‘La Roosevelt’ : Un menú de lujo repleto con los sabores originales de la tierra latina

La popular avenida, localizada en el condado de Queens, es todo un abanico de variadas opciones gastronómicas para chuparse los dedos, que incluye restaurantes, puestos de comida callejera y hasta venta ambulante

María Morales y Giovanny Pabón, aseguran amar a la Avenida Roosevelt como la mejor opción gastronómica de todo Nueva York

María Morales y Giovanny Pabón, aseguran amar a la Avenida Roosevelt como la mejor opción gastronómica de todo Nueva York Crédito: Edwin Martínez | Impremedia

Las películas de Hollywood suelen mostrar a Nueva York como la Ciudad de los rascacielos. Manhattan y puntos emblemáticos de ese condado, como el Puente de Brooklyn, el Central Park, Times Square y la suntuosa 5a Avenida, son infaltables en la imagen que el mundo conoce de la Gran Manzana.

Pero a menos de 20 minutos de allí, y cruzando el Puente de Queens, tras pasar por Roosevelt Island, y la reconocida image de Pepsi Cola, el paisaje urbano cambia.

El tren 7 para en la estación de la calle 74 y desde que los pasajeros se bajan, empieza a oler a los sabores de la tierra. Estamos en la Avenida Roosevelt, en Queens, el larguísimo corredor comercial de más de 50 cuadras, que termina en Flushing, que muchas películas de Nueva York olvidan y que para los latinos, es más famosa que los teatros de Broadway.

La Roosevelt es caos. La Roosevelt es acción. La Roosevelt es ruido. La Roosevelt es un pedacito de América Latina en Nueva York, pero entre su magia y su desorden, y bajo la melodía estruendosa que lanza el tren cada vez que pasa por los envejecidos rieles del 7, existe el mejor y más completo menú gastronómico que pueda existir en toda la ciudad… quizá en todo el mundo.

El puesto de comida mexicana en la acera de la estación del metro de la 74, empieza ofreciendo a los comensales más exigentes, deliciosos tacos de carnitas, chorizo, pollo, tortas, gorditas y sopes, a los que muy pocos pueden resistirse. Pasando la calle se saborea un poco de la cocina colombiana: el restaurante la Abundancia, encanta a gente de todas partes; incluso neoyorquinos que no saben ni “papa” de español, se derriten con las almojabanas, los buñuelos, los fríjoles con arroz, carne sudada y un buen chicharrón con arepa, cero calorías….bueno, con poquitas calorías.

La famosa calle de Queens, también ofrece delicias en restaurantes como Coatzingo, con los mejores tacos de tripa y lengua de toda la ciudad, Los Arrieros, con un menú de maravillas colombianas irresistibles, como la bandeja paisa.

La Roosevelt hace recordar a quienes comen allí, aquellas cenas y almuerzos en la casa de las abuelas, pues la sazón es muy de hogar.

Así lo confiesa Giovanny Pabón, quien a pesar de vivir en Brooklyn, sagradamente, como si se tratara de una peregrinación a la Meca, cada semana se echa “su pasadita” por la columna vertebral del vecindario más diverso de todo Estados Unidos: Jackson heights, a consentir el paladar.

“Esto ya se volvió para nosotros una tradición. Venir a comer a la Roosevelt es uno de los planes más entretenidos que tenemos, pues aquí aprendimos a comer lo mejor, no solo de los platos de mi tierra, sino de otros países”, asegura el colombiano, comiendo en el célebre Pollos Mario de la calle 81.

“Echarse aquí un arroz con pollo y maduritos, o un calentado con huevos pericos en las mañanas, eso no tiene comparación. O pasar por Mister cangejo a comer comida de mar o al restaurante ecuatoriano Hornado a darse un buen bistec a caballo, es un regalo”.

Su madre, María Morales, de 77 años, quien asegura extrañar mucho a su país, confiesa también que en materia de comida, no echa nada de menos, pues en la Roosevelt tiene opciones de todo tipo.

