Discriminación: Los latinos nos quejamos pero lo hacemos entre nosotros
Parece que a los latinos nos gusta ver la paja en el ojo ajeno, porque dentro de nuestra misma comunidad todavía discriminamos por razones de color, género, nacionalidad, orientación sexual, nacionalidad, acento o credo
Si bien algunos incidentes en las últimas semanas nos han recordado que la discriminación sigue vigente, un vistazo histórico amplio demuestra que la sociedad evoluciona, que se han hecho avances importantes y que cada vez es menos aceptable tener ese tipo de comportamientos.
Los casos de discriminación pública hoy en día usualmente acaban con un cargamontón mediático que no solo despierta a la gente y crea un frente común contra estas expresiones, sino que también hace que los ofensores, al ser confrontados con su ignorancia, tengan que reconocer su error, disculparse, contradecirse o esconderse. Así fue, por ejemplo, en el incidente de Rodner Figueroa y, más recientemente, la burrada de Donald Trump.
Irónicamente, aunque como grupo hemos demostrado unidad contra discriminación externa, parece que a los latinos nos gusta ver la paja en el ojo ajeno, porque dentro de nuestra misma comunidad todavía discriminamos por razones de color, género, nacionalidad, orientación sexual, nacionalidad, acento o credo.
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Hay un tipo de discriminación que es ostensible, como el caso de los comentarios de Trump o de Ann Coulter. Pero hay otro mucho más persistente que se pone de manifiesto sutilmente en expresiones prejuiciosas que usamos todos los días o con decisiones que parecen casualidad pero que no lo son. Por ejemplo, es aplaudible que Univision haya tomado una posición oficial en respuesta a los comentarios de Trump contra los inmigrantes y los mexicanos.
Pero si tanto le interesa la igualdad y la lucha contra la discriminación, ¿por qué el canal más grande de una comunidad tan diversa como la nuestra tiene en su gran mayoría a gente de tez blanca en sus programas? Sobre eso hay consenso: la televisión hispana en Estados Unidos es racista.
Del racismo no estamos curados y la discriminación todavía proyecta una vasta sombra sobre nuestra sociedad, reflexionó Barack Obama días después de la matanza en Charleston. “Eso sigue siendo parte de nuestro ADN”, apuntó el presidente.
¿Y entonces cómo seguir evolucionando? Antes que nada, reconociendo nuestros defectos. Por eso, y aunque faltan varios en la lista, enumeramos a continuación algunos ejemplos de discriminación que persisten dentro de la comunidad latina y ofrecemos una solución para superar estos prejuicios:
1. Contra los indígenas y afrolatinos
Para Alba Stevenson, bibliotecaria de la Universidad Estatal de California en Los Ángeles con raíces afromexicanas, la discriminación contra los afrolatinos es mucho más pesada que la discriminación a cualquier otro grupo latino. “Todo se debe al sentimiento de superioridad. Entre más blanco, más superior”, dijo.
Esa mentalidad persiste entre hispanos porque, así como en EEUU existen todavía diversos ejemplos de segregación ligados con la esclavitud, en América Latina tuvimos una época colonial en la que se juzgaba a la gente casi usando una paleta de colores de pintura como las del Home Depot.
De discriminación también saben los indígenas latinoamericanos. Claro, hoy se celebra y valora su cultura más que antes, pero por muchísimo tiempo ese grupo fue marginado e incluso exterminado. Actualmente, por ejemplo, las parejas interculturales siguen siendo discriminadas por no encajar con la norma supuestamente deseable.
“Ay, ‘la indita’, me decían”, contó Jessica Mazariegos, una joven guatemalteca, acerca de la familia de su exnovio mexicano, quienes la trataban como una persona inferior, inculta e indecente.
“Jamás sentí que fuéramos distintos, pero ellos lo hicieron ver de esa manera simplemente porque mi tono de piel era más oscuro que el de ellos”, dijo.
Hay que dejar algo claro: Las razas no existen. Biológicamente somos todos casi iguales, con pequeñas variaciones como la concentración de melanina en nuestra piel, el color de nuestro cabello o la forma de nuestros ojos. Por ejemplo, el término “latino” o “hispano” que se utiliza en EEUU y se popularizó mundialmente (tanto que lo usamos en este diario a pesar que reconocemos que es inadecuado) es un concepto simplista iniciado por la oficina del Censo que necesitaba agrupar a un grupo de gente que no comprenden. Solamente existe la raza humana. Las “razas”, como blanco, negro, latino o indígena, son una construcción social.
