“La primera necesidad real que hemos visto es la de comida”
BronxWorks una organización de ayuda a la comunidad ha multiplicado su asistencia de alimentos. La demanda con la COVID-19 ha crecido un 500%
El esposo de Socorro Maximino perdió su empleo en un deli de Manhattan en marzo. Fue cuando dio comienzo la “Pausa” de la actividad en el estado de Nueva York para rebajar la curva de contagios de la COVID-19. De ella se sale poco a poco pero él sigue sin empleo y esta mexicana de 27 años y madre de tres hijas dice que la situación económica es ya difícil. Acumula renta y facturas de luz sin pagar y aunque en su casa se recibe SNAP (cupones de comida), se ha visto en la necesidad de ir por primera vez a un banco de alimentos.
Su destino es uno de los pilares de la comunidad más vulnerable de su condado, BronxWorks. Y no es la única.
Esta organización que sirve a El Bronx desde 1972 tenía antes de la COVID-19 una despensa de caridad pero desde que llegó el virus han tenido que abrir todos los sábados y no cada dos como hasta entonces. Eileen Torres, la directora ejecutiva de BronxWorks explica han tenido que ampliar el servicio de proveer comida que antes tenían en sus centros para seniors y la población en general porque la demanda se ha incrementado más de un 500%.
Este condado de Nueva York es el más pobre y donde más tozudamente elevado ha estado el desempleo incluso cuando se registraban mínimos históricos en la ciudad. Ahora es peor. Torres recuerda además que en el área hay serios problemas de salud pública y se registran altas tasas de obesidad, asma, hipertensión y diabetes lo que hace a una comunidad en la que hay muchos trabajadores esenciales y viviendas con alto número de residentes, mucho más vulnerables. A la enfermedad y las consecuencias económicas de ella.
“Hemos visto a muchas personas viniendo a por comida que ya venían antes pero también a gente nueva en la fila que nunca antes habían estado conectados con nosotros, personas mayores, familias y algunas de distintas áreas de El Bronx”, explica Torres.
La situación es tal que según Esther Morales, coordinadora del programa de nutrición Mother Cabrini, en las primeras semanas de marzo vieron que la gente llegaba a las 3.00 y 4.00 de la madrugada para hacerse un lugar en la fila. “El cambio fue inmediato”, recuerda. El personal de la organización llegaba a las 8.00 y ya tenían más de las 70 o 90 personas que atendían normalmente antes de la pandemia esperando. Morales sabe que en ella “había muchos inmigrantes indocumentados, también familias que traían a sus niños”.
Las filas de horas y al frío que aún hacía entonces no se han mantenido porque se cambió el método de distribución que ahora funciona por citas. Maximino dice que ella ha ido tres veces a por comida con cita.
“Ofrecemos un suplemento, no una semana entera de comida pero es suficiente para que se ayuden con ello durante tres o cuatro días. La cantidad que se da depende del número de personas que sean en la casa”, explica Morales. En las canastas que se recogen hay productos frescos, enlatados carnes congeladas. “Depende de la financiación que haya”, explica, “cuando cerraron los supermercados desde los almacenes se donaron muchos alimentos para los bancos de comida y tuvimos muchos productos frescos”.
Esta empleada de BronxWorks admite que aunque dan cita muchas veces vienen personas a la fila sin ella y se les da comida también. Hay días que después de ocho horas de trabajo se siguen repartiendo alimentos.
Y esta labor crítica de hacer llegar lo necesario a los hogares se ha multiplicado porque otros programas en los que trabaja desde hace años esta organización –como los educativos para niños y jóvenes, los de prevención de desalojo de vivienda, los refugios para desamparados, salud, desarrollo laboral, el centro de seniors o ayuda a inmigrantes, que operan independientemente de la despensa de comida–, también están proveyendo ayuda con alimentos.
Torres explica que en el programa de búsqueda de empleo normalmente se pone el énfasis del trabajo en las capacidades de quienes buscan ayuda encontrar un puesto laboral. “Ahora están volviendo a él personas que han perdido el trabajo por la COVID y nos piden ayuda para buscar un nuevo empleo pero además nos dicen que necesitan comida para sus hijos”. También se ha empezado a mandar comida a los seniors que no pueden salir de sus casas y las familias a las que asisten con la educación remota de los hijos.
