La curiosa historia del puente levadizo más estrecho del mundo
El puente Somerset de las Bermudas es apenas lo suficientemente grande para que quepa el mástil de un velero
Toma una media de dos segundos cruzar el puente Somerset de las Bermudas en coche: si estornudas, te lo puedes perder.
Con una apertura de solo 56 centímetros de ancho, el puente levadizo más pequeño del mundo es a penas lo suficientemente grande para que quepa el mástil de un velero.
Pero la estructura -que conecta el extremo sur de la isla de Somerset con la parroquia de Sandys, en la orilla suroccidental de la principal isla del archipiélago- llegó a ahorrarles a los residentes de Bermuda hasta tres horas de viaje.
“Para las pequeñas balandras de las Bermudas, la ruta más corta hasta mar abierto desde las parroquias era el puente Somerset, en lugar de tomar el largo canal que recorre la costa norte y este”, explica Edward Harris, exdirector del Museo Nacional de las Bermudas.
Y es que si bien hoy en día, 10 puentes conectan ocho islas con la parte continental de las Bermudas, pero hace cuatro siglos la única forma de ir de una isla a otra era en barco.
En 1620, la Asamblea General de las Bermudas decidió construir los primeros tres puentes, incluido el de Somerset, para permitir que los residentes se pudieran reunir más fácilmente.
En aquel momento, la mayor parte de la gente dependía de los barcos pesqueros y de transporte general, pero los vientos fuertes del suroeste hacían que navegar las aguas de Bermudas fuera un reto.
Y, a principios del siglo XVII, un tipo de barco conocido como balandra, con mástiles altos, inclinados y velas triangulares, fue desarrollado para ayudar a los isleños a navegar contra el viento.
El diseño innovador de las balandras evolucionó hacia la vela bermudiana, utilizada por la Armada británica en el siglo XIX y para la Copa América en los años 30 del siglo XX. Sigue siendo un barco popular en la actualidad.
Pensando en las balandras
Con altas palmeras y helechos reverdecidos flanqueando sus paredes de piedra cubiertas de musgo, el puente Somerset sigue pareciéndose a cómo era hace 400 años, salvo por las cuatro pequeñas cadenas amarillas instaladas para evitar que los transeúntes caigan al agua.
Aunque se califica de puente levadizo, el puente Somerset no se abría y cerraba de la forma tradicional. Subir y bajar ambos lados del puente hubiera requerido un diseño más complejo, y el paso de agua no era lo suficientemente ancho para que pasara algo más largo que una balandra.
En su lugar, los ingenieros dejaron un hueco de 56 centímetros a lo largo del centro del puente cubierto por una plancha de madera suelta.
A medida que las balandras se acercaban al puente, un vigilante levantaba la plancha de madera desde el suelo del puente para permitir que pasara el velero.
El vigilante ayudaba entonces al capitán a navegar el barco a través del paso estrecho y remplazar la plancha una vez que la balandra había pasado.
Atracción turística
La navegación siguió siendo la principal forma de transporte en Bermudas hasta mediados del siglo XX. Pero a medida que creció el tráfico de automóviles y disminuyó el de barcos, el gobierno de las Bermudas decidió retirar el puente levadizo.
“El puente es operativo, pero no se abre porque es una parte importante de la carretera principal que conecta la parroquia más grande y la situada más al este, la de Sandys con Southampton”, explica Larry Rogers, dueño de Rogers Transfers & Island Tours.
La estructura sin embargo, sigue siendo apreciada por residentes y visitantes. Es una de las principales atracciones turísticas de Bermudas, salió en una serie de billetes en 2009 y, en 2015, fue oficialmente designado un monumento histórico.
A pesar de su pequeño tamaño, el puente requiere cierto mantenimiento. “Acabo de terminar el trabajo con la madera de las dos pasarelas peatonales, las entradas norte y sur”, dice Curtis Charles, ingeniero de construcción y mantenimiento para el Ministerio de Obra Pública, que lleva 25 años trabajando en el puente.
“La madera anterior tenía 16 años, y necesitábamos reemplazara porque la humedad se coló entre las planchas y las pudrió. Esta vez nos aseguramos y tratamos la madera, durará más, seguramente unos 20 años”.
Charles y su equipo inspeccionan el puente una vez al mes; cambian las almohadillas bajo la parte del puente sobre la que pasan los coches, y examinan las planchas de madera en las pasarelas y el asfalto. Él cree que merece la pena proteger el puente Somerset.
“Es un motivo de orgullo”, dice.
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