El futuro de los indignados en los Estados Unidos
Por dos meses los indignados en Estados Unidos han acaparado parques públicos y titulares en los principales diarios del país.
El nombre los indignados se lo han dado periodistas en español que los consideran el equivalente a los que protestaban por los recortes económicos en España y en otros países europeos. En Estados Unidos el movimiento se llama Occupy Wall Street y es conocido por sus siglas OWS.
Los observadores parciales más atrevidos dicen que ellos son la vanguardia de una nueva lucha por los derechos civiles en el siglo XXI en este país. Sus detractores más radicales dicen que son socialistas o aún peor comunistas. Personas que quieren redistribuir las riquezas del país, quitándole a los ricos para repartirlo entre los pobres.
La verdad está todavía por ver.
Los miembros del movimiento OWS han sido evacuados a la fuerza de los parques públicos de distintas ciudades del país. Ellos también tienen que obedecer las leyes. Tienen todo el derecho a manifestar y expresar sus ideas. Lo que no tienen derecho es a violar los derechos de otros para proclamar sus credos. Un tribunal en la ciudad de Nueva York dictaminó el martes que podían protestar en los parques públicos, pero que no podían acampar en los mismos.
Mucho se ha escrito sobre este grupo en los últimos 60 días. La gran prensa liberal los aúpa, proclaman la validez de sus ideas, encubren a los que violan la ley abiertamente entre ellos dicen que es una minoría insignificante.
Ahora OWS se enfrenta a una difícil situación. ¿Qué hacer?
Si logran mantener vigente algunas de sus ideas, aún aquellas que el movimiento no ha sabido plasmar un programa de acción, pueden ser una importante fuente de respaldo a los más liberales del país o hasta al mismo Partido Demócrata. Si por el contrario el movimiento se torna violento, como un grupo de anarquistas dentro del mismo hizo en la ciudad de Oakland hace par de semanas, el movimiento va a hacerles un daño enorme a los políticos que los defiendan.
Los que lo comparan con aquellos héroes que lucharon por los derechos civiles en Estados Unidos personas como el Rev. Martin Luther King exageran. OWS no quiere modificar el sistema de gobierno de este país.
Ellos quieren destruir el sistema existente y crear uno, que se su punto de vista sea más igualitario. Quitarles a los ricos para darles a los pobres no funciona. El estado no es fuente inagotable de riquezas. Y hasta los empleos que pueda crear tiene que hacerlo con el dinero que pagan otros.
No he visto notas en los grandes diarios del daño económico que estas protestas han hecho a los pequeños negocios que funcionan aledaños a los lugares que ellos ocupan. Ellos también tienen derechos.
Algunos políticos demócratas se han aventurado a lanzarse en cuerpo y alma a respaldar al movimiento Occupy Wall Street.
La mayoría, sin embargo no lo han hecho. Ellos, sin decirlo, temen la posibilidad de que el movimiento se radicalice; que se torne violento. Temen que tome el camino de las marchas en contra de la Guerra de Vietnam a finales de la década de los 60 y principios de los 70 y se conviertan en grupos capaces de protestar con violencia hasta los eventos de sus mejores aliados. No hay más que recordar las violentas protestas de Chicago en 1968 en las afueras de la Convención del Partido Demócrata.
Si OWS logra organizar sus planteamientos y canalizar los mismos en respaldo de un grupo de candidatos políticos puede tener una enorme posibilidad de convertirse en un factor decisivo en las elecciones presidenciales del año entrante. Si no lo hacen pueden, como muchas revoluciones fallidas, comerse a sus propios hijos; a los que más quieren; a los que más los protegen.