Enlace: Saña contra los migrantes
A los pocos días de los tiroteos, para dejar claro que no bajará la guardia, el gobierno federal emprendió una redada
Tras los recientes tiroteos en Dayton y El Paso, éste último dirigido específicamente contra los mexicanos, hubiera sido deseable que el presidente se dedicara a consolar y unir a una nación que no solo está de luto sino profundamente dividida por razones políticas, ideológicas y raciales.
Pero en el mundo de Trump eso equivale a pedirle peras al olmo.
Lejos de aminorar sus ataques hacia los indocumentados, el mandatario los ha redoblado y ha confirmado que es incapaz de sentir la más mínima empatía hacia el dolor ajeno. Su visita a El Paso lo pinta de cuerpo entero.
Trump visitó el hospital donde se encontraban algunas víctimas del ataque. Debido a que la mayoría rehusó recibirlo porque lo considera responsable de inspirar el atentado terrorista, el personal del hospital le llevó al bebé de dos meses que sobrevivió la matanza porque sus padres dieron la vida por él.
El presidente aprovechó la ocasión para tomarse una foto que, dado el contexto, resulta repugnante. Como si fueran una familia que celebra una ocasión feliz, Trump aparece sonriendo y con el pulgar en alto, al lado de su esposa Melania con el bebé en brazos. Al ver la imagen uno se pregunta hasta dónde puede llegar la maldad humana.
A los pocos días de los tiroteos, para dejar claro que no bajará la guardia, el gobierno federal emprendió una redada en la que arrestaron a 680 trabajadores indocumentados en plantas procesadoras de alimentos en varias ciudades.
Como resultado del operativo, docenas de niños se quedaron sin sus padres. Su desamparo y angustia quedó grabado en numerosas imágenes y videos en los que, llorando, suplican que liberen a sus progenitores.
Pero su llanto solo encontró las frías declaraciones de Trump quien justificó las redadas como un medio para frenar la llegada de más indocumentados a Estados Unidos.
Lo que el presidente y los funcionarios de ICE no han explicado es por qué se efectuaron estas redadas contra trabajadores sin antecedentes penales, cuando dicen que la prioridad es ir tras los criminales y resolver la crisis en la frontera.
Tampoco han explicado por qué, hasta ahora, solamente han arrestado a los trabajadores y no a los dueños de las empresas que los explotan.
Por cierto, en este grupo se encuentra el propio Trump. Hasta ahora, se sabe que al menos en ocho de sus propiedades han contratado a indocumentados sin que se haya efectuado ninguna acción legal contra el presidente, lo que habla de la hipocresía de este gobierno.
Y para cerrar con broche de oro se acaban de anunciar nuevas reglas para negar la tarjeta verde a los inmigrantes que legalmente hayan recibido asistencia del gobierno. Las puertas se podrían cerrar también para quienes no tienen altos grados de escolaridad ni buena salud. La guerra contra todos ellos está declarada.