¿Es la Luna un satélite hueco?
Se trata de una de las teorías más discutidas y uno de las interrogantes más desconcertantes que rodean a nuestro único satélite natural. ¿Podría la Luna estar hueca? Y si así fuera: ¿por qué?
Hace pocos días se cumplieron 45 años desde que Neil Armstrong y su equipo de pioneros astronautas dieran “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad” al poner el pie sobre la Luna. Pero el revolucionario descubrimiento no sólo abrió el camino a una nueva era de conocimientos astronómicos y conquistas espaciales, también puso de manifiesto numerosas incógnitas y enigmas indescifrables hasta el día de hoy. Y es que la Luna, pese a suponer un elemento imprescindible para el nacimiento de la vida humana y el desarrollo de la civilización, alberga aún multitud de misterios que continúan fascinándonos.
Uno de los más intrigantes es el que sugiere que este cuerpo espacial podría estar hueco en su interior. ¿Improbable? Lo cierto es que, tras numerosos y concienzudos análisis científicos, la Luna presenta diferencias notables respecto a la composición de la Tierra. Para empezar, su tamaño es demasiado grande en relación al de nuestro planeta si lo comparamos con el resto de satélites del Sistema Solar. Pese a ello, y sorprendentemente, tiene tan sólo el 60% de la densidad de la Tierra, por lo que es un cuerpo relativamente ligero pese a la presencia de materiales pesados en su superficie. Por ello, la mayoría de la comunidad científica coincide en que teorías como que la Luna y la Tierra proceden del mismo cuerpo espacial (o incluso que la Luna es un fragmento de la Tierra) han quedado obsoletas. Por si fuera poco, la Luna posee una órbita sobre la Tierra extrañamente circular, cuando lo lógico es que fuera elíptica. Son, en resumen, demasiado diferentes entre sí.
El origen de la teoría que nos ocupa tuvo lugar el 14 de noviembre de 1969, fecha en la que la tripulación del Apollo 12 dejó caer intencionalmente el módulo lunar sobre su superficie. Los sismómetros colocados anteriormente en el satélite registraron un sonido que numerosos expertos describieron como el de un “gong o campana” que estuvo resonando durante 8 minutos. Un año más tarde, cuando el famoso Apollo 13 tuvo que cancelar su misión, se hizo algo parecido arrojando el cohete desechable Saturno. El impacto sonó de forma similar, retumbando durante más de 3 horas. Esto llevó a algunos a pensar que la Luna parecía estar hueca, ya que no podía explicarse de otra forma que este sonido reverberara durante tanto tiempo tras un impacto relativamente pequeño.
Los dos máximos defensores de esta hipótesis fueron los científicos rusos Mijail Vasin y Alexander Sherbakov, quienes en un artículo de 1970 titulado “Is the Moon the Creation of Intelligence?” expusieron su sorprendente conclusión: “la Luna es un satélite artificial puesto en órbita alrededor de la Tierra por seres inteligentes desconocidos para nosotros”. Una teoría a primera vista increíble, salida de una película de ciencia ficción más que de una mente científica. Sin embargo, tan descabellada idea se fundamenta en argumentos perfectamente lógicos. Para empezar, el renombrado autor Carl Sagan afirmó rotundamente que un satélite natural jamás podría estar hueco. Siguiendo este razonamiento, si la Luna está realmente hueca, entonces por definición debe tratarse de una construcción artificial. Seguidores de Vasin y Sherbakov hablan incluso de la presencia de motores en su interior que permitirían al satélite desplazarse por la galaxia como una gigantesca nave espacial, de un modo similar a la famosa Estrella de la Muerte de las películas de Star Wars.
El Dr. D.L Anderson, del Instituto de Tecnología de California, se mostró más cauteloso al sugerir con su teoría del “vaciado artificial” que la Luna “está del revés”, ya que las composiciones de su interior y exterior deberían ser inversas.
Expertos como el Dr. Jiménez del Oso apuntaron a otras curiosas anomalías, como el hecho de que sus extraños y gigantescos cráteres convexos tengan una profundidad de tan sólo unas 4 millas. Por ello, algunos investigadores apuntan a la existencia de una durísima capa reforzada artificial de unos 30 km de titanio que recubre el satélite, impidiendo que nada penetre demasiado bajo su corteza.
Pero de todas ellas, la hipótesis más rocambolesca es sin duda la que defiende el polémico investigador David Icke, según la cual la Luna no sería sino una plataforma de vigilancia creada por una raza superior de malvados reptiles inteligentes (los infames “reptilianos”) para supervisar y controlar el devenir de nuestro planeta y sus habitantes. Icke y sus discípulos se basan en los mitos de numerosas civilizaciones y culturas donde, curiosamente, se habla de una Tierra sin Luna y anterior por tanto al momento en el que los extraterrestres llegaron a nuestra órbita viajando en su interior.
Selene está repleta de misterios por resolver. ¿Qué son esas edificaciones registradas por el Apollo 11? ¿Por qué sus tripulantes actuaron de manera tan extraña tras su regreso a la Tierra, y por qué no hemos regresado a la Luna en fechas recientes? Y por supuesto, la madre de todas las conspiraciones: ¿llegó el hombre realmente a la Luna, o lo que vimos fue un decorado rodado en un plató de televisión, como algunos todavía creen?
Preguntas que lanzamos hacia las estrellas, sin recibir mayor respuesta que la fría certeza de que apenas conocemos nada de los misterios del cosmos, desde sus insondables profundidades hasta nuestro enigmático compañero lunar.