Envueltos en simbolismo, retratos de los Obama generan reacciones encontradas

Por primera vez, son artistas afroamericanos quienes hacen los retratos oficiales de una pareja presidencial

WASHINGTON?Envueltos en simbolismo, tanto político como histórico, los retratos del expresidente Barack Obama y la exprimera dama, Michelle Obama, fueron incluidos desde este martes en la colección permanente de la Galería Nacional de Retratos, generando elogios de los críticos y reacciones tan fuertes como mixtas del público en las redes sociales.

De entrada, los retratos han dado mucho de que hablar en el mundo de las artes debido a que los Obama escogieron personalmente, de entre una veintena de artistas, a los que plasmarían sus imágenes en el lienzo. El proceso duró casi dos años.

Kehinde Wiley, radicado en Nueva York, hizo el verdoso retrato del expresidente Obama mientras que Amy Sherald, con sede en Baltimore (Maryland), hizo el de Michelle Obama.

Ambos son los primeros artistas afroamericanos en hacer retratos oficiales de una pareja presidencial en la historia de la Galería, que forma parte de la prestigiosa Institución Smithsonian.

También comparten que sus obras –muchas de las cuales dan protagonismo a figuras afroamericanas casi ausentes del arte del retrato en Occidente- rompen esquemas convencionales en ese género, y entretejen las políticas de las relaciones raciales de la vida contemporánea.

En entrevista con este diario, la curadora de pinturas y esculturas y arte latino en la Galería, la puertorriqueña Taína Caragol, dijo que Wiley no es un artista “convencional” y, por lo tanto, obliga al público a tener una “mirada nueva a este presidente y su historia, que cambió el perfil de la presidencia de EEUU”.

La curadora Taína Caragol explica que los artistas escogidos por los Obama rompen esquemas convencionales. Foto: María Peña/Impremedia

“Wiley y Sherald son artistas que están envueltos en el mundo contemporáneo del arte, son artistas que cuestionan la tradición de retrato y sus límites, en particular su patrón de exclusión de minorías, de gente negra, de gente morena, y lo hacen enfocándose en esos sujetos que han estado al margen de esa tradición”, explicó Caragol.

“Son artistas muy comprometidos al representar minorías, afroamericanos, gente trigueña, gente café con leche”, dijo.

En un cuadro de poco más de siete pies de altura, el exmandatario aparece inclinado, con una frondosa vegetación de fondo y salpicada de flores que sugieren parte de su singular biografía: lirio africano, de Kenia, país de su padre biológico; jazmín, por su estado natal de Hawai, y crisantemo, la flor oficial de Chicago (Illinois), donde conoció a su futura esposa y comenzó su carrera política dando pinitos como organizador comunitario.

Sentado sobre una elaborada silla de madera que parece flotar sobre el lienzo, su imagen también llama la atención por los contrastes entre su mirada seria y pensativa, y su traje negro, con una camisa blanca estilo casual y desprovista de corbata.

El lienzo narra simultáneamente la historia del hombre que asumió la presidencia en 2009 sobre los hombros del movimiento de los derechos civiles, y la del hombre cuyo abandono de su padre lo lanzó a una búsqueda perenne de su lugar en el mundo.

En cambio, en el retrato de Michelle, Sherlad optó por un trasfondo celeste y tonalidades grises para su piel, para demostrar que el concepto de “raza” es una construcción racial. Su vestido blanco, diseñado por Michelle Smith, es amplio y con formas geométricas y abstractas, y toma su inspiración de tejidos africanos.

Michelle es tataranieta de esclavos, un dato que siempre pronunció en sus ocho años en la Casa Blanca para demostrar el difícil avance de su etnia. Su retrato está alojado en otro salón de la Galería, pero bajo el mismo techo de los que muestran a exmandatarios, como George Washington y Thomas Jefferson, que en su día fueron dueños de esclavos.

La exprimera dama explicó que escogió a Sherald por el impacto que su obra tendrá para futuras generaciones de niñas y niñas minoritarias.

“Verán colgada en las paredes de esta gran institución estadounidense una imagen de alguien que se parece a ellas… y sé el tipo de impacto que eso tendrá en sus vidas, porque yo fui una de esas niñas”, dijo el lunes Michelle Obama, hija de una familia de clase media en el sur de Chicago.

Quizá como señal de la creciente polarización que vive Estados Unidos, ambos retratos generaron elogios y admiración de los críticos, que destacaban el lugar de los Obama en la historia de EEUU, y reacciones de un público perplejo, tratando de descifrar el mensaje.

Buena parte de las críticas se centraron en que el de Michelle se parece poco o nada a ella  y no representa la imagen de fortaleza interior que proyectó la exprimera dama,  si bien la artista captó fielmente sus torneados brazos.

Algunos, los que nunca aceptaron al primer presidente afroamericano en la historia del país, criticaron, por ejemplo, que la cadena conservadora Fox News haya dedicado tiempo a cubrir ayer lunes la ceremonia de presentación “del retrato de un chimpancé”.

Pero esos comentarios provinieron de una minúscula minoría, ya que muchos usaron calificativos como “poderoso”  y “maravilloso”, para describir a un mandatario que dejó la Casa Blanca hace más de un año y sigue provocando añoranzas por los tiempos de “calma y confianza que definieron su administración”.


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