Empresario migrante quema las naves en EEUU: “Me voy a México”
MEXICO.- Hace años, quizás décadas, que Jhoan Montoya tiene un anhelo, un sueño que no se le quita de la cabeza y le impide ser feliz del todo a pesar de haber creado dos empresas en Nebraska, de tener una vida económica próspera y haber formado una familia que hoy goza de la gracia de tres niñas: ¡Quiere pasar la Navidad con su madre!.
La ausencia de la mujer a quien no ve hace casi 20 años aunado a la frustración de seis intentos sin éxito para legalizarse, lo ha empujado poco a poco a tomar una decisión en estos días: volver a México.
Jhoan no ha sido nunca una persona de pensar mucho las cosas. Simplemente le viene una idea a la cabeza y la ejecuta. Así se fue de San Miguel Tlaxcaltepec, la comunidad donde nació en el estado de Querétaro: un día iba caminando por las polvorosas calles y se encontró a un amigo, vámonos para Estados Unidos, le dijo. Y él cambió la dirección, ya no volvió a casa. Tenía 15 años.
Hombre de aventuras se enfiló a California donde hizo sus primeros experimentos como empresario. Aceptó, por ejemplo, empedrar un patio, cuando no sabía ni usar el cemento. Llegó al lugar junto con la concretera y él no sabía para qué servía. Simuló que tomaba medidas, ¿qué haces?, preguntó el patrón. Dejo todo listo para mañana.
“Por suerte vivía con unos tíos a quienes les pregunté si sabían hacerlo y sí eran albañiles profesionales y les pagué lo que ganaba un albañil profesional, pero yo me gané todo el resto del dinero por el proyecto: 2,500 dólares”.
De Real del Norte, en California, se fue a Atlanta y de ahí a Carolina del Norte porque lo invitó una muchacha con quien chateaba. Luego saltó a Atlanta y finalmente a Nebraska, donde se hizo de una casa y dos compañías, una de pintura y una de granito ¿quién da más por ellas?, se pregunta ahora que ambas tienen un contrato de seis años.
¿Por qué quemar las naves? Johan se responde: ¿por qué no? Por qué esperar años y años repitiendo lo mismo siempre, como muchos que él ha conocido: quiero volver, quiero volver y no hacerlo.
Además, “quien es emprendedor la va a hacer en cualquier parte”, piensa y recuerda dos historias exitosas de gente que volvió a México y pusieron empresas de camiones de carga e invernaderos y compraron terrenos y tienen borregos de engorda.
De que hay inseguridad y falta de justicia en México (de una deriva la otra), ¡las hay!, pero también depende la zona y él quiere ir a Querétaro, uno de los estados más tranquilos, con menos riesgos que otras regiones donde algunos inmigrantes indocumentados temerarios han vuelto.
Las razones por las cuales un mexicano indocumentado retorne a su país por voluntad propia son múltiples. Se agudizó la causa económica en 2008 cuando el desempleo creció, pero siguieron redadas y persecuciones, precisó el analista Agustín Escobar, del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social.
Clauia Masferrer, investigadora del Colegio de México, agrega que la salud y la familia son también dos motivos frecuentes. Se desconoce, en cambio, cuál es el número de indocumentados que dejan EU sin ser deportados porque no existen cifras ni oficiales ni académicas.
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica en 2018 reveló que el 90% de las personas que habían vivido en Estados Unidos y regresaron a México en los últimos años no había sido repatriada, pero éstas incluyen a gente con permisos de estudios o de trabajo o residentes permanentes que puede entrar y salir, recuerda Masferrer.
Johan está decidido a volver, de cualquier modo, aunque le digan que está loco, que cómo va a hacer eso. Si acaso su madre le dan la visa para que lo visite en abril, pospondría el retorno para 2022; si no, en diciembre próximo pone pies en polvorosa en EEUU para abrir en su país negocios de muebles, de transporte, de granito, de pintura. A consentir a su madre que ha tenido una vida dura: la abuela la maltraba, su primer esposo murió cuando Johan tenía dos años; el segundo era un abusador.
“Quiero darle todo el cariño que le hace falta”, concluye Johan.
Ana Laura, su esposa de origen jalisciense, quien es ciudadana americana, está de acuerdo y lo seguirá para acompañarlo en sus navidades soñadas.