La influencia del Viagra en la política

El candidato presidencial republicano Herman Cain aspira a ser el Silvio Berlusconi de Estados Unidos. Viagra y todo.

Berlusconi, el primer ministro italiano que acaba de renunciar bajo presión, pasará a la historia como el más competente Casanova de los últimos dos siglos. Sus fiestas orgiásticas, que llamaba “bunga bunga” fueron legendarias y hasta llegó a nombrar a una de sus chicas a un importante puesto político.

Fue encausado judicialmente por pagar a una menor de edad por sus servicios sexuales. Su broma favorita sobre sus conquistas era: “Cuando les preguntaron si querían tener sexo conmigo, el 30% de las mujeres dijo que sí, y el otro 70% dijo, ‘¿Otra vez?'”.

A sus años en el poder le llaman La Dolce Viagra, pues era harto conocido que el mandatario de 75 años de edad las tomaba a menudo, según corroboró uno de sus asistentes.

En cuanto a Herman Cain, de 65 años de edad, nadie hasta el momento ha confirmado la presencia de píldoras azules entre sus pertenencias. Pero, fíjense que casualidad, Viagra se introdujo al mercado hace 13 años. Ese es exactamente el número de años que Ginger White, la última mujer en dar la cara sobre las aventuras del Don Juan afro-americano, dice haber sostenido una relación extra marital con Cain.

Si a esto lo añadimos a los cuatro casos de hostigamiento sexual que se conocen hasta ahora, parece que la candidatura de Cain tiene los días contados. Su esposa Gloria tiene la última palabra. Quedamos en espera de verla parada detrás de su esposo con cara de mártir, como lamentablemente lo han hecho tantas y tantas otras esposas de políticos, para apoyarlo en una conferencia de prensa. O no.

Me parece que hace falta un estudio profundo pero rapidito sobre el uso de Viagra, Levitra, Cialis y otras drogas y utensilios para aumentar la potencia masculina entre los políticos de cierta edad. El futuro de la democracia depende de ello.

En tiempos pasados se reconocía que los aspirantes a puestos políticos de alto rango debían ser hombres de cierta edad. La experiencia vivida, las canas, las arrugas, la calvita, la libido apaciguada, se aceptaban como símbolos de madurez, sabiduría y estabilidad, requisitos imprescindibles para ser presidente o senador. (Digo hombres porque en este país a las mujeres con arrugas y papadas no se les tilda de sabias sino de atentados visuales que es mejor tener fuera de vista. Como alguien comentara sobre Hillary Clinton, “¿Quién quiere verla envejecer ante las cámara por ocho años?”)

Pero el Viagra lo ha cambiado todo. Ahora los viejos son más verdes mientras más viejos y como en este país no tienen la misma actitud hacia el sexo que en Italia, muchas candidaturas se descarrilarán, haciéndonos perder tiempo y dinero, por escándalos, indiscreciones, polvos, pellizcos, manoseos, chillas, queridas y putas.

Corregir este problema será más difícil que regular las donaciones de corporaciones a los políticos. Las píldoras de potencia sexual es una industria con ventas de billones de dólares al año.

Por el momento no nos queda más que tomarlo con calma y reírnos del espectáculo de vodevil en que se ha convertido la política. Para ello, sin embargo, es necesario recurrir a otra píldora. Valium.

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