El teletrabajo no reduce la productividad

No se debe ver como una amenaza

Los teletrabajos son menos vulnerables a las crisis./Shutterstock

Los teletrabajos son menos vulnerables a las crisis./Shutterstock Crédito: Shutterstock

Existen tareas que no pueden hacerse de manera remota. Pienso en las personas que han trabajado duramente en los momentos más difíciles de la pandemia, como los sanitarios, los limpiadores, los dependientes de comercios…

Muchos líderes piensan que el teletrabajo supone perder el control y no quieren ver sus oficinas vacías. Es posible que lo hayan aceptado como una solución temporal, pero no se debe ver como amenaza.

La presencia física sigue siendo indispensable en muchos ámbitos, pero el trabajo remoto no tiene por qué llevar a algunas empresas a perder nada como complemento en algunas áreas.

Controlar sigue siendo necesario. Las personas agradecen la flexibilidad y la posibilidad de conciliar, pero, es imprescindible instaurar sistemas informáticos que habiliten el control. La pandemia está haciendo que muchos trabajadores den por sentado que seguirán trabajando desde su hogar, y a veces no es posible. La empresa no debe mostrar timidez a la hora de crear sus reglas y comunicarlas abiertamente. Y aquellos que, por motivos como el miedo o “riesgo a enfermar” deban teletrabajar, hay que establecer criterios de horarios, de equidad entre los empleados que acuden a la oficina, sistemas de supervisión para conocer quién está trabajando en cada momento y dónde, y objetivos medibles. Cuando todo el mundo sabe lo que debe hacer y lo que puede esperar si no lo hace, la productividad no se reduce.

Confianza y evaluación. Hemingway decía algo que parece una obviedad, pero que no lo es tanto: «La mejor forma de averiguar si puedes confiar en alguien es confiar en él». Y esto vale también para el teletrabajo. Todos conocemos a gente que se dedica a mirar sus redes sociales y pierde el tiempo. Pero eso ocurre tanto en casa como en la sede de la empresa. Unos están realmente comprometidos con su labor y otros se limitan a cumplir un horario presentista, sin producir demasiado. Por lo tanto, el lugar es lo de menos y la dedicación no tiene nada que ver con la presencialidad. Lo importante es evaluar a las personas por los objetivos alcanzados y la calidad de su trabajo.

Cuidar el contacto. Que haya personas trabajando en remoto no significa que se pierda el contacto. Los equipos tienen que seguir manteniendo reuniones y encuentros presenciales con frecuencia y regularidad o, en caso de imposibilidad, por videoconferencia.

Lo importante es que las personas, aunque no pasen ocho horas juntas cada día, puedan sentir la proximidad del otro, que sepan que todos juntos forman un equipo con un objetivo común. Y no olvidemos que somos seres sociales por naturaleza, traemos de fábrica nuestras “neuronas espejo” que son parte de nuestra empatía, y con ella conseguimos la vinculación. Es lo que nos hace más humanos.

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