“A mi me encanta este comedor completo que tiene esto por aquí. Si me antojo de comida mexicana, me voy a Pico de gallo, si quiero colombiana, paso a la Pequeña Colombia, y si quiero arepas me voy a Arepa Leidy”, dice entre risas la tierna abuelita.

Una de las meseras de la taquería Coatzingo de la calle 76, uno de los sitios más concurridos de toda el ala comercial de la populosa avenida, dice que los platillos allí son tan exquisitos, que el lugar permanece lleno sin importar la hora o el día.

“He tenido clientes que vienen incluso desde New Jersey y desde Connecticut a comer aquí, porque encuentran un sabor muy cercano a lo que es la cocina mexicana nuestra, porque si somos sinceros, sabemos que en Nueva York hay restaurantes mexicanos gourmet, que no saben a México, mientras que aquí todo tiene el saborcillo que tanto gusta”, comentó la norteña.

Lo mismo suele ocurrir con el famoso sancocho de cola, una de las sopas más populares de la gastronomía colombiana, que en sitios como Pollos Mario y en la Abundancia, se acaba como pan caliente cada vez que la ponen en el menú, principalmente los domingos. Hasta allá llegan comensales de todas partes en busca del “platillo sagrado”.

Pero las ofertas gastronómicas no solamente se dan en restaurantes del área, que una calle más abajo, en la 37 avenida, también tienen otro menú de lujo, sino que los puestos de comida callejera son otra de las maravillas que ofrece la Roosevelt.

Entre la calle 90 y Corona Plaza, pululan las opciones de comida de olla y fritanga, con sazón a Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y hasta pupusas de centroamérica.

“Aquí uno tiene de todo para comer cada día algo diferente y lo mejor es que no es tan caro como en otros lugares de la ciudad”, comenta Sebastián Miranda, revelando que cada mañana, cuando sale de casa, hace su paradita en las panaderías que quedan abajo de la estación de Corona Plaza a pedir su cafecito con empanada y en la noche se baja una estación antes para ver que tienen “las señoras de las ollas”.

Y como si el menú con los “sabores de mi tierra” no fuera ya bastante extenso, la Roosevelt también cuenta con las vendedoras ambulantes de tamales de rajas, de queso, de pollo y los únicos y espléndidos tacos de canasta, que a solo $2 dólares, le calman el hambre a cualquiera y le dejan el paladar enamorado.

Si se trata de aguas frescas, esquinas como la 77, la 82, la 90 y la 103, tienen jarrones repletos de bebidas de horchata, piña, mango, sandía, tamarindo y sabores que hacen recordar a Lationoamérica con preparados de lujo.

Hasta a mi marido que es gringo le fascina venir a comer por aquí, que se encuentra de todo, pero no hay como la comida de mi tierra peruana, que fusiona sabores incas con toques asiáticos”, dice con orgullo Miguelina Céspedes, destacando el menú de Riko y la Casa del pollo. Luego sonríe, y dejando la bandera de su patria a un lado la madre latina confiesa que de vez en cuando también se echa su “arepita, unas buenas quesadillas y el pozole mexicano de Pico de Gallo, que es insuperable… es que como la Roosevelt no hay nada”.

A vuelo de pájaro, la avenida que huele a pupusa, a pollo asado, a tacos, a arepa, a tamales, a carne, a chorizo y a la tierrita, tiene mas de 500 restaurantes, panaderías, puestecitos y ventas ambulantes, que hacen de la Roosevelt otro de los emblemas de la Gran Manzana. La Roosevelt sabe a patria y aunque muchos neoyorquinos del otro lado del puente desconocen las maravillas gastronómicas que esa parte de la ciudad alberga, quienes la disfrutan se declaran afortunados, y sus paladares y sus pancitas, felices con los tremendos banquetes que allí se dan.

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