Fin de fiesta
Pobre legado de un presidente que llegó sin legitimación y se va sin ser apreciado
Felipe Calderón ha iniciado su despedida haciendo declaraciones que reciben con asombro y se responden con burla. Nadie, dijo, tratará como él al estado de Durango, ¿a qué se refiere? A que es posible que llegue alguien que aumente la inseguridad y violencia en ese estado, el que por cierto lleva mucho tiempo arrasado por el crimen organizado.
Reconozcamos que su actuar presidencial no fue del todo acertado y que con frecuencia hizo declaraciones poco afortunadas, pero ¿Qué presidente no las hace?; si lo comparamos con su antecesor, hasta parece un dechado de prudencia, pero ¿qué necesidad tiene de hablar de más?
Ya es un lugar común sostener que los presidentes mexicanos tienen que aprender a dejar la posición. Debe ser complicado soltar un puesto que endiosa, que está rodeado de adulación, de impunidad, de excesos y de sometimiento. Debe ser duro pasar del encumbramiento a la necesidad de buscar vivir lejos, casi donde no lo reconozcan en la calle, y tal vez por eso vemos en todo su esplendor el síndrome del fin de gestión, donde la incontinencia verbal se desata, y de tanto hablar se pierde el sentido de lo dicho.
En su despedida Calderón muestra un cierto optimismo, que por desgracia parece contradecirse con la realidad, especialmente la cantidad de conflictos que le salen al paso. Algunos de estos conflictos se deben a una torpeza de gobierno manifiesta y falta de previsión sobre las tensiones nacionales, otros parecen responder a la búsqueda de un momento propicio, que es el final de su Administración, el caso es que estallando justo cuando su poder mengua, tiene un muy escaso margen de maniobra para atenderlos, con el potencial agravamiento de no ser atendidos. Aunque algunos tal vez se crearon para no resolverse. Listemos solo algunos.
Movimiento de rechazados de universidades. Hace muchos años que había casi desaparecido el conflicto de los estudiantes que no se acomodaban en las escuelas preparatorias o universidades por medio del examen de selección, este año, el conflicto ha resurgido y se ha mezclado con otras protestas. Era previsible la presión demográfica por la pirámide de edades y la deficiente construcción de espacios escolares, pero el Gobierno le prestó mayor atención al manejo electoral del magisterio, sin darse cuenta de que mientras proponía ampliar la educación obligatoria al bachillerato (12 años), no construía la infraestructura para atenderlo.
La pugna por los restos del PAN. Calderón empezó culpando a Josefina Vázquez de la derrota lo que es correcto, pero debe saber que las elecciones son un referéndum sobre el Gobierno en funciones y ahí estaba reprobado. Ahora intenta mantener el control sobre el partido y las huestes se rebelan. Al gobernar con sus amigos le cerró la puerta a los nuevos liderazgos y algunos de estos asociados a viejas mafias, pugnan por hacerlo a un lado. Natural en un partido derrotado.
La pugna por las nominaciones a candidaturas. Dentro de la lucha por el futuro, los que fueron desplazados aprovechan la coyuntura para señalar los desaciertos y manejos antidemocráticos que tuvo Calderón, impuso a su hermana como candidata en Michoacán y a la candidata a jefa de Gobierno en el DF. En ambos casos perdieron, tal vez porque se introdujo una tensión innecesaria a cambio de un capricho.
La violencia. Hay una escalada violenta que muestra que el problema está lejos de arreglarse. Aunque el Gobierno oculta cifras, sospechamos que el número de muertos con que se va Calderón será para horrorizar a muchos y a él lo llevara a esconderse.
MVS. Un enfrentamiento con un empresario de los medios de comunicación pone en el banquillo de los acusados a Calderón mostrándolo como intolerante y represivo. Aunque, reconozcamos, que está logrando una carambola de tres bandas. Golpea la libertad de expresión al mostrar que su enfrentamiento con el grupo de telecomunicaciones se debe al intento de obligar a una periodista a que presentara una disculpa por haber informado que un diputado lo acusó de alcohólico; beneficia a Televisa porque le quita de encima a un competidor potencial, y le crea una bomba de tiempo al próximo presidente. En el caso que sea Peña Nieto esto será más fuerte, porque si prosigue con el caso beneficia a Televisa lo que le dará munición a sus contrincantes que mostrarán la dependencia del consorcio, y si no prosigue en esa dirección, la televisora posiblemente se moleste y cuando lo hace, ataca con todo lo que tienen, como hicieron contra el empresario que intentó crear la tercera cadena de televisión.
Si en lugar de usar su capacidad imaginativa para efectos perversos, Calderón la usara para mejorar al país, no lo dejaría bañado en sangre, ni estaría creando tensiones cuyo comportamiento puede agravarse. Pobre legado de un presidente que llegó sin legitimación y se va sin ser apreciado.