Un oasis en el desierto: Catholic Charities alimenta esperanza en El Bronx
Cada viernes por la mañana, una fila comienza a formarse afuera de la parroquia St. Simon Stock–St. Joseph, esperando a que abra la despensa de alimentos
Antonio J. Fernández, CEO de Catholic Charities of New York, Carmen Reyes de Catholic Charities Community Services, junto a Kenya Taveras el padre Michael of St. Simon Stock–St. Joseph. Crédito: Caridades Católicas | Cortesía
En el corazón de El Bronx, cada viernes por la mañana, mucho antes de que amanezca, una fila silenciosa comienza a formarse afuera de la parroquia St. Simon Stock–St. Joseph. Algunos llegan desde las cinco, abrigados contra el aire fresco del otoño, esperando pacientemente a que abra la despensa de alimentos. Para el mediodía, cientos de familias habrán pasado por sus puertas, cargando bolsas llenas de arroz, habichuelas, leche, pollo y vegetales. Cada bolsa representa mucho más que comida: es esperanza, dignidad y alivio en una ciudad donde los precios de los alimentos no dejan de subir.
Esa esperanza tiene un nombre: Feeding Our Neighbors (“Alimentando a Nuestros Vecinos”), un programa de Catholic Charities of New York que sostiene docenas de despensas parroquiales en toda la Arquidiócesis. En St. Simon Stock–St. Joseph, el programa mantiene viva una labor que comenzó en los años 80 como una pequeña iniciativa parroquial y que hoy se ha convertido en un pilar esencial para cientos de familias del Bronx.
El padre Michael Kissane, párroco de la iglesia, lo resume con una frase sencilla pero poderosa: “Somos un oasis en el desierto.” Un refugio donde los hambrientos encuentran sustento, los cansados hallan comunidad y la fe se transforma en acción concreta.
Al frente de esta misión está Kenya Taveras, asistente administrativa de la parroquia, quien coordina la despensa desde 2017. Bajo su liderazgo, el programa ha crecido enormemente. “Servimos entre 220 y 225 familias todos los viernes. En días de distribución especial, como hoy, llegamos a más de 400”, explica. Kenya se asegura de que los alimentos sean no solo abundantes, sino nutritivos. “Tratamos de ofrecer productos frescos —vegetales, arroz, habichuelas, leche, pescado, pollo— porque cuando das nutrición, das también educación y salud.”
Pero Kenya y el padre Kissane saben que la necesidad es mucho mayor. En Nueva York, más de dos millones de personas, incluyendo uno de cada cuatro niños, viven con inseguridad alimentaria. En cada esquina del Bronx, el hambre se oculta detrás de puertas cerradas, afectando tanto a familias trabajadoras como a personas mayores que viven solas.
La despensa no solo ofrece alimentos: ofrece dignidad. “Cuando la gente viene aquí, no solo se lleva comida, se lleva un respiro, una sonrisa, el sentido de que no están solos,” dice el padre Kissane. Gracias al apoyo de Catholic Charities, la parroquia puede continuar sirviendo a cientos de familias cada semana. El programa provee recursos vitales —fondos, alimentos, apoyo logístico— que hacen posible esta labor.
En St. Simon Stock–St. Joseph, como en tantas parroquias de El Bronx y de toda la Arquidiócesis, Feeding Our Neighbors sigue demostrando lo que significa vivir el Evangelio: transformar la fe en alimento, la compasión en comunidad y la esperanza en acción. En medio de las dificultades, esta pequeña iglesia continúa siendo lo que su párroco describe con razón: “un oasis en el desierto”.
Beatriz Carvalho, gerente de mercadeo de Catholic Charities de la Arquidiócesis de Nueva York