Brasil concluye la reforma integral del estadio Maracaná, icono del Mundial
El estadio Maracaná de Río de Janeiro, la joya del Mundial de 2014, se reinaugura mañana tras una reforma integral salpicada de retrasos, huelgas, protestas y otros problemas que hicieron temer que no llegara a tiempo para la Copa Confederaciones del próximo junio.
Río de Janeiro, 26 abr (EFE).- El estadio Maracaná de Río de Janeiro, la joya del Mundial de 2014, se reinaugura mañana tras una reforma integral salpicada de retrasos, huelgas, protestas y otros problemas que hicieron temer que no llegara a tiempo para la Copa Confederaciones del próximo junio.
El templo del fútbol brasileño abrirá sus puertas con un partido entre “amigos” de los astros retirados Ronaldo y Bebeto al que asistirá la jefa de Estado, Dilma Rousseff, y unos 27.500 invitados, los obreros que trabajaron en la reforma y sus familiares.
Las obras comenzaron en agosto de 2010 y, según las cifras más recientes divulgadas este mes por el gobierno brasileño, han costado 808,4 millones de reales (unos 404 millones de dólares), una cifra que ha experimentado numerosas revisiones debido a cambios sobre la marcha en el proyecto, que implicaron retrasos.
El Maracaná es el quinto estadio mundialista concluido, con cuatro meses de retraso en relación al calendario original de la FIFA, que quería haber inaugurado el pasado diciembre las seis sedes de la Copa Confederaciones.
Entre otros motivos, los aplazamientos se debieron a varias huelgas por mejorías en las condiciones laborales y a problemas dentro del consorcio, integrado por las constructoras Andrade Gutiérrez y Odebrecht y una tercera socia, Delta, que abandonó las obras en 2012 en medio de un escándalo de corrupción.
El proyecto ha vivido también protestas constantes de indígenas y grupos sociales que se oponen a la demolición de varios edificios aledaños para la construcción de un estacionamiento que debería de estar terminado a tiempo para el Mundial.
La remodelación ha hecho del Maracaná uno de los estadios más modernos del mundo pero disgustó a los nostálgicos, puesto que solo se conservó intacta la fachada original del coliseo, que albergó a 200.000 espectadores en la final del Mundial de 1950.
Los dos antiguos pisos de gradas ovaladas cedieron su lugar a una tribuna continua, más cercana al césped y sin puntos ciegos, pero que ha obligado a reducir el aforo hasta 78.838 localidades, 76.935 en competiciones de la FIFA.
El Maracaná -cuyo nombre oficial es Jornalista Mario Filho- ha recibido la certificación LEED, que distingue a proyectos sostenibles.
Uno de los elementos “verdes” es la nueva cubierta de membrana de fibra de vidrio y teflón, que mide 47.000 metros cuadrados y está preparada para captar el agua de lluvia.
Después de ser filtrada en unos tanques ubicados en el sótano, la lluvia se utilizará en los retretes y para regar el césped, lo que conllevará un ahorro de agua del 30 por ciento.
En la cobertura también se han instalado placas solares fotovoltaicas generarán 400 kilowatios hora, que alimentarán en parte el sistema de iluminación de bajo consumo, compuesto por 396 reflectores de 2.000 vatios, con 23.500 bombillas de led en total.
Los espectadores tendrán a su disposición 60 bares, 231 aseos, 78 altavoces, 360 cámaras de seguridad, cuatro pantallas gigantes de 98 metros cuadrados y aire acondicionado en una zona de 36.000 metros cuadrados, incluyendo los 110 palcos vip.
El césped es nuevo, del tipo “bermuda celebration”, resistente a cambios de temperatura, que fue cultivado desde el pasado octubre en un vivero de la ciudad de Saquarema y trasladado a Río en 360 piezas de 18 metros de largo por 1,2 de ancho.
El sistema de drenaje también fue mejorado y ahora podrá aguantar trombas de agua de 230 milímetros de lluvia por hora, una cifra que dobla los volúmenes normales de precipitación de los meses más lluviosos en Río, diciembre y enero.
Los responsables de la obra pusieron cuidado hasta en reforzar el cemento, puesto que cien pilares estaban corroídos por la orina, ya que durante décadas los aficionados tenían la costumbre de hacer pis en los pasillos.