Asesinato de Kennedy provocó suicidios hace 50 años
Luto y dolor en las páginas de El Diario / La Prensa tras el asesinato del Presidente
NUEVA YORK — La muerte de John Fitzgerald Kennedy conmocionó al mundo y afectó de forma muy particular a la comunidad hispana de Nueva York, que idolatraba al primer presidente católico de Estados Unidos. Prueba de ello es un titular de El Diario/La Prensa al día siguiente: “Kennedy, como Cristo Dios, tuvo que morir sacrificado”, de la columnista Luisa Quintero.
Ese mismo día, 23 de noviembre de 1963, el dueño del diario, O. Roy Chalk, escribía en el editorial, titulado “Mártir”: “Al igual que Lincoln, el Gran Emancipador, [Kennedy] fue asesinado en el fragor de su lucha por los derechos humanos y por la igualdad de oportunidades para todos”.
La comunidad puertorriqueña adoraba especialmente al presidente, como mostró el reportaje “Corazones boricuas lloran la inmolación de un mártir”, de Víctor Mangual, que describió la tristeza de Juan González, de 42 años y residente en el 38 de la calle Bristol, Brooklyn, con cinco hijos:
“El Juan Borincano se hincaba frente a un altarcito improvisado en un cuarto de su casa, y junto a su esposa Leonor rezaba porque él lo consideraba ‘como si fuera mi padre’. (…) ‘La muerte del Presidente la siento yo como si fuera el ser que más quiero. Sólo quisiera que me dejaran al asesino para yo hacerle justicia’”.
El magnicidio en Dallas, del cual se cumplen 50 años este mes, tuvo tanto impacto en Puerto Rico que motivó el suicidio de dos hombres. El 27 de noviembre se quitó la vida Juan Flores Rivera, en Juncos, y al día siguiente lo hizo William Nieto Ramírez, en Maunabo. Ambos tenían 44 años.
El Diario/La Prensa, que entonces tenía una edición en Puerto Rico, entrevistó a la viuda de Nieto, Isabel Steidel Gádiz, quien dijo que su esposo había estado mucho rato llorando mirando las noticias en la televisión, y que ella y su hijo de 16 años habían tratado de consolarle.
“Se puso de pie y se dirigió hacia el cuarto nuestro. (…) Regresó a la sala con un revólver en la mano y gritando: ‘Yo también voy a matarme’”, explicó la viuda. “Al tiempo que se llevaba el revólver a la cabeza, nuestro hijo y yo nos lanzamos sobre él. ¡Por Dios, William, no lo hagas!, le grité”. Siguió un forcejeo, pero “por más que luchamos por arrebatarle el arma, logró pegarse un tiro en la cabeza”.
En Nueva York, la comunidad latina se sumó al luto nacional cerrando negocios y celebrando misas en español en templos como la Iglesia de la Milagrosa en Harlem (hoy, Mount Neboh Baptist Church). Los teatros también cerraron por duelo, incluyendo el popular Teatro Puerto Rico en la avenida Brook, en El Bronx, que suspendió su show de Luis Aguilar y Mapy Cortés.
Se sucedieron homenajes como el que organizó el día 25 en la Universidad Columbia el Instituto de Puerto Rico, encabezado por su director Luis Quero Chiesa y líderes comunitarios como Gilberto Gerena Valentín, presidente Desfile puertorriqueño; el entonces comisionado Herman Badillo, y un grupo de exiliados cubanos que incluía al periodista Guillermo Martínez Márquez.
En la redacción de este rotativo se guardaron dos minutos de silencio: uno el día 22, cuando se supo de la muerte del presidente, y otro el 25, a la hora de su sepelio en el Cementerio Nacional de Arlington, Virginia, a propuesta del director Sergio Santelices.
Desde entonces, la relación de la comunidad hispana y este periódico con la familia Kennedy siguió siendo muy estrecha. En 1966, el senador por Nueva York Robert Kennedy inauguró junto al gobernador de Puerto Rico Luis Muñoz Marín la nueva sede de El Diario/La Prensa en la calle Hudson.
Varios jóvenes encuestados sólo tienen una idea vaga de quien fue John F. Kennedy.
Laura Uribe, 20 años, colombiana:
“Lo único que sé es que fue un presidente muy famoso y que todo el mundo lo admiraba. También que ocupa un lugar importante en la historia de este país y fue asesinado”.
Carlos Tenecora, 16 años, ecuatoriano:
“No conozco mucho de su historia, estoy recién llegado a este país. Lo que he escuchado es que fue un buen presidente y que le dispararon”.
Beverly Ross, 22 años, ecuatoriana:
“John F. Kennedy fue un presidente importante. Lo que pasó con él fue terrible. Estaba haciendo bien su labor como presidente, pero lo mataron. Para mí, Kennedy dejó un gran ejemplo que otros presidentes deberían seguir”.