El nuevo plan energético del estado complica las metas climáticas de Nueva York y reaviva el debate sobre el gas
El plan energético estatal prioriza confiabilidad y gas natural, pero funcionarios advierten que retrasará las metas verdes trazadas en NYC
El deseo de apostar más por energías renovables en NYC podría verse atrasado. Crédito: Seth Wenig | AP
El estado de Nueva York aprobó esta semana una hoja de ruta para cubrir sus necesidades energéticas durante los próximos 15 años, pero el plan ya encendió alarmas en el Ayuntamiento.
Funcionarios municipales y expertos advierten que la estrategia estatal, impulsada por la gobernadora Kathy Hochul, podría dificultar seriamente que la ciudad de Nueva York cumpla con sus propios objetivos climáticos y de reducción de emisiones.
De acuerdo a información publicada por The New York Post, aunque el documento contempla un fuerte desarrollo de energías renovables como la solar y la eólica, también deja claro que los combustibles fósiles seguirán siendo parte clave de la matriz energética. Ese enfoque no se alinea con los mandatos de la Ley de Liderazgo Climático y Protección Comunitaria de 2019, que exige recortes drásticos de emisiones y una transición acelerada hacia energía limpia.
En los últimos meses, Hochul se ha distanciado de esas metas. La gobernadora ha mostrado disposición a retrasar plazos y ha adoptado una estrategia energética de “all of the above”, que incluye una dependencia prolongada del gas natural y la exploración de nuevas formas de energía nuclear para satisfacer una demanda eléctrica en aumento.
“El plan energético estatal es una evaluación realista de dónde estamos y un mapa de hacia dónde necesitamos ir”, dijo el martes Doreen Harris, presidenta de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Energético del Estado de Nueva York (NYSERDA, por sus siglas en inglés), al leer una carta de Hochul. “Es franco sobre los desafíos que tenemos por delante y confiado en lo que Nueva York puede lograr”.
Sin embargo, para la ciudad de Nueva York, el plan plantea retos particulares. Según el documento, algunas plantas eléctricas a gas dentro de la ciudad podrían operar por más tiempo del previsto, e incluso reactivarse. Eso tendría efectos en cadena: dificultaría que grandes edificios reduzcan sus emisiones, como exige la ley municipal, y mantendría las emisiones totales de la ciudad por encima de sus propias metas climáticas.
Elijah Hutchinson, director ejecutivo de la Oficina del Alcalde para la Justicia Climática y Ambiental, afirmó que el plan coloca a la ciudad “en un camino de acción retrasada”. En un comunicado que fue retomado por The City, advirtió que posponer inversiones en infraestructura limpia hoy obligará a depender mañana de instalaciones fósiles contaminantes. “Eso hará que Nueva York sea menos asequible, menos saludable y menos resiliente durante generaciones”, sostuvo.
Riesgo de apagones y presión inmediata
Las decisiones energéticas no solo tienen implicaciones a largo plazo. El operador de la red eléctrica estatal, NYISO, ha advertido que la red de la ciudad enfrenta problemas de confiabilidad que podrían traducirse en apagones parciales o totales a partir del próximo verano. La causa principal: plantas fósiles que se retiran más rápido de lo que entran nuevas fuentes de energía, junto con una demanda creciente.
Si proyectos clave como el parque eólico marino Empire Wind y la línea de transmisión Champlain Hudson Power Express, que traerá hidroelectricidad desde Canadá, se completan a tiempo, NYISO prevé que el déficit de energía confiable se retrase hasta 2029. Con Edison, la empresa eléctrica de la ciudad, también ha advertido sobre problemas de confiabilidad hacia 2030.
En comentarios enviados a NYSERDA en octubre, la ciudad acusó al estado de no ofrecer una solución clara para evitar “sequías energéticas” y, al mismo tiempo, cumplir con los objetivos climáticos.

El regreso del debate sobre las “peakers”
La aprobación del plan reavivó la polémica sobre las plantas “peaker”, instalaciones altamente contaminantes que se activan en momentos de alta demanda, como olas de calor o frío extremo. Estas plantas emiten más óxidos de nitrógeno y dióxido de carbono que otras centrales, lo que afecta tanto al clima como a la salud de comunidades cercanas.
Cuando era legislador estatal, Zohran Mamdani celebró en 2021 la decisión de negar permisos para reemplazar una antigua planta peaker a gas en Astoria, Queens. En ese momento, Hochul respaldó la negativa y afirmó que el estado tenía la obligación de cumplir sus metas climáticas líderes a nivel nacional.
Hoy, con Mamdani a punto de asumir como alcalde, el panorama ha cambiado. Proyectos que habrían permitido cerrar más “peakers” en la ciudad están estancados, tanto por cambios en la política estatal como federal.
“Cada neoyorquino merece energía asequible y limpia”, dijo Dora Pekec, portavoz de Mamdani. “El alcalde electo entiende que la lucha contra la crisis climática está ligada a la lucha por la asequibilidad”.
Aunque el alcalde tiene poder limitado sobre la apertura o cierre de estas plantas, sí puede presionar públicamente por inversiones en energía limpia. “La voz del alcalde realmente importa”, señaló Daniel Zarrilli, exasesor climático jefe durante la administración de Bill de Blasio.
Obstáculos federales y retrasos en proyectos clave
El contexto federal tampoco ayuda. El presidente Donald Trump ha sido abiertamente hostil al desarrollo de energías renovables, especialmente en Nueva York. Su administración ha revertido créditos fiscales, impulsado aranceles y complicado permisos federales, afectando proyectos como la energía eólica marina.
Actualmente, la red eléctrica de la ciudad depende casi por completo de combustibles fósiles. El cierre de la planta nuclear de Indian Point, ordenado por el entonces gobernador Andrew Cuomo, fue compensado en gran medida por generadores a gas, lo que elevó las emisiones y los costos.
Varios proyectos destinados a traer energía limpia a la ciudad han sido cancelados o retrasados, incluido Clean Path New York, una línea de transmisión desde el norte del estado hasta Queens. Solo dos proyectos eólicos marinos siguen avanzando, muy por debajo de las ambiciones iniciales.
Para expertos como Rob Freudenberg, de la Regional Plan Association, este vacío explica por qué las “peakers” siguen en operación. “Son un mal necesario en este momento, porque no las hemos reemplazado”, afirmó.
Impacto directo en edificios y metas municipales
El retraso en la descarbonización de la red estatal afecta directamente a la Ley Local 97, que impone límites estrictos a las emisiones de los grandes edificios, responsables de la mayor parte de los gases de efecto invernadero de la ciudad. Cuanto más tarde el estado en limpiar su red, más caro y complejo será cumplir con esos límites.
La propia ciudad tiene metas aún más estrictas para sus operaciones: reducir emisiones un 50% para 2030 respecto a niveles de 2006. El plan estatal, sin embargo, proyecta emisiones más altas en los próximos años.
Incluso a nivel estatal, los plazos se deslizan. El objetivo de obtener 70% de la electricidad de fuentes renovables para 2030 ahora se proyecta para 2033, y la reducción del 40% de emisiones para 2030 se retrasaría al menos hasta 2037.
Para defensores ambientales como Daniel Chu, de la New York City Environmental Justice Alliance, la solución no pasa por prolongar la vida de las plantas a gas. “Hay que gestionar mejor la demanda energética de la ciudad”, dijo. El choque entre confiabilidad y ambición climática, por ahora, sigue sin resolverse.
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