Empresario y repatriado llega a la capital mexicana… ¡para ayudar a otros!
Conoce la historia de Bernabé Moreno, que vendió todo para ayudar a otros deportados
MEXICO – Bernabé Moreno tiene poco menos de 24 horas en la Ciudad de México. No está aquí por accidente; todo lo contrario. Planeó detalle a detalle su mudanza desde San José de Laura, Coahuila, donde vivía desde que fue repatriado.
Vendió chivas y algunas cabezas de ganado. Buscó un hotel céntrico por internet, empacó pantalones y camisas. Se montó unas gafas negras y tomó el autobús. Sin fecha de retorno.
A los 53 años le dio por el altruismo y no dudó en la aventura. “Quiero ayudar a los deportados, ser parte de su equipo”, dijo apenas hizo contacto con la organización New Comienzos, que apoya a repatriados, a la que había conocido a través de las redes sociales, donde se vierten diariamente las historias de los sinsabores de los repatriados que no cesan.
En 2015, cuando Moreno fue deportado, cerró con 207,398 indocumentados expulsados de Estados Unidos. El año pasado no fue diferente y alcanzó los 203,398 casos y ya para los primeros tres meses del presente se recibieron por los distintos puntos de ingreso a México a 49,490.
Muchos de ellos, como Bernabé, quien emigró a los tres meses de edad, nunca habían pisado su país de nacimiento después de que se fueron en brazos de sus padres. Hizo su vida en la Unión Americana donde le enseñaron el inglés y a ser empresario. Y mucho más. No es cualquier hombre de negocios: un businessman de la construcción.
––Nadie dudaba que yo era ilegal–– cuenta durante la entrevista que le hacen voluntarios de New Comienzos quienes buscan ubicarlo en algún albegue para que se reduzcan sus gastos y el hombre tenga más posibilidades de tener una inmersión en la vida de un recién llegado con una mano adelante y la otra atrás.No es el caso de Bernabé pero asume el reto.
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Moreno arribó a Coahuila, donde sus padres habían construido una casa con remesas, después de construir poco más de 20,000 unidades de departamentos de alrededor de 300 departamentos cada uno. Haga cuentas. De Indianapolis a Detroit. Lousiana, Kentucky, Tenesse, Michigan, Kansas, Georgia, Florida, Misissipi tienen recuerdos de su obra, aunque él ya no esté.
Lo echaron tras una averiguación de su estatus legal cuando se quejó uno de sus trabajadores. “No fue mi culpa. Yo subcontrataba empresas que a la vez contrataban a indocumentados y una de ellas no les pagó a tiempo”, reconoce para explicar cómo cayó en desgracia. “Antes, los inspectores llegaban a la empresa, le pedían documentos del personal y ahí hacían sus conclusiones”.
––Nunca sospecharon que yo no tenía documentos. El gobierno me contrataba para hacer asilos y viviendas para personas de bajos recursos en Indianápolis y Detroit.
Su partida del país bloqueó la tranquilidad que tenían los hijos. La mayor estudiaba leyes y concluyó como pudo, con los restos del negocio de su padre, quien entre demandas por obras interrumpidas y otros pasivos, perdió en total $1,170,000 USD y se quedó apenas con unas cuantas propiedades. El menor, recientemente obtuvo una beca de Disney para estudiar ingeniería en Orlando.
Bernabé se siente ahora más tranquilo. No es que estuviera mal en San José de Laura (un poblado regularmente tranquilo, aunque hace poco unos malandrines entraron para matar a otro que huía , quién sabe de qué) y viene dispuesto a echar para adelante a otros deportados que pidan apoyo y a la par hacerse de algún capital. Trabajar, emprender algo más. “Eso es lo que sé hacer”.