Un reportero en apuros

Germán Ornes Goiscou, aparentemente era un ser impenetrable, pero a veces asumía posiciones políticas contra el gobierno y funcionarios de diversas dependencias cuando en la historia de las comunicaciones en la década de los 80’s; notables periodistas sindicados como plumas críticas, de oposición y de izquierda, trastabillaban en enfrentar los sectores de poder.

En cierta ocasión editorializó en defensa de un periodista, si mal no recuerdo se trataba del colega y amigo Ruddy Germán Pérez, quien había enfrentado inconvenientes en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva. Germán Pérez y yo coincidíamos como reporteros, cubriendo las fuentes noticiosas del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, así como del Palacio de la Policía Nacional.

Como narré en un anterior artículo, luego del altercado en el que hube de enfrentarme a Ornes Goiscou y la planilla mayor de la redacción de El Caribe, para mi sorpresa, no ordenó mi cancelación, por el contrario, a veces me llamaba desde su despacho para solicitarme indagar sobre alguna noticia o buscar alguna reacción sobre algún suceso trascendente en República Dominicana.

No siempre me sentía complacido con aquello, porque solía hacer encabezamientos noticiosos que no coincidían con el estilo ortodoxo del rotativo. Simplemente estaba hastiado con el qué, quién, cómo, cuándo y dónde, de la pirámide invertida tan apelada en nuestras universidades.

Recuerdo que en una ocasión, aquel maestro del periodismo me hizo variar un lead, con una sola expresión. En una nota sobre el asesinato de un hermano del funcionario y dirigente peledeísta Euclides Gutiérrez Félix, me ordenó cambiar el encabezado y le dio más fuerza a la información añadiendo simplemente que era “un hombre indefenso”. Es increíble como una simple expresión fortalece un lead noticioso.

Pese al encontronazo que tuve con el propietario de El Caribe, de alguna forma aprendí a admirarlo por sus firmes posiciones de derecha; fue un hombre sobrio y coherente con sus ideales políticos-partidarios, pero al mismo tiempo era capaz de abrazar nobles causas a favor de la comunidad. Estoy seguro de que si viviera hoy con sus bríos de experimentado editorialista; el persistente desorden administrativo en la cosa pública, tendría de frente a un acerado crítico.

Sé que alguna vez hubo de enterarse de mi tendencia de izquierda, pero a él no le importaba eso; era un hombre que independientemente de sus actitudes, consideradas recalcitrantes para el entonces, sólo le interesaba que los reporteros o redactores conserváramos la disciplina periodística y que no violáramos su política editorial.

En más de una ocasión, cuando tenía interés en alguna noticia, monitoreaba mis preguntas a funcionarios por vía telefónica, me decía qué preguntarle y, en varias oportunidades, lo vi incomodarse y decirme: “coño, si no te contesta esa pregunta, no le escriba nada, a ese pendejo”. Así era Ornes Goiscou.

Pero retomando el inicio de esta narrativa, y el posterior acercamiento a Ornes Goiscou, de antemano sabía que aquello no duraría mucho, porque había provocado ciertos enconos y recelos en mi contra, entre los correveidiles del propietario de aquel matutino.

Cuando un sector periodístico obtuvo ciertas bonanzas con las inversiones del banquero Leonel Almonte; eufórico por tal acontecimiento, un día se me ocurrió vociferar en plena redacción que en el país debieran multiplicarse los empresarios que pagan bien, como el personaje de marras. A Ornes Goiscou, le contaron sobre lo que dije, y según me informaron dijo así: “coño, que se vaya a trabajar con Leonel Almonte”. Obviamente, que ipso facto, estaba cancelado.

En fin, estos son los apuros de un reportero de los años 80’s; ojalá otros colegas se animen a contar otras historias similares, para así ilustrar a las nuevas generaciones de afortunados periodistas que hoy laboran con ciertas concupiscencia, y a veces cobran lujosos sueldos, sólo por callar.

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