Somos buenas mandando: mujeres presidentas
Las mujeres somos líderes políticas, Latinoamérica es claro ejemplo de ello.
Hacer generalizaciones es molesto e ignorante: no hay tal cosa como todas o todas, y todas las reglas tienen su excepción. Sin embargo, si hay algo en lo que casi todas las mujeres somos buenas es en mandar, algunas lo hacemos de manera directa y hasta agresiva, otras de manera inteligente y mediadora, y otras tantas recurren a las tácticas agresivo-pasivas. El resultado es el mismo: se hace lo que ellas dicen y generalmente queda bien hecho.
De las 9 mujeres que han llegado a ser líderes de Estado en Latinoamérica, éstas son muestras claras de mandatos bien logrados:
La única mujer presidenta que ha tenido Haití, estuvo en la presidencia entre 1990 y 1991, asegurando la transición del país a un sistema democrático, tras el régimen de Francois Duvalier (responsable de la muerte de más de 30,000 haitianos). Su periodo presidencial confluyó cuando Jean-Bertrand Aristide ganó el 67% del voto nacional en las elecciones del 16 de diciembre.
Fue la primera mujer en Latinoamérica a la que escogieron los votantes como líder de la Unión Democrática de Liberación y opositora del régimen autoritario y absolutista de Anastasio Somoza Debayle. Chamorro sanó la economía de Nicaragua y liberó al país del servicio militar obligatorio, nada mal para sus 7 años de gobierno.
Saltó de cuidar los cultivos de café dejados por su fallecido esposo a la presidencia de Panamá en 1999, con el 42% de los votos y ¿qué hizo? Trabajar por el campo. La construcción de caminos, pozos rurales y granjas comunales auto sostenibles hicieron parte de su plan de gobierno, de la mano con el desarrollo de un plan educativo más moderno. Su indulto al cuarteto acusado del intento de asesinato de Fidel Castro durante su visita a Panamá le echó agua sucia a las relaciones con Cuba y a la imagen política de Mocoso, que salió del mandato en el 2004.
Lástima que en Chile no haya re-elecciones consecutivas, aún así Bachelet se volvió a sentar a la cabeza del país del sur el pasado 11 de marzo del 2014, después de haberlo logrado por primera vez en el 2006. A pocas semanas de concluir su gobierno, que bien supo hacerle el quite a la crisis económica mundial del 2008, Bachelet hacía parte de la lista de mujeres más influyentes del mundo.
En el intermedio de sus dos mandatos la chilena se dedicó a la dirección ejecutiva de la agencia ONU Mujeres. La chilena parece haber vuelto con todo empujando la reforma tributaria, el fondo para la pesca artesanal, el Ministerio de Mujer y la (altamente criticada) discusión sobre la legalización del aborto.
No fue sino que su esposo Nestor Kirchner se bajara del “trono” argentino para que ella lo tomara, por primer periodo en el 2007 y por segundo en el 2011. La abogada de profesión ha puesto su fe y esfuerzos políticos en la ciencia, abriendo el espacio para el desarrollo en el sector. Siguiendo los lineamientos de su marido, Kirchner ha puesto especial atención en reforzar los derechos humanos y castigar los crímenes cometidos contra la nación durante el último golpe de Estado.
Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos se darán en el 2016, tenemos dos años para saborear (y convencer a las incrédulas) de las ventajas de llevar a una mujer a la Casa Blanca.