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El trabajo como ‘deliverista’ es muy duro 

Los repartidores trabajamos duro para poner comida en las mesas de los neoyorquinos cada día, y merecemos ganar un salario justo

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El repartidor fue reconocido como Rolando Castillo.  Crédito: nrqemi | Shutterstock

Soy repartidor en la ciudad de Nueva York. Es un trabajo muy duro, con tráfico caótico, trabajando en condiciones climáticas extremas y batallando todo el tiempo con clientes hambrientos. Pero para mí, este trabajo funciona porque puedo elegir mis propios horarios, gano dinero regularmente para pagar mis cuentas e incluso voy de una aplicación a otra para ver qué me conviene más. A veces hago entregas de restaurantes, otras veces me conviene más repartir alimentos de supermercado dependiendo de mi horario y de dónde esté en la ciudad.

Pero las reglas de la ciudad sobre cómo se nos paga a los repartidores son realmente confusas, y me hace pensar que en realidad no les importan nuestras condiciones de trabajo. El proyecto de ley del Concejo Municipal que finalmente iba a lograr que las aplicaciones de entrega de alimentos de supermercado pagaran la misma tarifa que las de entrega de restaurantes iba a ayudarnos mucho a equilibrar las cosas. Que el alcalde Adams se haya negado a firmar los proyectos de ley para extender el salario mínimo de la ciudad a todos los repartidores no tiene sentido. Por eso espero que el Concejo Municipal defienda lo justo para los inmigrantes neoyorquinos como yo y anule el veto de los proyectos Int 1135 y 1133.

Me emocioné cuando la ciudad adoptó regulaciones que obligaban a las plataformas de entrega como DoorDash, UberEats y GrubHub a pagar a sus repartidores una tarifa mínima de al menos $21.44 por hora. De repente iba a ganar más dinero y sentí que todo el esfuerzo y los desafíos de ser repartidor iban a ser reconocidos. Todos íbamos a poder ganar un salario digno y trabajar con dignidad.

Pero fue demasiado bueno para ser verdad, y me frustró enterarme de que la tarifa mínima solo aplicaba a aplicaciones como DoorDash, UberEats y GrubHub, que se dedican principalmente a entregas de restaurantes, pero no a otras como Instacart y Shipt, que solo hacen entregas de de alimentos de supermercado . Esto generó indignación y confusión entre mis compañeros repartidores, ya que creíamos que nuestro trabajo también calificaría para los estándares de salario mínimo.

Ahora el alcalde dice que no pueden pagar lo mismo por los precios de los comestibles. Eso no tiene sentido, porque todas estas aplicaciones tienen la opción de entrega de supermercados, y muchos repartidores como yo usamos más de una aplicación, a veces para aceptar los pedidos que pagan mejor, otras veces porque están más cerca de mi casa o de otros trabajos de medio tiempo. Esto significa que si acepto un pedido de alimentos de supermercados en DoorDash, ganaré la tarifa mínima, pero si tomo el mismo pedido en Instacart, del mismo supermercado y con los mismos artículos, me pagan mucho menos.

No tiene sentido. Estoy haciendo exactamente el mismo trabajo en ambas aplicaciones, ¿por qué entonces me pagan significativamente menos en una que en la otra?

Así que cuando escuché que el Concejo Municipal notó el mismo problema y quiso corregirlo ampliando el salario mínimo de la ciudad a todos los repartidores, ya sea que entreguen comidas calientes o alimentos de supermercado frescos, sentí que la ciudad realmente nos estaba escuchando. Que el alcalde haya decidido vetar estos proyectos de ley nos devuelve al punto de partida.

Se dice que se trata de que el servicio de entrega de comestibles no se vuelva demasiado caro, y lo entiendo, Nueva York es caro y el costo de todo está subiendo, lo siento todos los días. Pero ¿qué tiene que ver pagarle más a los trabajadores con el precio de los comestibles, y por qué el alcalde está escogiendo favoritos y obligando a unas aplicaciones a pagar una tarifa mientras que otras pueden hacer lo que quieran? Llámenme loco, pero no creo que la ciudad deba tener que elegir entre pagar un salario digno a los repartidores y garantizar que los neoyorquinos tengan acceso a comestibles asequibles.

Los repartidores trabajamos duro para poner comida en las mesas de los neoyorquinos cada día, y merecemos ganar un salario justo que nos permita comprar nuestra propia comida y alimentar a nuestras familias. Simplemente es lo correcto.

Este Concejo Municipal ha sido un aliado de la clase trabajadora en muchas ocasiones antes, y espero que nos respalde nuevamente anulando el veto del alcalde a los proyectos Int 1135 y 1133 para que todos los repartidores podamos recibir un salario igual.

Cristian Carballo es un repartidor que vive en Brooklyn

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