Abogado indocumentado luchará por reforma migratoria
Sergio García quiere recaudar fondos para ofrecer becas universitarias y ayudar a través de la fundación que lleva su nombre
WASHINGTON, D.C.— Sergio C. García vivió su infancia rodeado de pobreza en su natal Michoacán, pero desde niño supo que quería ser abogado.
En entrevista con La Opinión, celebró un histórico fallo del Tribunal Supremo de California, que le permitirá recibir su licencia de la Barra de Abogados Estatal y ejercer su profesión en el estado pese a ser indocumentado y que ahora piensa usar para luchar por jóvenes en su misma situación en Estados Unidos.
Para comenzar, García se ha puesto como reto inmediato recaudar $100 mil dólares en unos 30 días con el propósito de ofrecer becas universitarias a través de la fundación que lleva su nombre.
“Tuve lágrimas de felicidad. Este caso le abre las puertas a todos los demás muchachos que esperan convertirse en abogados; y podrán hacerlo por esta lucha de los últimos cuatro años”, dijo García, de 36 años de edad.
Su meta es anunciar las becas el día de su juramentación en un evento “muy bonito” en el capitolio estatal en Sacramento, ante el exjuez Cruz Reynoso, el primer juez chicano (1982–87) de esa corte.
“Mi mensaje a los Soñadores es que nunca se den por vencidos y le pediría a mi gente que dejen esa apatía y se fijen en los asiáticos, que son muy unidos. Eso nos hace falta”, dijo.
“Esto es un acercamiento más hacia la justicia social para nuestra gente inmigrante. Estoy dispuesto a liderar una campaña por la reforma migratoria integral; será difícil pero no imposible”, subrayó García, que tiene presencia en Twitter, Facebook e Instagram, redes sociales donde ha recibido un sinnumero de comentarios de apoyo, pero también en contra, por querer ejercer como abogado si violó las leyes migratorias
García, quien piensa especializarse en litigios civiles, en particular en casos de accidentes, aunque también prevé contratar a un abogado experto en inmigración, tachó la actitud de sus críticos como una “terrible ignorancia” porque él —dice— no ha cometido “ningún crimen, y estar sin papeles es una infracción civil”.
García no podrá ser contratado por un bufete legal y no está claro si, aún como independiente, tendrá trabas para representar a clientes en los tribunales si alguien cuestiona su estatus migratorio.
Y aún con las críticas en contra, surge el tesón y optimismo que lo han acompañado desde su infancia en Villa Jiménez, donde creció en el seno de una familia “muy humilde”.
“Pienso en el relato de Don Quijote, cuando Sancho Panza le dice: ‘Señor, ladran los perros’ y él le contesta ‘no te preocupes Sancho, es señal que avanzamos”, bromea.
Ser abogado era un sueño que tuvo desde los 10 años de edad, cuando empezó a ser conciente de las injusticias que pasaba la gente pobre en México.
“Lo irónico, lo chistoso es que era un niño muy tonto, o muy inocente más que tonto, porque siendo tan pobre nunca se me ocurrió pensar cómo lo iba a lograr”, recordó García, segundo de seis hijos.
Sus padres lo trajeron la primera vez con apenas 17 meses de edad, mientras trabajaban en los campos de California, y regresaron a México en 1986, ocho años más tarde; ya de adolescente volvió ilegalmente a EEUU, apiñado junto a otros en una camioneta pick up.
En la secundaria fue un alumno sobresaliente por lo que prestigiosas universidades lo cortejaron, pero no pudo asistir a ninguna de ellas, ni con becas, por ser indocumentado.
Trabajó en el campo junto a su padre y después en una tienda mientras asistía a un colegio universitario, donde obtuvo dos diplomados en ciencias sociales y administración de empresas. También obtuvo un certificado de asistente jurídico de Chico State University.
Se graduó en leyes en California Northern School of Law en mayo de 2009 y pasó el examen de la Barra estatal en su primer intento, dos meses después. Desde entonces comenzó una batalla legal cuando el Gobierno federal argumentó que una ley de 1996 prohíbe otorgar licencias profesionales a indocumentados.
García solicitó en 1994 la residencia permanente a través de su padre y esta fue aceptada a trámite en 1995. Quizá tenga que esperar otros cinco años para recibirla, una “eternidad” que le parece “ridícula”.
Solicitado por la prensa nacional e internacional, García señala que su historia no es la de un héroe sino una de paciencia y perseverancia. Un consejo en su cuenta de Twitter reza: “Soñar es hacer, porque ningún sueño puede realizarse si no está acompañado de la acción”.