Actriz en silla de ruedas hace historia al protagonizar un musical en Broadway
Ali Stroker es nativa de Nueva Jersey y desde niña un accidente la dejó paralizada
Dos triángulos de amor, uno trágico y otro relajado, han hecho de “¡Oklahoma!” uno de los musicales más resistentes al tiempo, desde su estreno en marzo de 1943, hace exactamente 76 años, como la primera colaboración entre el compositor Richard Rodgers y el libretista Oscar Hammerstein.
Ahora está de vuelta en Broadway, igualmente ambientado en 1906, pero con giros muy contemporáneos a la sociopolítica y el mercadeo el siglo XXI: mujeres liberales, una pareja protagónica es biracial -ella negra, él blanco-; y en el elenco hay una actriz en silla de ruedas (Ali Stroker), algo inédito en el teatro musical de Nueva York, y que la coloca en ruta a las nominaciones a los premios.
Stroker es una actriz rumbo a los 32 años, nativa de Ridgewood, Nueva Jersey. A los 2 años un accidente de tránsito la dejó paralizada de la cintura para abajo, debido a una lesión de la médula espinal. Pero ello no detuvo la meta profesional que se fijó desde que, a los 7 años, vio un primer musical de Broadway.
Estudió y en 2009 se convirtió en la primera actriz en silla de ruedas en obtener un título del Departamento de Teatro de Tisch de la Universidad de Nueva York, con un título en Bellas Artes. Que se sepa, es la primera intérprete en silla de ruedas en un musical de Broadway, donde como todos debe cantar, bailar y actuar.
Su rol (Ado Annie) no es nada sumiso, al contrario, es el personaje femenino más liberal, infiel y pícaro en la trama. Las críticas han sido muy favorables a todo el equipo, e incluso con ironía Ben Brantley escribió en The New York Times, “¿Cómo es posible que el nuevo show más genial de Broadway en 2019 sea un musical de 1943?”
Además se está presentando en una sala muy peculiar, Circle in the Square, que coloca al público cerca de los actores, planteando un reto adicional para el director, Daniel Fish, apoyado en una interesante iluminación de Scott Zielinski.
Aquí la audiencia no está al frente, sino alrededor del escenario, que es más largo que ancho. Para lograr más interacción aún, los presentes son invitados a probar, en el intermedio, la comida que los personajes “cocinan” durante el primer acto.
Este musical “country” o rural está basado en la obra “Green Grow the Lilacs” (1931) de Lynn Riggs, autor de sangre indígena cherokee. Se centra en la vida sencilla de unos granjeros y vaqueros, mayormente ingenuos, celosos y conservadores, amantes de la caza, los caballos, el baile y el alcohol, y para quienes el honor siempre está a un balazo de distancia.
No son en esencia violentos, sino simples en su manera de ver el mundo y resolver los problemas en la mentalidad de 1906, vigente hoy en muchas zonas rurales en EEUU. En ese entonces, Oklahoma aún no era un estado, sino un “territorio de reserva indígena”.
Las coreografías originales se mantienen simples, mayormente integradas a la trama, cuando los personajes celebran en algún establo dentro de su rutina de “pueblo pequeño, infierno grande”, donde la amistad se debate entre camaradería, celos, amor, venganza y envidia. Así, una boda puede mutar a un funeral y luego a un juicio penal, pues también son rápidos a la hora de imponer justicia, al estilo “Fuenteovejuna” (1619) de Lope de Vega.
En su largo periplo, “¡Oklahoma!” fue adaptada al cine y ganó dos premios Óscars en rubros técnicos en 1955, entre cuatro nominaciones. También se ha producido para TV y teatro en varias ocasiones y lugares. En Broadway estuvo por última vez en 2002 y el estreno actual es la 6ta producción en Nueva York.
La más exitosa fue la primera, que sumó 2.212 presentaciones en poco más de cinco años, aliviando los horrores de la 2da Guerra Mundial. Esta vez el calendario es limitado, sólo de abril al 1 de septiembre.