2. Contra los que no son católicos
En países latinoamericanos, existen alrededor de 483 millones de católicos, más que en cualquier otra región del mundo, según datos del World Christian Database.
Pero, ¿qué sucede cuando un latino decide optar por una religión diferente?
“Mi familia me veía y pensaba que estaba equivocada, que yo no hacía lo correcto”, cuenta Rocío, una joven que profesa el Islam, quien prefirió mantener el anonimato. “Todos piensan que somos terroristas, que las mujeres somos oprimidas”. En entrevista grupal con este diario en una mezquita angelina, un grupo de latinas musulmanas contaron que desafortunadamente han pasado por algunos incidentes lamentables, como ser acosadas en sus empleos o incluso en la calle, donde a más de una le han arrancado el velo que usan para cubrirse la cabeza o les han gritado obscenidades.
Otras religiones, como el judaísmo, también sufren estereotipos en la comunidad latina, todo por la falta de educación, argumentó Gabriel Lerner, editor de La Opinión, en su texto “¿Qué piensan los latinos de los judíos?”
Lerner basó su argumento en un estudio que revela que mientras mayor sea el nivel profesional de una persona, más son las posibilidades de entrar en contacto con algún judío. Es la falta de conocimiento la responsable por la diseminación de estereotipos.
“Las opiniones de los latinos, dice el estudio ‘están influenciadas por el contacto limitado y la falta general de familiaridad con los judíos’ “, concluyó Lerner.
3. Contra los LGBT
A pesar que en EEUU la Corte Suprema legalizó recientemente el matrimonio gay, pertenecer a la comunidad LGBT es considerado inaceptable por una porción grande de hispanos, aún cuando no lo expresen públicamente.
“Tomó un tiempo para que mi familia lo aceptará, pero al comienzo fue una pesadilla”, contó José, quien prefirió permanecer anónimo para esta entrevista para La Opinión.
De padres mexicanos, José luchó bastante para poder conseguir la aprobación de sus progenitores, especialmente de su padre.
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“Mis hermanos siempre me apoyaron, o al menos no me hacían el feo, pero para mi padre fue algo horroroso”, relató. “Siempre decía, ‘¿por qué a mí Dios mío, por qué?’”.
Según un estudio del Pew Research Center, son más los jóvenes y los que no se asocian con alguna religión los que aceptan a los miembros de la comunidad LGBT. Pero, los que son religiosos, hombres y entre las edades de 50-64, tienden a no aceptar a éstos.
“Es como todo ―el miedo a los migrantes, a los negros, a los musulmanes― todo se basa en la diferencia y el qué dirán”, afirmó José. “No tiene nada que ver con Dios. Soy así y si él (Dios) quiere que yo sea feliz, me va a aceptar tal cual”.
4. Contra las mujeres
“¿Sabías que yo sólo me casé para alejarme de las críticas de mis padres? Yo nunca fui lo suficientemente buena para ellos”, contó Rebeca Hernández, casada, madre de una pequeña de 5 años, graduada de la universidad y maestra de primaria en la ciudad de Hawthorne.
Suena como una frase de telenovela pero, desafortunadamente, es una realidad a la cual son sometidas millones de mujeres latinas: la discriminación entre su propia gente.
Este tipo de discriminación está vinculada a cuestiones familiares, a valores que se van pasando de generación en generación, de acuerdo con Gloria Arjona, maestra en Cal Tech y especialista en temas de género y clasismo. Según esos roles predefinidos, la mujer debe ser “sumisa, abnegada, casta”. Estos prejuicios hacen vulnerables a las mujeres.
“Por esto se ven los feminicidios”, señaló Arjona. “Asesinan a las mujeres por el simple hecho de ser mujer. Es una persona que puede ser víctima de la sociedad, que se convierte presa de esta sociedad machista”.
Hernández, quien quedó embarazada a los 18 años, el mismo año que ingresó a la universidad y que se casó con su esposo actual, contó que haberse embarazado fue su salvación.
“Era una pesadilla. Mis padres no aceptaban mi estilo de vida, me querían tener como una típica mujer mexicana”, dijo Hernández, originaria de Zacatecas, México.
Casarse es una de las alternativas más utilizadas por mujeres latinas quienes buscan salir de los hogares opresores de sus padres, una práctica que a menudo tiene un impacto negativo en la tasa de ingreso de latinas a las universidades y en su posicionamiento en cargos de liderazgo.
“Gracias a Dios tengo un esposo increíble, que me apoya en todo lo que hago, pero sé que hay miles de mujeres que no pueden hacer lo que yo hago simplemente por qué a algún hombre no le parece“.
