La crueldad de Washington pone en riesgo la vida de nuestros niños: ¡No lo toleraré!
Este mes, el Departamento de Agricultura de EEUU anunció la suspensión de los beneficios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria
Estudiantes de Kindergarden en escuelas públicas de NYC. Crédito: C.V. | Impremedia
En Nueva York, valoramos no la riqueza de unos pocos, sino el bienestar de todos: las familias viviendo en nuestros edificios, los niños en nuestras escuelas, los adultos mayores en nuestras calles. Sin embargo, hoy, millones de nuestros vecinos se angustian pensando si podrán alimentar a sus familias la semana que viene. Esta crisis se basa exclusivamente en la decisión del gobierno federal de retener la ayuda alimentaria que está legalmente obligado a proporcionar.
Este mes, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA en inglés) anunció la suspensión de los beneficios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP en inglés), un programa que ayuda a más de 40 millones de estadounidenses, incluyendo a casi tres millones de neoyorquinos, a poner comida en la mesa cada mes. Desde Brownsville hasta Buffalo, esta decisión significa que muchas familias pasarán hambre. Significa refrigeradores vacíos y padres angustiados. Significa niños que se irán a dormir con el estómago vacío.
SNAP es el programa contra el hambre más eficaz en la historia de nuestra nación. Existe para momentos como este: para garantizar que ninguna familia se vea obligada a elegir entre elegir entre la renta y la cena. El Congreso ha destinado miles de millones de dólares en fondos de contingencia con el propósito explícito de mantener este programa en funcionamiento durante un cierre del gobierno. Esos fondos existen. Están disponibles. Sin embargo, el gobierno federal los retiene.
¿Por qué? No es negligencia. Es crueldad.
Este acto deliberado perjudica a las familias trabajadoras, a los niños, a las personas mayores y a los veteranos simplemente por la ineficacia de Washington. Aquí en Nueva York, casi un millón de niños dependen del SNAP para alimentarse. Más de 600,000 personas mayores dependen de los beneficios del SNAP para complementar sus ingresos fijos. En cuanto el gobierno federal suspenda el programa, cientos de millones de dólares destinados a la compra de alimentos desaparecerán de la noche a la mañana de la economía neoyorquina, dejando a los bancos de alimentos y comedores sociales desbordados, mientras nuestras comunidades se esfuerzan por cubrir la demanda.
En mi oficina, estamos luchando contra esto. Junto con otros 25 líderes estatales, he presentado una demanda para detener esta suspensión ilegal y obligar al USDA a utilizar los fondos de contingencia que el Congreso ha proporcionado. La ley es clara: los beneficios de SNAP deben proporcionarse a todos los hogares elegibles, incluso durante los períodos de falta de fondos, siempre que haya fondos federales disponibles. Ninguna administración federal en la historia de los Estados Unidos ha negado jamás la asistencia alimentaria durante un cierre del gobierno. Mientras la política corrupta de Washington se manifiesta, los niños de Nueva York pasan hambre. No lo voy a tolerar. Cuando las familias de nuestro estado se quedan con hambre mientras los fondos federales permanecen sin usar, eso no es austeridad fiscal, es un fracaso moral.
Me enorgullece apoyar a la gobernadora, a los activistas y a los líderes comunitarios de todo Nueva York para garantizar que todas las familias puedan alimentarse con dignidad. El hambre no es un asunto partidista, sino un problema humano. Jamás dejaré de luchar para asegurar que ningún neoyorquino —ni niño, ni padre, ni adulto mayor— sea abandonado a su suerte por culpa de su propio gobierno.
Letitia James es la Fiscal General del Estado de Nueva York.