¿Qué papel juegan las pandillas en los próximos comicios presidenciales de El Salvador?
Las temibles pandillas de El Salvador tienen un poder e influencia que también afectan a elecciones como las presidenciales
No hay duda de cómo en El Salvador, considerado según las estadísticas como “el país más violento del mundo”, las pandillas condicionan la vida de su población.
Ellas son el origen de la violencia que, junto a la pobreza y falta de empleo, los salvadoreños identifican como su principal preocupación, y que les lleva a abandonar el país buscando mejores oportunidades en peligrosos viajes como las últimas caravanas de migrantes hacia Estados Unidos.
La magnitud e influencia de estos grupos delictivos es tan grande como difícil de precisar. Pero su presencia se siente en casi todos lados.
No en vano, se estima que hay entre 30.000 y 60.000 miembros de pandillas en un país donde viven poco más de seis millones de habitantes. Es decir, cerca del 1% de la población total.
Consideradas un verdadero problema de seguridad nacional, controlan territorios y son agentes tan poderosos como para haber llevado a partidos políticos a sentarse a negociar y pactar con ellas.
En este escenario, no es de extrañar que las pandillas representen una cuestión clave ante las elecciones presidenciales que el país celebra este domingo.
Según todas las encuestas, estos comicios podrían acabar con la histórica alternancia entre el izquierdista FMLN (ahora en el poder) y la coalición conservadora liderada por ARENA a favor de Nayib Bukele, exalcalde de San Salvador y que concurre bajo las siglas de GANA (una escisión de ARENA).
Sin embargo, ciudadanos y analistas critican que, pese a su importancia, el tema de seguridad y violencia no haya sido abordado de manera clara y directa por los candidatos en sus campañas electorales.
Pero ¿qué papel juegan las pandillas en estos comicios y hasta qué punto pueden influir realmente en los resultados?
“Una fuerza política” más
“Las pandillas son un poder político, económico y militar. Al sentirse dueños del territorio, todos (empresas a las que extorsionan y partidos políticos) tienen que negociar con ellos, forzosamente”, asegura Dagoberto Gutiérrez, analista y excomandante del FMLN durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992).
“¿Pero que si influyen en los resultados electorales? ¡Por supuesto, si son una gran fuerza política en el país!“, dice tajante en conversación con BBC Mundo.
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En otras citas con las urnas se registraron numerosas denuncias de personas que aseguran que las pandillas (que ya de por sí representan decenas de miles de votos junto a su entorno) les piden los documentos de identificación y amenazan para que voten por un partido determinado.
“Algunas controlan territorios y pueden decir que aquí no vamos a dejar entrar a los que son de tal partido. Eso siempre ha ocurrido, tienen incidencia. No sé hasta qué punto para inclinar un resultado, pero sin duda hay un problema”, le dice a BBC Mundo César Villalona, economista e investigador social.
Pero preguntados por cuál es el partido al que favorecen estos grupos, expertos aseguran no tenerlo tan claro. “Depende del territorio de que se trate”, afirma Gutiérrez.
“Las pandillas no tienen una ideología que podamos decir que corresponde a un planteamiento concreto. Responden al dinero”, dice Roberto Cañas, economista y firmante como parte de la delegación del FMLN (al igual que Gutiérrez) de los Acuerdos de Paz con el gobierno que pusieron fin en 1992 a 12 años de conflicto armado.
Repunte de violencia
Según el ministro salvadoreño de Justicia y Seguridad, Mauricio Ramírez Landaverde, las pandillas ven “una nueva oportunidad” en estos comicios para lograr sus dos principales “expectativas de criminalidad”.
Estas serían “volver a gozar de beneficios carcelarios que les permitan, como en el pasado, seguir coordinando la actividad criminal, y que se reduzca la persecución” contra ellas, dijo a principios de enero en la televisión local Canal 12.
El economista Villalona, también representante del gobierno en el Consejo Nacional del Salario Mínimo, destaca cómo el aumento de homicidios en el país durante las tres primeras semanas de 2019 puede apuntar a una presión de las pandillas por inclinar la balanza electoral en una dirección.
