Editorial: Se estrecha el cerco del Rusiagate
El presidente Trump intenta desprestigiar la investigación de Mueller
El desprestigio del investigador es una estrategia legal para crear duda sobre el acusador. Asi se distrae la atención que de otro modo estaría sobre el sospechoso. Dicen que no hay mejor defensa que un buen ataque.
Esta es la estrategia de la Casa Blanca y la de sus aliados más firmes en el Congreso. Ellos quieren mostrar que la pesquisa del investigador especial Robert Mueller sobre el tipo de relación mantenida entre la campaña presidencial de Trump y Rusia es el resultado de la influencia dentro del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de funcionarios de la época del expresidente Obama.
El presidente Trump desdeña la acusación como un intento demócrata de quitarle una victoria que él ganó justamente. Lo toma como una reacción de los malos perdedores.
La investigación no concluye todavía, pero hay suficientes indicios como para creer que es algo mucho más serio que la intención de arruinarle la fiesta. Ya se presentaron cargos contra allegados al presidente como el ex jefe de campaña Paul Manafort, el exasesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn es una de varias personas que están colaborando con el FBI y las entrevistas de Mueller ya están alcanzando el cerco más íntimo del Presidente.
Desde el principio el presidente del comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Devin Nunez, ayudó torpemente a la Casa Blanca en vez de cumplir con su labor investigativa. La credibilidad del congresista se perdió cuando recibió a escondidas material de la Casa Blanca y luego anunció a los medios que había recibido información muy importante que debía compartir con el presidente. Fue un papelón el cual lo obligó a retirarse temporalmente del tema de Rusia.
Ahora Nunez vuelve a la carga con un misterioso memo secreto, elaborado por su comité que supuestamente probaría que el FBI actuó impropiamente en la investigación. No quiere compartir el documento con el Departamento de Justicia por desconfianza ni quiere hacerlo público, sólo siembra sospechas.
De igual manera, el intercambio de emails de dos agentes del FBI críticos de Trump, uno fue transferido del caso, son ahora de motivos de sospecha porque se han perdido cinco meses de mensajes. El Presidente exagera diciendo que son 50,000 los mensajes perdidos y varios congresistas hablan de una “sociedad secreta” en el FBI.
La Casa Blanca que despidió al exdirector del FBI, James Comey, sigue presionando a la agencia federal para que expulse a funcionarios de carrera que ve con malos ojos. El Presidente cree que dirige una compañía y puede echar a quien quiera.
La investigación de Mueller tiene muchas ramas, cuando se abre el baúl no se sabe que se encuentra. Trump lo abrió echando a Comey. La estrategia de atacar es peligrosa porque puede bordear con la obstrucción y empeorar su situación.