Editorial: Trump, Cruz y la crisis en el GOP
El éxito de los dos candidatos es el resultado de la semilla sembrada dentro del Partido Republicano
El Partido Republicano está en serios problemas cuando Donald Trump es el favorito para ganar la nominación presidencial, después de realizarse varias primarias y asambleas electorales. A esto, hay que sumarle que el senador Ted Cruz, uno de los políticos más odiados por su propio partido por divisivo, arrogante y extremista, se perfila como el candidato unificador para detener el avance del millonario neoyorquino.
Ya no queda ningún republicano con posibilidades de conseguir la nominación presidencial que tenga una posición moderada y positiva en cuanto a la inmigración. En estos últimos días, Trump y Cruz compitieron en quien menciona más delitos cometidos por indocumentados para levantar la indignación y el enojo de sus seguidores hacia los inmigrantes. Detrás de ellos, lejos de ser un rival de peligro, está el gobernador John Kasich, quien recuerda a todos cómo era el Partido Republicano antes del populismo nativista y el evangelismo como filosofía de gobierno.
Tanto Trump como Cruz, tienen muy poco que ver con los anteriores candidatos presidenciales republicanos, exitosos y fracasados, desde Ronald Reagan hasta Mitt Romney. Reagan sigue siendo la figura a imitar por los conservadores de hoy como Cruz, pero tienen una imagen distorsionada de un mandatario que fue pragmático en lo necesario como para aumentar impuestos, hacer una apertura secreta con Irán, negociar con el “imperio del mal” de la Unión Soviética y hacer una reforma integral de inmigración. No es raro que Kasich, quien era congresista durante la era de Reagan, sea quien más se parece hoy al ex presidente.
La tercera opción es que la Convención Nacional Republicana, que se reune en julio en Cleveland, Ohio, elija un tercer candidato si ninguno de los dos primeros obtiene la mayoría, más uno, de los delegados. Un desaire a los delegados de Trump y Cruz puede conducir a un caos con resultados impredecibles a largo plazo para el Partido Republicano.
El que la nominación esté entre un bocón egomaníaco y mentiroso, y un religioso que predica en sus reuniones políticas, es una consecuencia del camino electo por los republicanos desde hace tiempo. El populismo del Tea Party, la incongruencia de Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia, el odio visceral hacia el presidente Obama y el dominio de los inflexibles en las bancadas republicanas del Congreso abrieron el camino y sembraron la semilla que hoy cosechan Trump y Cruz.