5. Contra los argentinos (pero el ejemplo aplica para todos los países latinoamericanos)
“Somos vanidosos, arrogantes, egocéntricos”, dijo Paula Marín, directora de operaciones de un hotel en Los Ángeles, al mencionar algunos de los estereotipos que se hacen referencia a los argentinos.
Basado en su experiencia, Marín considera que la discriminación entre los latinos se da no por ofender, sino “para distinguirnos de los demás”. Es de esa manera desafortunada, opina, que los miembros de esta comunidad deciden identificarse.
Rosario Marino, periodista en Los Ángeles originaria de Argentina, lleva años tratando de entender el por qué de la mala representación que tienen los sudamericanos en EEUU, específicamente los argentinos. Ella llegó a una sola conclusión: el temor a lo desconocido forja los prejuicios.
“Mucha gente asocia sin pensar que saberse diferente significa creerse mejor”, dijo Marino. “¿Por qué tendría que ignorar mi cultura y quien soy para que entiendan que me siento igual que cualquier otro latino, hispano, mujer, ser humano?”.
No obstante, así como se discrimina contra los argentinos, muchos de ellos también lo hacen contra mexicanos, bolivianos, peruanos o paraguayos. “Existen ciertos nacionalismos que evitan que podamos tener esa identidad latinoamericana, dentro del continente y dentro de este país”, dijo Alberto Gutiérrez, profesor de Estudios Chicana/o de la Universidad Estatal de California en Northridge.
6. Contra los inmigrantes
A pesar de que una cifra considerable en la comunidad latina tiene pasado migrante, es común escuchar estereotipos como los que repiten los conservadores más xenófobos en EEUU. “Somos locos, indocumentados, mugrosos, somos una carga al sistema, venimos a la reconquista”, dijo Gutiérrez acerca de algunos de esos prejuicios.
Cuando recién llega una persona de un país latinoamericano a EEUU, automáticamente es identificado como alguien inferior, ya sea por la barrera del idioma o debido a que no ha podido asimilarse al estilo de vida estadounidense, al cual millones de latinos inmigrantes ya han adoptado, explicó Gutiérrez.
“Estas palabras, ‘chuntaro, paisa’, son palabras que nosotros mismos creamos para identificar a aquellos que son menos, que recién llegaron, que les hace falta llegar a donde nosotros ya estamos”, dijo Gutiérrez.
7. Contra los asiáticos
Para Mazariegos, una graduada de la Universidad Estatal de California en Dominguez Hills de raíces asiáticas, tener rasgos asiáticos no ha sido fácil. De hecho, ha sideo ofendida varias veces por ello.
“Son el pan de cada día. Basta con que conduzca mi auto un poco mal y me dicen, ‘tenías que ser china’. Inclusive mis propias amigas”, dijo Mazariegos, quien dice que a pesar de saber que es en broma, aún le pesa y le duele que el estereotipo esté presente.
Otro comentario que Mazariegos dice escuchar constantemente es que su familia la tiene fácil por quiénes son sus padres. Pero recalca que, como otras familias inmigrantes, sus progenitores han trabajado arduamente para sacarlos adelante. Es gracias a ellos que ella y su hermana lograron salir adelante.
“Mi padre ha trabajado bastante para darme una educación, para que yo tenga un título [universitario] y no tenga que sufrir las carencias por las cuales él dejó su país”, agregó Mazariegos.
8. ¿Y la solución? Educación para los jóvenes
Tanto Stevenson como Arjona concuerdan en que los responsables por un cambio son los jóvenes latinos, la nueva generación.
“Se empieza con la gente joven. Muéstrales las similitudes de su comunidad y la resonancia en la lucha por un mejor futuro“, dijo Stevenson.
“Creo que ya se está formando automáticamente una identidad… pero necesitamos un tipo de programas que vayan introduciendo las diferencias y cosas en común”, comentó Gutiérrez. “No existe la oscuridad, solo la ignorancia”
Para combatir de manera efectiva el grado de discriminación que rezaga en la comunidad latina, se requiere abrir el diálogo para aceptar las diferencias, dijo Marino.
Por otro lado, Mazariegos cree que el cambio debe empezar con uno mismo.
“En realidad siento que nuestra cultura tiene un nivel de autoestima muy bajo. Hemos pasado por muchas ondas de discriminación por parte de otros grupos étnicos en este país y tal vez por eso nos desquitamos entre nosotros mismos”, dijo. “Creo que tenemos que dedicarnos a nosotros mismos, a mejorar nuestra persona, para poder después acercarnos y sentir esa unidad… una comunidad latina unida“.
(Con edición y reporteo de Alonso Yáñez)