Una cámara, una ley y una médica atribulada
De Nueva York a 'La Inquisición Silenciosa'
@SilSterinPensel
Se está reencontrando con su refugio, con su cueva. Así llama Alessandra Zeka a su estudio neoyorquino donde regresa luego de largas temporadas filmando por el mundo. “La cocina me resulta rarísima”, comenta, mientras se dispone a preparase una de las primeras cenas en casa desde que, hace un mes, regresó de Nicaragua donde pasó casi 6 años.
Allí, en un hospital público de Managua, transcurre ‘La Inquisición Silenciosa’ que muestra la dura realidad de ejercer la medicina en un país donde, desde el 2008, rige una absoluta prohibición del aborto, aún en casos donde peligra la salud de la madre. “No quisimos hacer una película sobre la polémica de si el aborto es correcto o no; nuestra mirada está puesta en los doctores; en esta gente que se formó para salvar vidas y que ahora se ve entre la espada y la pared”.
Alessandra y su socia, Sabrina Kahn, se convirtieron en la sombra de la ginecóloga y obstetra Carla Cerrato quien, desde el Hospital Alemán de Nicaragua, ha estado intentando encontrar vericuetos para evitar que más mujeres mueran a causa de la drástica ley que penaliza el llamado ‘aborto terapéutico’, practicado cuando hay complicaciones obstétricas que ponen la vida de la madre en riesgo.
“Pasamos larguísimos días, meses y años en el microcosmos del hospital. Al principio, para establecer confianza, nos metíamos en la sala de emergencias y la cámara estaba en una silla. Fuimos logrando que la gente se abriera, que compartiera sus dramas y vimos los resultados nefastos de esta ley: Una chica de 23 años con cáncer a la que le negaron la quimioterapia para no afectar al feto; otra que llegó desangrándose y a la que no querían intervenir porque todavía se escuchaba el latido de su bebé. La ley establece que mientras haya latido no se puede auxiliar médicamente a la mujer y correr el riesgo de provocar un aborto.
La ‘Inquisición Silenciosa’ es una ventana al estado de la justicia reproductiva en Latinoamérica y muestra la respuesta de la comunidad médica ante una ley retrógrada. “Nuestra película es una herramienta para generar conciencia y cambio”