El valor real de Herman Cain

¿Qué tal esta frase para un eslogan de campaña: “Herman Cain es positivo para Estados Unidos?”. Borren eso. Sería más bien: “La idea de que Herman Cain sea candidato presidencial ¿es positiva para EE.UU.?”.

Los estadounidenses necesitaban experimentar al “Hermanator”. Necesitaban tomarse un descanso de los políticos profesionales y echar una ojeada a este afroamericano de 65 años, conservador y de pensamiento independiente, que ha triunfado gracias a sus propios esfuerzos, y tiene suficiente valor para presentar ideas y defenderlas.

No me interpreten mal. No estoy defendiendo a Cain ni sus ideas. Algunas son chifladas, otras son peligrosas. No debemos negociar con terroristas que quieren que se liberen a los prisioneros de la bahía de Guantánamo, ni instalar una cerca electrificada en la frontera EE.UU.-México para mantener a los inmigrantes ilegales fuera. Ninguna de esas ideas responde a las tradiciones de este país.

Pero lo que me gusta es la manera en que Cain está sacudiendo la contienda por la nominación presidencial del Partido Republicano. Este novato en política va a la delantera en algunas encuestas y está empatado con Mitt Romney por el primer puesto en otras encuestas.

En una reciente encuesta de probables electores republicanos en Carolina del Sur, cuyas primarias son el 21 de enero, Cain va a la delantera por un 30%, mientras Romney cuenta con un 26% y el gobernador de Texas, Rick Perry, cuenta sólo con un 9%.

Y es probable que haya más sacudidas. Cain está preparándose para ir a la ofensiva, ahora que su plan de reforma fiscal “9-9-9” ha sido criticado por el resto del campo presidencial del Partido Republicano. “Me están sacando de mi último quicio”, le dijo a Carol Costello, de CNN, con respecto a sus adversarios.

Bienvenido al club, Herman. Es molesto ver gente que no tiene un plan fiscal -o, en el caso de Romney, tienen un plan de 59 puntos que requiere un equipo de contadores para descifrarlo- reírse de alguien porque propone una solución simple. A juzgar por la reacción del público durante los debates del Partido Republicano, diría que muchos republicanos también están molestos. Parece que cada vez que se ataca a Cain, sus puntos en las encuestas aumentan.

Mientras tanto los medios de élite y otros observadores políticos afirman que la campaña de Cain es, simplemente, un truco comercial de tamaño gigante para vender sus libros. Y sin importar lo que digan las encuestas, no lo consideran como un candidato serio para la presidencia.

Sin embargo, si Cain no es un candidato viable, alguien se olvidó de decírselo a los posibles electores republicanos. Para ellos, Cain tiene la “trifecta” a su favor: No es Mitt Romney, no es un político de carrera y no es blanco.

Cain ofrece a los electores republicanos una defensa a prueba de balas de las acusaciones de que son racistas porque quieren asegurarse de que Barack Obama sea un presidente de un solo período.

También ofrece algo que le falta a Romney: alguien con quien se pueden identificar y que podría comprender sus problemas. ¿Quién hubiera pensado que electores blancos de la clase trabajadora encontrarían que tienen más en común con un afroamericano, ex jefe ejecutivo de una empresa de pizzas, que con un ex goberna- dor de Massachussets, que tiene una fortuna de más de 250 millones de dólares?

Esto nos indica una vez más que, en nuestra sociedad, la gran división no es la raza sino la clase.

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