeo provocó que el gobierno de Texas demandara a Nuevo México, alegando que tenían una reducción en el suministro de agua, por lo que un juez especial está encargado de supervisar el caso y hacer una recomendación a la Corte Suprema.
Por ello, los estados involucrados buscaron una solución consensada para restablecer la situación, mediante un elaborado sistema de almacenamiento y compartición de agua entre dos vastos distritos de irrigación adyacentes en el sur de Nuevo México y el oeste de Texas. Sin embargo el gobierno de Nuevo México debe tomar decisiones difíciles para cumplir con sus nuevas obligaciones.
El acuerdo original para compartir el agua del Río Grande
En 1939, Nuevo México era un estado escasamente poblado, por lo que fue sencillo firmar un acuerdo con los gobiernos de sus vecinos, Texas y Colorado para compartir el agua y definió créditos y débitos, así como una serie de parámetros sobre cuándo se podía almacenar agua río arriba. El pacto exigía que se instalaran medidores para monitorear el río y garantizar que se cumplieran las obligaciones río abajo.
Casi un siglo después, cumplir con estos acuerdos se ha complicado para el gobierno de Nuevo México, en la medida que la capa de nieve disminuye en las montañas que alimentan el Río Grande, el suelo reseco absorbe más agua de deshielo y o bien se evapora a causa de las altas temperaturas de la temporada de estiaje, además de que las temporadas de lluvias son cada vez más irregulares, limitando la recarga de los embalses.
Además, el Río Grande abastece de agua potable a unos 6 millones de personas y ayuda a regar millones de hectáreas de tierras de cultivo en Estados Unidos y México.
De hecho, expertos en cambio climático señalan que la situación del Río Grande es igual de grave que la del Río Colorado.
Los acuerdos para el resguardo de agua del Río Grande
Los acuerdos obligan a la creación de un sistema de contabilidad detallado para compartir el agua con Texas. Nuevo México dispondrá de una serie de créditos y débitos que podrá aplicar de manera anual, para atravesar períodos de sequía y lluvias y establecerán mecanismos de regulación en caso de que las entregas de agua a Texas se posponen demasiado tiempo.
Brian Richter, presidente del grupo internacional, Sustainable Waters, afirmó que, en las últimas dos décadas, Nuevo México ha perdido más del 70% del almacenamiento de sus embalses a lo largo del río, mientras que el agua subterránea se ha extraído a un ritmo mayor al que se puede reponer y ha retrasado el suministro de agua a Texas.
“Sin duda, nos encontramos en una situación precaria y se volverá más difícil en el futuro”, dijo. “Por lo tanto, creo que será necesario replantearnos a fondo cómo queremos que sea el futuro del agua en Nuevo México”.
Por ello, este acuerdo tiene como objetivo facilitar las inversiones y la innovación en la conservación del agua.
“Todo el paquete de acuerdos realmente garantiza la vitalidad a largo plazo, la vitalidad económica, para las comunidades tanto de Nuevo México como de Texas”, dijo Hannah Riseley-White, directora de la Comisión de Arroyos Interestatales.
Nuevo México tendría dos años para adoptar un plan para gestionar y compartir el agua en su tramo más meridional del Río Grande. El estado aún puede extraer agua subterránea mientras monitorea los niveles de los acuíferos.
La sequía que azota Nuevo México
En Albuquerque, el panorama es sombrío. Antes de 2022, habían pasado cuatro décadas desde que el cauce del río se había secado, pero ahora se ha agudizado por el cambio climático y la incapacidad de almacenar agua en los embalses río arriba.
Los acuerdos exigen reducir el agotamiento de las aguas subterráneas a un ritmo de 18,200 acres-pies al año. Si bien eso representa aproximadamente una sexta parte del agua potable que se suministra a la ciudad de Nueva York diariamente, para esta zona desértica representa una cantidad monumental de agua.
Los funcionarios de Nuevo México esperan lograr la mayoría de esas reducciones comprando derechos de agua a vendedores dispuestos, lo que significa que más de 14 millas cuadradas de tierras de cultivo serían retiradas.
En 2023, la Legislatura destinó $65 millones para los asentamientos y proyectos de infraestructura relacionados, y el estado está solicitando fondos federales adicionales. Sin embargo, según los expertos, aún necesitará más fondos, así como una combinación de esfuerzos que incluyen programas de barbecho a largo plazo, conservación de agua e infraestructura de riego más eficiente.
Pero esta regulación también podría perjudicar a los agricultores, por una escasez en la cantidad de agua de la que pueden disponer para sus cultivos.
“Las tierras de cultivo no vuelven una vez que se han ido”, dijo el abogado Sam Barncastle, que trabajó para los irrigadores por varios años, pues teme que las pequeñas explotaciones agrícolas y los jardineros domésticos dejen de ser redituables. Por ello, los agricultores buscan evitar recortes bruscos en el suministro de agua.
Nuevo México es el segundo mayor productor de nueces pecanas del país, y sus extensos huertos se secará sin agua constante. También es una fuente importante de chiles, un cultivo profundamente arraigado en la entidad. Para este cultivo, los productores han hecho la transición al riego por goteo para ahorrar agua y energía, pero continuamente se les dice que tienen que hacer más y, de paso, pagar tarifas.
“Se convierte en un juego de golpear topos mientras intentamos mejorar”, dijo. “Cada vez que mejoramos, parece que lo convierten en un castigo”.
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