“¿Es BronxWorks ahora una despensa gigantesca?”. Ante la pregunta, Torres deja pasar un suspiro. El trabajo sigue en otras áreas pero reconoce que están tratando de hacer llegar alimentos “a todo el mundo que podemos porque la primera necesidad real que hemos visto es la de la comida”.
Financiación
La organización ha tenido que recurrir a donaciones (grants) privados para ofrecer algunos de los servicios especiales que está proporcionando, como por el ejemplo el wifi a los más de 500 niños en los refugios de desamparados que opera esta organización o audífonos para que varios de ellos puedan atender la escuela desde una misma habitación.
El dinero también se emplea en ayudas a la vivienda. El año pasado se destinaron unos $27,000 a ayudas a pagar atrasos en viviendas y este año la cantidad ya se ha duplicado.
Mantener las distintas líneas de ayudas básicas que ofrecen se está pudiendo hacer gracias a la financiación pública local y en menor, aunque importante medida, de la privada para esta organización que sirve a unas 60,000 personas.
El déficit en los presupuestos de la ciudad y del estado va a forzar a recortes que Torres ve con “gran preocupación”. Los programas que ofrece llevan en marcha años y no saben si habrá recortes, cómo les afectará y si tendrán que reducir la atención cuando más falta hacen. “Esperamos más dirección de la ciudad y del estado sobre la situación de nuestra financiación”. Más del 90% del presupuesto que manejan es público.
“El dinero privado nos ayuda con la despensa de comida y somos muy afortunados de recibir donaciones privadas”. Este dinero también se ha usado en asistencia en los refugios y en tarjetas de compras en los supermercados, para algunos programa es una fuente de ayuda pero no creo que funcione para todos ellos.
Con todo y dada la necesidad de financiación, Torres dice que se seguirán trabajando para conseguir dinero de organizaciones privadas y fundaciones pero “es importante que la ciudad y el estado busque el dinero federal, cruzamos los dedos y esperamos saber cuáles son las prioridades de financiación y ser muy transparente con organizaciones como nosotros”.
Ese dinero federal depende de unas negociaciones que llevan meses sin llegar a nada dado que el casi billón de dólares ($1 trillion) que quieren los demócratas para financiar federalmente a gobiernos locales no es algo en lo que coinciden con los republicanos que tienen la llave de la aprobación de todo lo que pasa por el Senado.
La directora de esta organización lo tiene claro, cree que es importante invertir en las comunidades pobres, rebajar el desempleo y seguir formando laboralmente a los residentes. Y en ese sentido considera que la labor que hacen en NYC organizaciones como BronxWorks es extremadamente importante. “Somos los que estamos en la calle haciendo el trabajo de conectar a la gente con comida, educación, trabajos, somos vitales para la comunidad y es importante para la ciudad que lo reconozca y que organizaciones como la nuestra sean sostenibles”.
Ansiedad y renta
Cuando empezó el confinamiento parte del personal de BronxWorks tuvo que volver a trabajar porque tienen servicios de 24 horas como los refugios para desamparados. Eran trabajadores esenciales que han detectado altos niveles de estrés, depresión y falta de motivación.
En el programa de ayuda para quienes abandonaron la secundaria se estaba preparando el examen para obtener el título equivalente pero tras meses de trabajo se canceló. Eso, dice Torres, ha desanimado a muchos de los estudiantes.
Pero además hay muchas personas que se encuentran aisladas, como los mayores.
En la sede de esa organización detectan que una cosa que desanima es cómo se acumulan las facturas sin pagar, especialmente las de la renta. “No es suficiente tener una moratoria de desalojos. ¿Qué pasa cuando se tenga que pagar? No podemos crear más desamparo, tenemos que asistir a esas familias”, clama Torres.
Morales dice que una de las cosas que hace cuando atiende a quien se acerca para la comida es intentar registrarles para programas como el SNAP “o pregunto qué otras necesidades tienen como seguros médicos, ayudas directas”. Dice que de lo que más le hablan es del pago del alquiler.
“Es necesario que se llegue a un acuerdo para ayudas en Washington porque muchas personas están sin trabajo o trabajando menos horas. Es necesario sobre todo en estos tiempos de escuela. La gente necesita recibir otro cheque”, asegura.