Una peor tormenta solar causaría $30,000 millones en pérdidas
Barcelona – Si se repitiera hoy la mayor tormenta magnética solar de la que hay registro, datada en 1859 y a la que los científicos de la época llamaron Carrington, las pérdidas en los sistemas de telecomunicaciones por satélite rondarían casi $30,000 millones.
El proyecto europeo Spacecast, puesto en marcha el 1 de marzo, ofrecerá datos regulares y fiables del tiempo espacial, actualizado cada hora, que ayudará a proteger los satélites utilizados para la navegación, las telecomunicaciones, la teledetección y otros servicios, informó hoy la Universidad de Barcelona, que cuenta con varios investigadores que participan en este programa.
Spacecast analizará los fenómenos explosivos que tienen lugar en el sol y son emisores de partículas de alta energía y radiación electromagnética que afectan a la Tierra y su campo magnético.
El tiempo espacial es el conjunto de condiciones del medio interplanetario, entre el Sol y la Tierra, en un momento determinado, y refleja las alteraciones debidas a la actividad solar.
Según Blai Sanahuja, catedrático del Departamento de Astronomía y Meteorología de la UB que participa en el proyecto, “la importancia de estos fenómenos no ha cambiado tanto por el sol, que sigue su ciclo habitual, sino por nuestra dependencia de estos cambios que cada vez tiene un impacto más grande en nuestra tecnología”.
Spacecast, liderado por investigadores del Centro Antártico Británic (BAS), ha comenzado a ofrecer previsiones, con un margen de entre una y tres horas, que proporcionan a los operadores de satélite el índice de riesgo de tempestades solares y geomagnéticas.
Estos avisos permiten actuar para evitar interrupciones y un mal funcionamiento de los satélites, de forma que, con la desconexión de sistemas no esenciales, el cambio de dirección de señales o la reorganización de maniobras de órbita, los satélites puedan continuar operando durante estas tormentas.
Las previsiones actuales están restringidas a los cinturones de radiación de Van Allen, la región de la magnetosfera más cercana a la Tierra donde orbitan la mayor parte de los satélites.
Estos cinturones son zonas estables con una densidad elevada de protones o electrones, atrapados por el campo magnético terrestre, y forman dos anillos en torno a la Tierra.
En los próximos dos años, Spacecast trabajará en el conocimiento de la física de estos fenómenos para mejorar las previsiones del tiempo espacial.
El estudio se hará extensivo a los electrones de más baja energía y también se trabajará para establecer modelos a partir de los choques generados por perturbaciones interplanetarias.
La investigación de los flujos de partículas energéticas de origen solar fuera de la magnetosfera es especialmente importante de cara a las misiones espaciales.
“De hecho, el desconocimiento que tenemos, de cómo se generan, que intensidad pueden conseguir… es uno de los grandes riesgos de las misiones espaciales, y más si son tripuladas”, afirmó Sanahuja, para quien la meteorología espacial está todavía en sus inicios.
Las principales dificultades de esta disciplina son, por un lado, la falta de datos (hay pocas sondas interplanetarias y satélites, y además se trata de fenómenos de millones de kilómetros de extensión) y por otro, el hecho de que no se trabaje con gases neutros, como en la atmósfera terrestre, sino con plasmas, gases totalmente ionizados en un entorno magnetizado muy variable.
El Sol tiene un ciclo casi regular de actividad que dura unos once años aproximadamente y el número de tormentas magnéticas de origen solar varía desde una quincena en el mínimo del ciclo solar, hasta unas sesenta en su máximo.
Se prevé que el próximo máximo del ciclo actual tenga lugar entre el 2013 y el 2015.
Entre octubre y noviembre de 2003, las tormentas magnéticas afectaron a 47 satélites, y los daños incluyen la pérdida total de satélites científicos, se han valorado en $640 millones.