Estudio sugiere que los perros de Chernobyl están experimentando una rápida evolución
Los análisis determinaron que estos animales desarrollaron características únicas tras décadas de exposición a condiciones adversas
Chernóbil se ha convertido en un escenario excepcional para ecólogos y genetistas. Crédito: AP
Un análisis genético centrado en los perros que habitan la zona de exclusión de Chernobyl ha reavivado el debate científico sobre cómo la radiación y el aislamiento podrían estar influyendo en su desarrollo biológico.
Estos animales, descendientes de mascotas abandonadas durante la evacuación de 1986, han pasado casi cuatro décadas en la Zona de Exclusión de Chernóbil (CEZ), un entorno extremo que podría estar moldeando su genética.
Hallazgos genéticos en una población aislada
De acuerdo con una investigación liderada por científicos de la Universidad de Carolina del Sur y el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, publicada en Science Advances, se analizó el ADN de más de 300 perros que viven dentro y alrededor de la central nuclear. Según Science News, los ejemplares que habitan las zonas más próximas al reactor mostraron marcadores genéticos diferenciados respecto a los que viven a varios kilómetros de distancia.
Los investigadores identificaron alrededor de 391 regiones genómicas atípicas, vinculadas con procesos biológicos como la reparación del ADN o la respuesta celular al estrés ambiental. Estas variaciones han llevado a especular que la población podría haber desarrollado características únicas tras décadas de exposición a condiciones adversas.
Sin embargo, especialistas citados por Discover Magazine aclaran que estas diferencias podrían ser consecuencia de la endogamia, el aislamiento prolongado o el efecto fundador, más que de una mutación inducida directamente por la radiación.
¿Evolución acelerada o simple divergencia genética?
Aunque el público se ha interesado por la posibilidad de una “evolución rápida”, la comunidad científica adopta una postura más moderada. Según Popular Mechanics, no existe evidencia concluyente de que estos perros estén experimentando tasas de mutación superiores a las de otras poblaciones.
Estudios posteriores han reforzado esta cautela. Un trabajo publicado en PLOS One por equipos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y la Universidad de Columbia examinó el material genético de estos animales a nivel cromosómico, genómico y de nucleótidos.
Los investigadores no encontraron anomalías que sugirieran mutaciones inducidas por radiación. El autor principal, Matthew Breen, explicó que, aún después de más de 30 generaciones desde el accidente, “las mutaciones que supusieran una ventaja de supervivencia deberían ser detectables, pero no observamos evidencia de ello”.
Esto significa que, si bien la población es genéticamente distinta, el origen de esa divergencia sigue sin estar completamente definido. Para muchos científicos, comprender el papel de cada factor, radiación, aislamiento, selección natural, requerirá estudios mucho más profundos y comparativos.

Un laboratorio natural para estudiar adaptación
Chernóbil se ha convertido en un escenario excepcional para ecólogos y genetistas. De acuerdo con Science News, la combinación de radiación residual, baja actividad humana y disponibilidad irregular de recursos ofrece un modelo raro para investigar cómo los mamíferos reaccionan a entornos hostiles durante largos periodos.
La fauna local incluye no solo perros, sino también aves, roedores, ranas y bacterias que han sido monitoreadas durante años. Ejemplos llamativos, como las ranas arborícolas que muestran pigmentación negra, según un estudio de 2016, han sugerido posibles adaptaciones biológicas al entorno contaminado. Esto ha llevado a cuestionar si procesos similares podrían estar ocurriendo en los perros salvajes.
Sin embargo, expertos consultados por Science News advierten que distinguir mutaciones causadas por radiación de aquellas surgidas por aislamiento o cambios poblacionales es un desafío considerable, especialmente tras décadas de reproducción en un entorno cerrado. Aun así, el estudio de 2023 ofrece un punto de partida importante para futuras investigaciones sobre la exposición crónica a radiación en mamíferos de gran tamaño.
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