“Llama la atención esta subida en la criminalidad. Pueden estar interesadas en que gane otro partido (diferente al FMLN) porque un brote de violencia al final (de esta legislatura) puede generar descontento con el gobierno y el partido en el gobierno a favor de la oposición”, reflexiona.
En efecto, tras un repunte de violencia después de que se rompiera la tregua promovida en 2012 por el gobierno entre las pandillas MS-13 y el Barrio 18, las cifras de homicidios estaban descendiendo hasta ahora de manera continuada desde 2015.
Gutiérrez alerta, sin embargo, de que las cifras de reducción de homicidios que el gobierno ha estado presentando “como el éxito de su guerra de desgaste”, son manejados a discreción por las pandillas en función de sus intereses.
“Cuando les conviene, aumentan los homicidios, y cuando les conviene los reducen. Eso está en la punta de sus pistolas. Esta es una demostración de fuerza que aumenta su capacidad negociadora”, asegura.
Cañas coincide al considerar que quizá las pandillas piensan que “su activar delictivo puede generar posibilidades para que exista algún arreglo con los candidatos”, aunque considera que “no da la impresión de que ninguno esté manejando esos arreglos” actualmente.
Negociación y ausencia en campaña
Se desconoce si los partidos están ahora llevando a cabo algún tipo de negociación pero, desde luego, sí existió en el pasado.
En los últimos años, el diario digital salvadoreño El Faro sacó a la luz videos de reuniones mantenidas entre dirigentes de ARENA y el FMLN con pandillas para negociar y evitar que boicotearan a sus respectivos candidatos en la campaña de las presidenciales de 2014.
El mismo medio publicó el año pasado que Nayib Bukele, el candidato mejor posicionado para estos comicios según las encuestas, pactó con estos grupos cuando era alcalde de San Salvador para ejecutar sus proyectos en zonas peligrosas.
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Sin embargo, Bukele niega haberles pagado y asegura que lo que hizo fue “ir a la comunidad e invertir en ella y generar beneficios”, refiriéndose por comunidad a “las madres, los hermanos de los pandilleros”.
“Por eso, una cosa es negociar con el pandillero, y otra cosa es lidiar”, aseguró al diario español ABC.
Estas relaciones en el pasado pueden ser uno de los motivos por los que, sorprendentemente, el tema de las pandillas haya tenido una escasísima presencia en la campaña electoral.
“Que es un problema real de El Salvador lo es, y que los candidatos han evitado tocarlo de manera directa creo que lo han hecho para no verse perjudicados por el accionar de las pandillas en elección”, le dice a BBC Mundo el analista Rafael Castellanos, empresario y miembro del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana.
Lo cierto es que la ausencia de este tema en campaña hace que muchos ciudadanos no tengan idea de cuáles son las propuestas de los candidatos para solucionar un conflicto que lleva décadas lastrando las vidas de la población salvadoreña.
Aunque según el analista Roberto Cañas, no hay grandes diferencias entre las propuestas de los principales partidos.
“Todos hablan de prevención como mecanismo fundamental, control y represión de la delincuencia, recuperar territorios y reinsertar a los miembros de pandillas, dar más apoyo a la policía…”, enumera.
Otros expertos también consideran como una cuestión de “prudencia” la decisión de los partidos de no afrontar el tema de las pandillas estos meses.
“Lo que han ido aprendiendo los partidos, a golpes, es que en las familias de los pandilleros y en su entorno hay votos que permiten ganar elecciones”, le dijo a El Faro en diciembre Verónica Reyna, del Servicio Social Pasionista, una de las ONG salvadoreñas más activa en seguridad pública.
“Creo que los partidos tienen claro que las pandillas son actores relevantes; quieran o no, les guste o no, sean legítimas o no en el sentido legalista de la palabra”, añadió Reyna, quien cree que habrá que esperar hasta después de las elecciones para conocer la verdadera política de seguridad del nuevo gobierno salvadoreño.
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