Cuerpo de Marie Curie era tan radiactivo que fue enterrada en un ataúd de plomo

Los efectos personales de "la madre de la física moderna" serán radiactivos durante otros 1,500 años

Fotografía de Marie Curie (1867-1934) Física y química polaca nacionalizada francesa.

Fotografía de Marie Curie (1867-1934) Física y química polaca nacionalizada francesa. Crédito: AFP | Getty Images

Hoy en día, Marie Curie (1867-1934) es ampliamente reconocida por sus revolucionarios estudios sobre la radiactividad, los cuales le otorgaron dos premios Nobel y la distinción de ser la única mujer galardonada con dichos premios en campos diferentes: física y química. Su legado perdura como la “madre de la física moderna”. 

Sin embargo, mientras sus investigaciones sobre los elementos radiactivos polonio y radio aseguraron un impacto científico perdurable, estas mismas sustancias tuvieron un efecto duradero en su propio cuerpo. Trágicamente, Curie falleció debido a leucemia o anemia aplásica, esta última una enfermedad rara asociada a los altos niveles de exposición a sus propios e icónicos descubrimientos.

Dormir, jugar y experimentar con materiales radiactivos

En la actualidad, es ampliamente conocido el carácter perjudicial del radio y los efectos de la radiactividad en el cuerpo humano. Sin embargo, Marie Curie y su esposo, el físico francés Pierre Curie, quienes descubrieron nuevos elementos radiactivos, incluyendo el polonio en honor a la tierra natal de Marie, no eran conscientes de ello. Es más, en ningún momento se plantearon la posibilidad de que su descubrimiento fuera la causa de su dolor y de la muerte de Pierre Curie en 1906.

Se dice que Marie solía llevar tubos de radio en sus bolsillos mientras trabajaba en el laboratorio. Por lo tanto, considerando el desconocimiento de los peligros asociados a sus acciones y los años de contacto cercano con materiales radiactivos, no es sorprendente que Marie Curie se enfermara al final de su vida.

De hecho, según varios informes, Marie utilizaba un trozo de radio de gran tamaño como lámpara nocturna, mientras que Pierre se ataba un frasco de material radiactivo al brazo, y ambos observaban cómo la radiación quemaba la piel. Además, Pierre solía pasearse con fragmentos de estos en su bolsillo por si encontraba a alguien interesado en verlos.

Marie Curie, en su biografía de Pierre Curie, describe la reacción de Becquerel –quien en 1896 descubrió que el elemento uranio emite rayos– ante la experiencia de recibir una quemadura de radio: “Para comprobar los resultados que acababa de anunciar F. Giesel, Pierre Curie expuso voluntariamente su brazo a la acción del radio durante varias horas. El resultado fue una lesión parecida a una quemadura que se desarrolló progresivamente y necesitó varios meses para curarse”.

“Henri Becquerel sufrió por accidente una quemadura similar al llevar en el bolsillo de su chaleco un tubo de cristal que contenía sal de radio. Vino a contarnos este efecto nefasto del radio, exclamando de un modo a la vez encantado y molesto: ‘Lo amo, pero le debo rencor'”, escribio Marie Curie.

Ataúd de plomo y pertenencias intocables

La intensa exposición radiactiva de Marie Curie ha llevado a que sus pertenencias sean consideradas literalmente intocables en la actualidad. Pero no es solo eso: sus restos también eran extremadamente radiactivos, razón por la cual fue enterrada en un ataúd de plomo. Sorprendentemente, este hecho no se descubrió hasta 1995, cuando su ataúd fue exhumado.

Según informa IFL Science, en aquel momento, las autoridades francesas tenían la intención de trasladar los restos de los Curie al Panteón, el mausoleo nacional, como un homenaje a sus notables contribuciones científicas y su condición de iconos históricos en Francia. Ante la preocupación por la radiación residual, los encargados de la exhumación se pusieron en contacto con la agencia francesa de protección radiológica, solicitando ayuda para proteger a los trabajadores del cementerio.

Cuando los exhumadores se acercaron a la tumba de Marie Curie, detectaron niveles normales de radiación en el aire, que aumentaron al abrir la tumba, aunque no en cantidades significativas, agrega el medio científico. Inicialmente, el ataúd de Marie Curie parecía ser de madera, pero al abrirlo se descubrió que estaba revestido con una capa de plomo de 2.5 milímetros de espesor.

Un posterior examen del cuerpo de Curie reveló que se había conservado de manera extraordinaria y solo se encontraron pequeños niveles de contaminación alfa y beta. Según el Journal of British Society for the History of Radiology, esto se debió probablemente a que Curie había tomado precauciones para limitar su exposición a la radiación en su vida posterior.

Exponer solo réplicas

Sin embargo, la situación no es muy diferente cuando se trata de sus objetos personales. Después de 100 años, muchos de sus artículos, como muebles, libros de cocina, ropa y notas de laboratorio, siguen siendo extraordinariamente radiactivos.

Algunos de sus documentos son réplicas en lugar de los originales. Esto se debe a que gran parte de sus pertenencias todavía son demasiado radiactivas para estar cerca de los visitantes del museo. Los originales están almacenados en cajas revestidas de plomo en la Biblioteca Nacional de Francia, en París, considerados tesoros nacionales y científicos.

Según Scientific American, los investigadores que llevan ropa protectora pueden sacar estos documentos de las cajas de plomo, pero deben firmar una renuncia en la que reconocen estar conscientes de los riesgos a la exposición al radio-226.

Dado que este isótopo específico tiene una vida media de alrededor de 1,600 años, es muy probable que estos documentos importantes continúen siendo un recordatorio, durante otros 1,500 años, de la peligrosidad de la radiactividad y de experimentar con cosas que aún no comprendemos del todo. 


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