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Se extienden los tentáculos del reino de terror de Trump

Charlotte se sumó a la lista de ciudades lideradas por demócratas en recibir la violenta maquinaria de deportaciones de Trump

El zar de la frontera, Tom Homan  Homan, en una conferencia en la Casa Blanca.

El zar de la frontera, Tom Homan Homan, en una conferencia en la Casa Blanca. Crédito: EFE

Como en otras ciudades del país, Charlotte, Carolina del Norte, tiene una deuda de gratitud con las manos inmigrantes que a fines de los años 90 y principios de los 2000 construyeron 13 rascacielos en un lapso de cinco años para atraer actividad económica. Y como en otras ciudades del país bajo el presente gobierno, la respuesta ha sido una literal cacería humana para detener y deportar a esos inmigrantes.

Charlotte se sumó a la lista de ciudades lideradas por demócratas en recibir la violenta maquinaria de deportaciones de Trump y la cifra de detenidos superó los 130 en las primeras 48 horas, incluyendo algunos ciudadanos estadounidenses por el uso de perfiles raciales por parte de los agentes de ICE y de la Patrulla Fronteriza. Ciudadanos como Willy Aceituno a quienes los agentes trataron de arrestar destrozando los vidrios de su vehículo provocándole laceraciones.

Dos de los factores que atrajeron la atención del gobierno federal hacia Charlotte fueron, primero, el asesinato en agosto de una joven refugiada de Ucrania en un tren a manos de un individuo con aparentes problemas mentales. El incidente se utilizó como ejemplo del “descontrol” de la criminalidad en ciudades demócratas, aunque hay ciudades republicanas con tasas de criminalidad más altas que están fuera del radar de Trump.

En segundo lugar, el alguacil del condado de Mecklenburg, Gary McFadden, un demócrata, no ha querido colaborar con ICE en labores migratorias. McFadden cobró notoriedad por revocar el acuerdo 287(g) con ICE en 2018. Este programa voluntario se aplica en las cárceles notificando a ICE sobre detenidos que se sospeche son indocumentados. También permite que policías locales y estatales apliquen leyes migratorias. 

Es decir, que Charlotte ha gozado de un balance de poder entre republicanos y demócratas que ha permitido el avance de figuras como McFadden en un estado como Carolina del Norte que se considera pendular, y que en noviembre de 2024 apoyó a Trump a la presidencia y eligió un gobernador demócrata, Josh Stein.

Pero fuera de consideraciones político partidistas, Charlotte es como tantas otras ciudades estadounidenses donde los inmigrantes son espina dorsal y motor de su crecimiento demográfico y económico, pero al mismo tiempo se revuelcan viejos prejuicios sobre nuevos residentes de color. El Southern Poverty Law Center calcula que hay 28 grupos de odio y 17 grupos antigobierno en Carolina del Norte.

Por ejemplo, Charlotte fue una de las ciudades con el alza de población extranjera más rápida del país. Entre 1990 y 201o la población latina del condado de Mecklenburg creció en un 1,500%. Y desde 2010, la población hispana ha aumentado en un 50%.

Según el American Immigration Council y basado en cifras de 2023, 12% de la población de Charlotte está compuesta por inmigrantes, estos son aproximadamente 330,300 personas que pagan $4,100 millones de dólares en impuestos y tienen un poder adquisitivo de $11,700 millones de dólares. 

Mientras, mejoran sus condiciones de vida beneficiando a las comunidades donde viven. Abren negocios, son consumidores, adquieren propiedades, levantan más edificios, cuidan niños y ancianos, limpian jardines, operan restaurantes. En otras palabras, facilitan la vida de todos aunque muchos de ellos siguen aguardando a que el Congreso se las facilite a ellos legalizándolos. 

Aunque siempre han habido operativos y redadas quizá antes la violencia no era tan cruda al interior del país y los agentes se apegaban a ciertos protocolos. Pero ahora es un sálvese quien pueda donde ni los ciudadanos están seguros.

Este fin de semana los agentes ingresaron a los predios de una iglesia para arrestar a un inmigrante e intentaron llevarse a otros . Los feligreses que limpiaban el patio se dispersaron huyendo. 

Uno de ellos fue Miguel Vázquez, de 15 años de edad, quien se preguntó lo mismo que muchos otros. “Pensé: ‘Espera, ¿por qué estoy huyendo? Soy ciudadano”.

Rafael Prieto Zartha es un veterano periodista y líder comunitario, colombiano y ciudadano estadounidense naturalizado que ha presenciado de primera mano los cambios demográficos de Charlotte, el crecimiento de la población hispana y con ello sus logros y retos. 

Conoce al dedillo los vaivenes migratorios de la ciudad y del estado y dice que en sus más de cuatro décadas residiendo en Estados Unidos y 24 años en Charlotte, nunca había vivido un ambiente tan hostil y violento como el actual.

“No creo que me vengan a buscar a mi casa, pero estoy saliendo con mi pasaporte porque uno no está exento de que los arresten por escucharlo hablar (con acento)”, afirmó. 

Triste recordatorio del reino de terror de Trump.

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