Christa McAuliffe, la maestra que se convirtió en el rostro de la tragedia del Challenger

Hace ahora 30 años, la explosión durante el despegue del transbordador Challenger se convirtió en la peor tragedia de la carrera espacial. A bordo viajaba Christa McAullife, elegida para ser la primera maestra en el espacio

La participación de McAuliffe despertó el interés del público en la misión del Challenger.

La participación de McAuliffe despertó el interés del público en la misión del Challenger. Crédito: BBC

La tragedia fue transmitida en directo.

El 28 de enero de 1986, 73 segundos después de haber despegado de la base aérea de Cabo Cañaveral en Florida (EE.UU.), el transbordador espacial Challenger de la NASA explotó en el aire causando la muerte de sus siete tripulantes.

Millones de personas seguían con interés por televisión las incidencias de este viaje espacial sobre el que se había creado gran expectativa porque en la nave viajaba Christa McAuliffe, la primera maestra en ser enviada al espacio exterior.

Esta docente de una escuela secundaria de Concord (New Hampshire) había sido escogida entre más de 11 mil aspirantes que se postularon al proyecto Maestros en el espacio, creado por el presidente Ronald Reagan en 1984 con el objetivo de despertar en los estudiantes el interés en las matemáticas, la ciencia y la exploración espacial.

Los siete astronautas debían pasar seis días y medio en órbita, durante los cuales debían desplegar un satélite y realizar diversos experimentos.

McAuliffe, de 37 años de edad, tenía la misión de impartir dos clases de 15 minutos desde el espacio que iban a ser transmitidas a los alumnos.

La tripulación del Challenger
Con siete víctimas mortales, el accidente del Challenger fue el peor de la historia de la era espacial.

“Una de las cosas que espero traer al aula de clase es hacer la conexión con los estudiantes para que sientan que ellos también son parte de la historia, que el programa espacial les pertenece e intentar educarlos con la era espacial”, dijo en una declaración poco antes del lanzamiento.

La explosión del Challenger se convirtió en el peor accidente de la era espacial no sólo por el número de víctimas –que fue igualado en 2003 con el accidente del transbordador Columbia–, sino además por la carga de dramatismo derivada de su transmisión en directo, observada por millones de escolares en todo Estados Unidos.

Un legado en la tierra

McAuliffe no pudo traer sus enseñanzas del espacio, pero ya había dejado un legado en tierra.

No sé sabe si alguno de sus exalumnos en la secundaria de Concord ha intentado hacer carrera de astronauta, pero sí que varios de ellos optaron por hacerse maestros.

Tammy Hickey, quien enseña educación física en una escuela de Florida, es una de ellas.

Recuerda cómo McAuliffe compartía con los alumnos su entusiasmo y experiencia cuando intentaba convertirse en la primera maestra en el espacio.

“Como maestra, sé que quiero mostrar a mis alumnos que les respeto y que me importan. Puedo decir que estoy segura de que emularla a ella era sería un servicio para estos niños“, dijo Hickey en declaraciones a la agencia AP.

“Intento ser muy consciente”, comentó Joanne Walton, otra exalumna que ahora es maestra de primaria de una escuela en Fairfax, Virginia.

“Ella sabía que enseñar es mucho más que simplemente ofrecer información y que es realmente importante conocer a los alumnos”, comentó Walton, quien aseguró a la agencia AP que en ocasiones durante sus clases se pregunta “¿qué haría Christa?”.

El transbordador Challenger explotó 73 segundos después de haber despegado.

Memoria presente

McAuliffe recibió de forma póstuma en 2004 la medalla de honor espacial del Congreso de EEUU, el máximo galardón que puede recibir un astronauta de la NASA.

En Concord, la ciudad donde vivía y enseñaba, se construyó un planetario que fue bautizado con su nombre.

Posteriormente, el lugar fue renombrado como McAuliffe-Shepard Discovery Center para reconocer también a Alan Shepard, el primer estadounidense en viajar al espacio, quien era oriundo de esa localidad.

Los restos del Challenger fueron recuperados en el mar.

La misión de McAuliffe de acercar la aventura espacial a las aulas de clase, tampoco quedó en el aire.

En el año 2007, Barbara Morgan, una maestra que había sido escogida y entrenada por la NASA como parte del equipo de McAuliffe y del Challenger, viajó a bordo del transbordador Endeavour y se convirtió en la primera maestra en el espacio.

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