Alertan por escasez de hidroxicloroquina, el medicamento que Trump recomendó sin pruebas

Pacientes que más necesitan la medicina se están quedando sin ella

El presidente Trump promueve el uso de la hidroxicloroquina.

El presidente Trump promueve el uso de la hidroxicloroquina. Crédito: Getty Images

Después de tomar algunas dosis de cloroquina, uno de los medicamentos contra la malaria que han sido recomendados por la Casa Blanca para tratar el nuevo coronavirus, Rita Wilson ?actriz y esposa del actor Tom Hanks? reportó haber experimentado “efectos secundarios extremos”.

Wilson, quien fue diagnosticada junto a su esposo a mediados de marzo y ya está recuperada, declaró haber sentido náuseas, mareos y debilidad en los músculos como producto del medicamento. “La gente debe evaluar si tomar esta droga. Realmente no sabemos si es útil en estos casos”, advirtió.

Ante la ausencia de una vacuna o tratamiento para enfrentar el virus, el presidente Donald Trump ha promocionado erróneamente las medicinas conocidas como cloroquina e hidroxicloroquina, asegurando que son posibles soluciones “milagrosas” para tratar a los infectados aunque la ciencia demuestre lo contrario.

“La HIDROXICLOROQUINA y la AZITROMICINA, cuando se toman juntos, tienen una oportunidad real de ser uno de los mayores revolucionarios en la historia de la medicina”, tuiteó Trump en marzo. En una de las tantas conferencias de prensa donde mencionó el medicamento, un periodista lo cuestionó por recomendar tratamientos sin ser médico. La respuesta del presidente fue: “Si funcionan, muy bien. Si no, no tenemos nada que perder”.

A pesar de la polémica recomendación del presidente, aún no se ha investigado a fondo cuáles son los efectos a largo plazo en los pacientes con COVID-19 o si en verdad contribuyen a su mejoría. Los estudios clínicos están aún en sus primeras fases y los especialistas en enfermedades infecciosas han advertido que es muy pronto para llegar a conclusiones.

El doctor Anthony Fauci, director de los Institutos Nacionales de Salud y miembro del grupo de trabajo para el coronavirus de la Casa Blanca, ha llamado a tomar precauciones. “Todavía tenemos que hacer los estudios definitivos para determinar si alguna intervención, no solo esta, es realmente segura y efectiva”, dijo en una entrevista con Fox News.

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La cloroquina y la hidroxicloroquina han sido usadas anteriormente para tratar enfermedades como la malaria y otras autoinmunes como el lupus o la artritis reumatoride. Ambas drogas han recibido una autorización de uso de emergencia, a falta de otros medicamentos con los que tratar a un número cada vez más crecientes de contagiados. Esta autorización de emergencia, sin embargo, no significa que estén completamente aprobadas como tratamiento contra el coronavirus.

El entusiasmo del presidente con ambos medicamentos no solo ha desencadenado una serie de reportes de fuertes efectos secundarios como los descritos por Wilson, sino que ha generado un problema aún más grave: ya que muchos estadounidenses comenzaron a comprarlos, las farmacias han comenzado a experimentar un faltante que está afectando a pacientes que sí los necesitan para tratar condiciones médicas distintas al coronavirus.

“Comenzamos a ver algunos informes de problemas de suministro desde antes, ya que los hospitales comenzaron a comprar para tener a mano posibles tratamientos clínicos. Sin embargo, el anuncio (de Trump) y las continuas recomendaciones están impulsando a las personas a comenzar a acaparar este producto”, dijo a NBC News Erin Fox, directora principal. de información sobre medicamentos en la Universidad de Utah Health.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) advirtió esta semana que ha tenido que tomar acciones para cubrir el faltante, que según el sitio oficial del organismo se remonta a finales de marzo, poco después de que Trump recomendara su uso. El organismo también ha advertido que no se debe tomar estos medicamentos sin receta.

El faltante afecta a quienes lo necesitan más

Bonnie Lieberman, una maestra de 46 años residente en California, es una de las pacientes de lupus que ha atravesado dificultades para conseguir la hidroxicloroquina, el remedio que por 30 años la ha ayudado a prevenir el brote de síntomas como erupciones cutáneas, fatiga, y dolor en las articulaciones inflamadas.

Este medicamento me salva la vida porque me ayuda a funcionar“, explicó a NBC News. “Me asusta la idea de tener que prescindir de algo que me ha mantenido saludable y funcional durante tanto tiempo. Tengo mucha ira, mucha frustración”.

La mujer ha llamado frecuentemente a su farmacia, donde le han dicho que hay un retraso en el abastecimiento. Ella no es la única cuya vida depende de esta medicina. Se calcula que en Estados Unidos, aproximadamente 1.5 millones de personas padecen de lupus, una enfermedad que ataca predominantemente a mujeres y afroestadounidenses.

NBC News contactó a una docena de farmacias en grandes ciudades como Los Ángeles, Chicago, Atlanta y Nueva York, y todas dijeron no tener el medicamento disponible. La respuesta común fue que estaban esperando a que entrase y que no sabían cuándo estaría disponible de nuevo.

Dos grandes fabricantes del medicamento, Teva Pharmaceuticals y Mylan Inc., dijeron haber aumentado la producción, pero no se sabe si están haciendo los envíos a las farmacias o a los hospitales que están tratando casos de COVID-19. La Fundación Estadounidense de Lupus dijo que está trabajando para “tomar medidas que aseguren que las personas con la enfermedad estén protegidas de una interrupción en el acceso a medicamentos críticos”.

Elizabeth Volkmann, una profesora asistente de medicina en la división de reumatología de la Universidad de California en Los Ángeles, dijo que sus pacientes comenzaron a tener dificultades para obtener sus pastillas luego de que Trump mencionara por primera vez la hidroxicloroquina.

“La poca información que dio, causó mucho pánico entre las personas y estas comenzaron a almacenar el medicamento sin siquiera necesitarlo”, dijo Volkmann.

La hidroxicloroquina y sus efectos secundarios

La hidroxicloroquina y la cloroquina se usan para tratar la malaria. La cloroquina se inventó en 1934 y la hidroxicloroquina se inventó durante la Segunda Guerra Mundial para proporcionar una alternativa con menos efectos secundarios.

La cloroquina se vende bajo la marca Aralen, mientras que la hidroxicloroquina se vende bajo la marca Plaquenil. Ambas drogas se han usado para tratar los síntomas del lupus. La hidroxicloroquina también se prescribe para la artritis reumatoide.

Según el Centro de Lupus de la Universidad Johns Hopkins, se ha demostrado que ambos medicamentos antipalúdicos mejoran síntomas tales como dolor muscular y articular, erupciones cutáneas, inflamación del revestimiento del corazón y los pulmones, fatiga y fiebre.

Ambas pueden causar problemas en el ritmo cardíaco, presión arterial severamente baja y daño muscular o nervioso. La etiqueta de Plaquenil advierte sobre posibles daños a la retina, especialmente cuando se usa en dosis altas, durante más tiempo y junto a ciertos otros medicamentos como el tamoxifeno, una droga usada contra el cáncer de mama.

“La cloroquina es una droga extremadamente tóxica con un perfil de efectos secundarios terrible. La hidroxicloroquina es mucho más segura, pero sus efectos secundarios siguen siendo significativos”, dijo Meghan May, microbióloga del Colegio de Medicina Osteopática de la Universidad de Nueva Inglaterra en Biddeford, Maine, a la agencia AP.

“Si no hay mucha claridad respecto a sus beneficios, administrar este medicamento a un paciente crítico es un paso arriesgado”, apuntó.

¿Funciona para curar el coronavirus?

Hasta el momento no hay suficiente evidencia que lo demuestre. Las pruebas son contradictorias y no se han realizado ensayos clínicos aleatorios controlados.

Ambas drogas han demostrado ser prometedoras en el laboratorio. La hidroxicloroquina redujo la capacidad del coronavirus de ingresar a las células en pruebas de laboratorio, según un informe de la revista Nature Medicine. Sin embargo, eso no significa que harán lo mismo en las personas o que estas puedan tolerar las dosis probadas en el laboratorio.

China, por ejemplo, agregó la cloroquina al formulario de China para el tratamiento del COVID-19 en febrero, pero basándose en datos limitados.

Un estudio francés que probó el antibiótico azitromicina junto con la hidroxicloroquina solo probó la mezcla en 24 personas, y fue ampliamente criticado.

Aunque los hospitales y los médicos en Estados Unidos han recetado estos medicamentos desde que comenzó el brote, no hay evidencia que demuestre que esté funcionando.

“Si esta combinación de medicamentos está funcionando, su efecto probablemente sea lo suficientemente sutil como para que solo los ensayos rigurosos y a gran escala lo descubran”, escribió en Twitter el excomisionado de la FDA, Scott Gottlieb.

La semana pasada, Nueva York comenzó un estudio clínico en este sentido, pero sus resultados podrían tomar meses como mínimo.

¿Cómo avanza el proceso para encontrar una vacuna contra el COVID-19?

Desde que el brote de coronavirus fue declarado como una pandemia por la Organización Mundial de la Salud, los expertos han advertido que tomaría al menos un año tener una vacuna lista, pues el proceso de poner un medicamento seguro y efectivo en el mercado conlleva una serie de experimentos clínicos que necesitan pasar por varias fases.

En este momento se están diseñando más de 20 vacunas potenciales en laboratorios de todo el mundo. “Lo bueno es que tenemos un montón de candidatos”, dijo el doctor Fauci esta semana.

Dos de los ensayos con vacunas de los que más se habla son:

✔️ El primer ensayo humano para una vacuna, que fue anunciado el mes pasado por científicos en un laboratorio en Seattle. Los científicos han dado el paso inusual de omitir cualquier investigación en animales para probar la seguridad o efectividad de la vacuna.

✔️ Científicos australianos han comenzado a inyectar hurones con dos posibles vacunas. Es el primer ensayo preclínico completo que pasa a la etapa de prueba en animales, y los investigadores dicen que esperan pasar a la etapa de pruebas en humanos a fines de abril.

Pruebas como estas se llevan a cabo mucho más rápido de lo que normalmente sucede, y algunas están utilizando nuevos enfoques para crear la vacunas, por lo que la comunidad científica ha advertido que no hay garantías de que todo saldrá bien.

Incluso si estas o cualquier otra prueba tienen éxito, no se espera que los fabricantes puedan producir una vacuna en masa hasta la segunda mitad de 2021.

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